Las sardinas

El pescado veraniego por excelencia es una fuente natural de ácidos grasos omega 3 que ayuda en la prevención de enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos
Por EROSKI Consumer 7 de julio de 2005

Las sardinas son peces pelágicos, es decir, que viajan por las diferentes capas de agua. Estos peces son comunes en los mares que bañan la península ibérica, ya que nadan por las aguas cálidas y saladas. Se agrupan en grandes bancos en la superficie marina, y se pueden divisar porque forman una especie de mancha en el mar producida por sus movimientos coordinados.

Las virtudes nutritivas de la sardina

La sardina se incluye dentro de los pescados azules o grasos, ya que posee casi 10 g de grasa por cada 100 g de porción comestible. Además destaca por la calidad de su grasa, concentrada en ácidos grasos omega-3, así como por su elevado contenido en proteínas, en torno al 17%, y por la variedad de vitaminas y minerales. Entre las vitaminas se encuentran algunas del grupo B (B1, B3 y B12), las cuales permiten el aprovechamiento de los nutrientes energéticos (hidratos de carbono, grasas y proteínas). Además interviene en numerosos procesos de gran importancia funcional como la formación de glóbulos rojos, la síntesis de material genético, la producción de hormonas sexuales, etc. La sardina contiene también cantidades significativas de vitaminas liposolubles (solubles en grasa) como la vitamina A, D y E. En cuanto a los minerales, la sardina contiene fósforo, calcio (más abundante en las sardinas en conserva que se comen con espina), magnesio, potasio, hierro, zinc y yodo.

Las sardinas cuidan tu corazón

Los ácidos grasos poliinsaturados y en concreto los omega 3, abundantes en las sardinas, son los responsables de muchas de las propiedades saludables que presenta este pescado, ya que están relacionados con la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio y las accidentes cerebrovasculares. La causa principal de estos trastornos es la aterosclerosis, enfermedad en la que las grasas (principalmente colesterol), se van depositando en las paredes de las arterias haciendo que su diámetro disminuya y que pierdan elasticidad, de manera que la sangre que circula por ellas es cada vez menor, pudiendo llegar a provocar obstrucción de las arterias e infarto o trombosis. El consumo de sardinas para la prevención cardiovascular deriva de su riqueza en omega-3, sustancias capaces de aumentar el HDL o «buen colesterol» y reducir el LDL-c o «mal colesterol», así como el colesterol total y los triglicéridos sanguíneos, y de hacer la sangre más fluida.

Sardinas contra los dolores articulares

A partir de los ácidos grasos omega 3 se producen en el cuerpo unas moléculas llamadas prostraglandinas que son compuestos químicos que impiden la producción de sustancias inflamatorias, muchas de las cuales son las responsables de la inflamación y el dolor en caso de artritis reumatoide. Por ello, una dieta rica en ácidos grasos omega 3 -las sardinas los contienen en abundancia- podría mitigar la inflamación y el dolor que acompañan a las enfermedades inflamatorias.

La cantidad recomendable de ácidos omega 3 que se necesita para que el organismo experimente los beneficios citados es de 2 y 3 g semanales, y esto se consigue consumiendo pescado azul (ración de 150 gramos), como las sardinas, de 2 a 3 veces por semana.

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