Los alimentos para niños y lactantes deberán reducir un 25% su contenido en grasas

Esta medida afectará al contenido de papillas, potitos y otros preparados
Por EROSKI Consumer 11 de septiembre de 2003

El Ministerio de Sanidad prepara un decreto para reducir a niveles mínimos los ácidos grasos «trans» presentes en los alimentos para lactantes y niños menores de tres años. De esta forma, el departamento que dirige Ana Pastor pretende adelantarse a la segura adopción de medidas similares por parte de la Unión Europea (UE), dentro de la estrategia global de promoción de hábitos alimentarios saludables entre sus ciudadanos.

La propensión a engordar se gesta, a menudo, en los primeros meses y años de vida de las personas. Un niño obeso tiene muchas probabilidades de serlo también de adulto y cargar de por vida los problemas derivados de una excesiva acumulación de lípidos, como han acreditado investigaciones científicas en todo el mundo.

Sanidad estudia ya las reformas reglamentarias precisas para rebajar un 25% los niveles de ácidos grasos «trans» -una parte de la grasa que ingerimos en la dieta, junto con los mayoritarios ácidos grasos saturados- contenidos en papillas, potitos y otros de los alimentos preparados de la dieta de lactantes y postlactantes menores de tres años. Se trataría de limitar a un 3% la tasa máxima de estas grasas, frente al 4% actual. Aparentemente nimia, la diferencia es relevante por tratarse de productos que constituyen el sustento básico y diario de los pequeños.

En adultos, con una alimentación más variada, los ácidos grasos «trans» representan un porcentaje pequeño de las calorías ingeridas, en torno al 3%, frente al 12% o más atribuibles a las grasas saturadas. El exceso de éstas últimas acarrea altos niveles de colesterol, al que también parecen contribuir, aunque en menor medida, los ácidos «trans».

El Ministerio mantendrá reuniones con la industria alimentaria para negociar estas modificaciones con las que se pretende -según dijo Pastor- «establecer desde la infancia una alimentación lo más sana y equilibrada posible». En el mismo sentido, fijará pautas para regular los menús escolares y ajustarlos a los cánones de la dieta mediterránea tradicional antes de que termine la presente legislatura, adelantó la ministra.

Los ácidos grasos «trans» están presentes de forma natural en la leche y en la carne, pero también intervienen en el proceso que convierte las grasas líquidas en semisólidas o sólidas (hidrogenación), como sucede con la margarina.

Además de hacer más sólida la grasa, en la industria se recurre a la hidrogenación por que promueve la frescura, le da mejor textura, mejor estabilidad y, por lo tanto, proporciona una mayor calidad al producto, aunque sea sólo en apariencia.

En general, el consumo de grasas hidrogenadas se asocia a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares por su potencial para obstruir las arterias. Eleva el colesterol «malo» (LDL), tanto o más que las grasas saturadas. Por esta razón, la FDA, la agencia que regula los alimentos en Estados Unidos, exige a todos los fabricantes de comida procesada que incluyan en sus etiquetas la cantidad de ácidos grasos «trans» por ración y, como ahora hace España, ha pedido que se reduzca su contenido.

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