Intolerancias alimentarias, ¿causa de obesidad?

Las dietas que prometen adelgazar tras realizar un supuesto test de intolerancias alimentarias no tienen ninguna base científica, son engañosas, e incluso, fraudulentas
Por Alma María Palau Ferré 8 de noviembre de 2012
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Imagen: Alan Cleaver

No hay evidencia científica que relacione las intolerancias alimentarias con la obesidad, tan solo páginas web engañosas con información falsa o que confunde a los usuarios. Las dietas que se basan en detectar intolerancias alimentarias para adelgazar señalan, en líneas generales, que los alimentos incompatibles con el organismo de una persona pueden ser los responsables de esos kilos de más. Sin embargo, los presuntos test de intolerancias, que se cobran, garantizan más la pérdida de dinero que de peso e implican cierta cuota de riesgo: restringir o suprimir alimentos puede suponer un perjuicio para la salud. A continuación se explican los riesgos de los presuntos test de intolerancia para adelgazar, se brindan dos motivos para dudar de su fiabilidad, se advierte sobre la información fraudulenta que circula en Internet y se aportan consejos saludables para las intolerancias alimentarias y la obesidad.

Riesgos de los presuntos test de intolerancia para adelgazar

El coste de los presuntos test de intolerancias alimentarias puede alcanzar los 300 euros

Las dietas que se basan en detectar intolerancias alimentarias para adelgazar se han puesto de moda en los últimos años. Y el secreto de su éxito se apoya en dos cuestiones: los altos índices de obesidad y las expectativas de rebajarlos. Seis de cada diez españoles adultos padecen sobrepeso u obesidad y, ante esa realidad, resulta muy tentador pensar que un test -cuyo coste oscila entre 40 y 300 euros- pueda desvelar en unos pocos minutos qué alimento es el culpable de los kilos extra y de los incontables intentos fallidos por perderlos. Según las publicidades que anuncian este método, estos alimentos bloquean el metabolismo e impiden hacer efectivas las dietas para adelgazar. La idea es que, al dejar de comerlos, estas dietas funcionarán. Pues bien, la ciencia no ha podido demostrar ninguna relación entre las intolerancias alimentarias y la obesidad.

Según la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN), restringir o suprimir algunos alimentos, o hacer dietas muy monótonas (como las que se proponen con este método), no solo supone malgastar el dinero, también implica un riesgo serio para la salud. Someterse al tratamiento dietético derivado de los resultados de los tests de intolerancias alimentarias -unas pruebas de dudosa fiabilidad- puede comprometer la salud y retrasar un diagnóstico de un proceso patológico que debería tratar un profesional sanitario. Ese es el mensaje tras revisar las posturas de las sociedades clínicas más importantes en el campo de la alergología y la inmunología.

Dos motivos para dudar de la fiabilidad del método

Hay diversas razones para dudar de los test de intolerancias como método de adelgazamiento. Pero hay dos fundamentales que, además, son fáciles de recordar:

  1. Los test de intolerancias alimentarias que en una sola sesión analizan la reacción ante 200 o 300 alimentos no tienen respaldo científico. En la actualidad, para determinar la intolerancia a un alimento, hay que hacer múltiples pruebas dirigidas solo al alimento sospechoso y, en ocasiones, resulta muy difícil determinarlo. Las pruebas de diagnóstico avaladas por la medicina clínica son: las técnicas por imagen, endoscopia, colonoscopia, histología (análisis de células), análisis de heces, etcétera. Por lo tanto, estos test que se anuncian en Internet y en múltiples clínicas de estética o de adelgazamiento, no cuentan con el aval de ninguna sociedad científica de referencia de ningún tipo. Mucho menos de alergología e inmunología, que sería lo propio.

  2. El test de intolerancia alimentaria que estuvo de moda hace unos años, el ALCAT, se hacía a partir de una muestra de sangre. Hoy en día, el test revolucionario es una combinación de bio-resonancia y acupuntura, que consiste en colocar un electrodo debajo de la uña. Este método «innovador» se anuncia en múltiples páginas de Internet como «un equipo desarrollado con la colaboración de la Cátedra de Técnicas Físicas de la Universidad de Bolonia (Italia), testado clínicamente por la Facultad de Medicina de la Policlínica de Catania y recomendado por el doctor Rincivillo, profesor de Terapia de apoyo clínico y nutrición clínica». Sin embargo, basta con buscar más referencias en la Red para descubrir que no existe tal cátedra, ni tal facultad, ni mucho menos el doctor Ricinvillo, a no ser en la propia publicidad del test.

Información fraudulenta sobre intolerancias y obesidad

Algunas páginas aseguran tener avales de prestigiosas universidades, aunque no sea cierto

Lo preocupante de este asunto es que abundan las páginas web similares al caso anterior: portales de Internet donde se aporta información falsa sobre el tema, e incluso, fraudulenta. Unas páginas dicen tener avales de prestigiosas universidades, como la Complutense de Madrid. Otras explican dónde puede comprarse la máquina del inexistente doctor Ricinvillo para hacer el test. Ciertos portales ofrecen cursos para profesionales impartidos por el Gabinete Europeo de Nutrición (que tampoco es real). Algunas clínicas garantizan la pérdida de peso con esta técnica y, peor todavía, sostienen que la retención de líquido es un tipo de obesidad, cuando no es así. La obesidad es la acumulación excesiva de grasa o hipertrofia general del tejido adiposo en el cuerpo, es decir, cuando la reserva natural de grasa corporal se incrementa hasta un punto donde está asociada con numerosas complicaciones de salud o enfermedades y un incremento de la mortalidad.

Las personas no tiene por qué saber que estas universidades o estos médicos no existen. Por ello, las sociedades científicas sanitarias, los colegios profesionales sanitarios, las asociaciones de enfermos y las asociaciones de consumidores y usuarios tienen el deber de estudiar el tema e informar correctamente al ciudadano. Un primer paso para ello es dejar claro que esta técnica que relaciona las intolerancias con la obesidad no está recomendada, ni tan siquiera nombrada como alternativa, en ninguna página web de referencia. Entre ellas, la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), donde se dan recomendaciones para combatir la obesidad y el sobrepeso, y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

Consejos para las intolerancias alimentarias y la obesidad

Tanto si tenemos un problema de tolerancia con los alimentos que consumimos de manera habitual, como si tenemos un problema de sobrepeso u obesidad, debemos acudir a profesionales sanitarios en cada rama. Primero, para obtener un diagnóstico fiable y segundo, para iniciar el tratamiento adecuado a nuestra patología.

En el caso de las intolerancias alimentarias, debemos acudir a un profesional sanitario porque no todas las intolerancias alimentarias son iguales y, por tanto, tendrán diferente tratamiento. Las intolerancias pueden deberse a:

  • Un problema anatómico en el aparato digestivo que nos dificulte la digestión de un alimento.
  • Una dificultad concreta para digerir un alimento y metabolizar algún nutriente, por una alteración enzimática.
  • Una intolerancia a una sustancia química presente en el alimento, bien de forma natural o que se ha añadido, como un aditivo.

El caso más común es la intolerancia a la lactosa de la leche y a las proteínas de la vaca. También son comunes las intolerancias al huevo y al pescado. Son frecuentes síntomas de malabsorción intestinal que causan acumulación de gases, dolor abdominal, dolor de estómago y vómitos. Otro síntoma podría ser la retención de líquidos, con una subida del peso corporal. Pero el aumento de líquidos en el cuerpo no es sinónimo de obesidad.

En el caso de la obesidad o el sobrepeso, las causas también pueden ser múltiples: una herencia genética, un trastorno metabólico, un problema de ansiedad asociado, etcétera. Y cada caso tendrá un tratamiento diferente.

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