La sandía es originaria de los países del África tropical, aunque también se cultiva en el mediterráneo.
Es una de las frutas más refrescantes, de pulpa jugosa y aromática. Comer sandía resulta todo un placer cuando el calor aprieta, ya sea entera fresca o batida o como ingrediente de otras preparaciones culinarias.
Aporta muy pocas calorías dado su elevado contenido en agua (90% de su composición), unas 32 por cada 100 g.
En cuanto a sus propiedades nutritivas destaca su contenido en betacaroteno y licopeno -pigmentos que le proporcionan su color característico y que tienen acción antioxidante- y, en menor cantidad, de vitaminas tales como la B1 o tiamina, B6 o piridoxina, y minerales como el potasio.
Es hidratante, diurética (aumenta la producción de orina) y ligeramente laxante (por su aporte de fibra que mejora la función intestinal).