Lácteos específicos para niños, ¿son mejores que los demás?

Entre las elecciones más saludables están el queso fresco, la cuajada, los quesos tradicionales de calidad y el yogur natural entero, al que se le puede añadir trocitos de fruta fresca
Por Aitor Sánchez García 9 de noviembre de 2016
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Imagen: TatyanaGl

La oferta de productos lácteos presente en las neveras de los supermercados no deja de crecer. Entre tantas opciones para elegir, a veces es difícil no perderse y no dejarse llevar por las falsas promesas que a menudo adornan sus atractivos envases. Este artículo se centra en las gamas enfocadas a los niños: yogures para bebés, lácteos y quesos. ¿Son más adecuadas que las demás? ¿Son más sanas que los lácteos disponibles para el conjunto de la población? ¿Cuáles son los productos más habituales dirigidos a los más pequeños y cuál sería la elección más inteligente y saludable?

Yogures «para bebés»

Cuando los bebés, alrededor de los seis meses, empiezan a tomar alimentos distintos de la leche materna, tienen a su disposición productos que parecen fabricados expresamente para ellos: yogures hechos con leche de continuación y que prometen toda clase de beneficios para los peques. Diversas marcas venden estos lácteos dirigidos a los niños que, sin embargo, contienen alrededor de 8 g de azúcar añadido por envase. Este añadido de azúcar se salta las recomendaciones expresas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que la entidad indica, literalmente, que no deberá añadirse sal o azúcar a los alimentos complementarios. Por otra parte, es frecuente que estos productos contengan también grasas de mala calidad y espesantes innecesarios.

Entonces, ¿cuál es el mejor yogur para un bebé -y también para un adulto-? El yogur natural entero, sin más. En general, los niños pequeños aceptan el yogur natural sin problema, a pesar de que a nosotros nos parezca ácido; pero si se les empieza a dar productos azucarados, preferirán esos sabores y pueden terminar rechazando el natural.

Lácteos para niños en edad escolar

En la franja de productos dedicados a niños y adolescentes, la cantidad de malas elecciones se dispara. Un clásico son los yogures «de sabores» (de fresa, limón, coco, etc.). Son yogures con saborizantes, pero no llevan ni una pizca de la fruta que viene dibujada en su envase. Sí contienen cantidades elevadas de azúcar (entre 13 y 15 g por envase). No se puede considerar esos productos como un postre o merienda saludable: son postres azucarados, golosinas que no deberían formar parte de la dieta habitual.

Otro producto estrella enfocado a población infantil son los postres lácteos: natillas de varios sabores, arroz con leche, copas de chocolate y nata, flanes… Es habitual que se vendan acompañados de leyendas como «ricos en leche», «rico en calcio» o «con hierro», además de que los anuncien deportistas o artistas conocidos, incumpliendo en este caso el Código PAOS de autorregulación de la publicidad que condena dichas prácticas.

Como novedad reciente están también viejos conocidos, como los yogures para beber que «ayudan a las defensas», ahora en versión infantil, que se ofrecen como más saludables y con menos azúcar… Exactamente, con 1 g menos de azúcar por cada 100 g. Sigue siendo una chuchería a no consumir, acompañada además de falsas esperanzas de mejora del sistema inmune y un precio elevado.

De nuevo, la elección saludable -y, además, la más económica- en todos estos casos es el yogur natural, que se puede acompañar de trozos de fruta, pasas, nueces, canela, cacao, ralladura de limón, higos secos, semillas, esencia de vainilla… si se quiere darle un toque diferente.

Quesos para niños

En el apartado de los quesos hay dos productos clásicos enfocados a esta franja de edad: los quesos frescos saborizados y los quesos fundidos en porciones o láminas.

  • Los primeros son productos azucarados igual que los anteriores, aunque en este caso el contenido en azúcar por envase es menor que en los otros ejemplos. Hay que tener en cuenta que son unidades de unos 50-55 g (menos de la mitad de un yogur) que contienen alrededor de 7 g de azúcar en las versiones de fresa o plátano. Mención aparte para las versiones de chocolate, con más de 12 g por porción.
  • Por su parte, los quesos en porciones o «quesitos» y los quesos fundidos en láminas son de pésima calidad nutricional, con grasa añadida a la que contiene la propia leche, sales fundentes y demás ingredientes que un queso no debería contener. Son, además, ricos en sal. No es necesario dar a un niño estos pseudoquesos.

Un requesón, una cuajada o un queso fresco son opciones excelentes en lugar de los primeros. Y es preferible dar una cuña de alguno de los exquisitos quesos que hay en nuestro país: mahonés, manchego, idiazábal… antes que una de estas porciones fundidas.

En definitiva, no son necesarios ni recomendables los lácteos enfocados especialmente para niños, por ser opciones muy ricas en azúcar y de bajo valor nutricional. Es mucho mejor cualquiera de los lácteos tradicionales en su versión natural y no azucarada o con los quesos de buena calidad.

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