Niños y cocina: un mundo de fantasía

Un viaje culinario a través de los cuentos tradicionales o de historias inventadas es una buena forma de transmitir lo que pretendemos: el gusto por los alimentos
Por Elena Piñeiro 27 de marzo de 2008
Img nencocinando
Imagen: Tim Pierce

Imagen: Tim Pierce

Abrir la puerta de la cocina a un niño desde su más tierna infancia puede ser una de las mejores experiencias para toda la familia. Este acto puede entenderse como la muestra de una de las herramientas básicas para la autonomía del futuro adulto: saber cocinar para alimentarse, una práctica que no se enseña en ningún otro sitio mejor que en casa. Como en toda materia para aprender, ésta también ha de hacerse amena, atractiva e interesante. Un buen comienzo es parte del éxito y para ello conviene empezar con platos fáciles: aperitivos, meriendas y tentempiés.

Una historia de piratas

El viaje culinario a través de los cuentos de siempre o de historias inventadas es una buena forma de transmitir lo que pretendemos. La fantasía será una aliada indiscutible para enseñar a cocinar e introducir alimentos básicos en las comidas de los más pequeños. Se trata de aportar poco a poco la idea de una alimentación variada, imprescindible para crecer y desarrollarse. Empezar con las frutas es una buena idea porque no necesitan cocciones complicadas y son fáciles de manipular.

La conocida novela de Stevenson, ‘La isla del tesoro’, puede servir de hilo conductor para fabricar un magnífico cofre para merendar: piña rellena de frutas tropicales. En él las fantásticas y verdaderas joyas son la fibra, las vitaminas y minerales y los antioxidantes: vitamina C, vitamina E, beta-caroteno, licopeno, luteína, flavonoides, antocianinas, entre otras. El sabor, el aroma, el color y la textura de las frutas son un vehículo magnífico para aportar todos estos nutrientes y nos aseguran además el éxito en nuestra empresa.

Implicar a los niños en la cocina les permite una apertura a los sabores que constituirá un aprendizaje para toda la vida

Las frutas son los alimentos que actualmente más nos transmiten la idea de estacionalidad. Cuando vemos los aparadores llenos de fresas y su aroma inunda la frutería, ya sabemos que se acerca la primavera. Igual ocurre con las cerezas que anuncian el verano o las mandarinas que nos amenizan el postre del frío invierno. Si ponemos fruta de la estación en la mochila para tomarla a la hora del patio, ya es una de las tres raciones que un niño debería tomar cada día pero, ¿por qué no cubrirlas de chocolate?

Trocitos de fruta previamente introducidos en cobertura de chocolate reposados en la nevera pueden convertirse al día siguiente en un estupendo tentempié para tomar en la escuela. Son alimentos de muy fácil digestión y el chocolate aportará parte de la energía que se necesita en uno de los momentos más agitados de la mañana, el recreo. Para los más mayores de primaria, una alternativa muy saludable a los snacks cuando se van de excursión, o un buen aperitivo los domingos antes de comer, es el plátano macho frito.

Esta receta tan antigua es el equivalente a las patatas fritas de los países latinoamericanos y asiáticos. Sabor salado (o dulce, según gustos y preferencias), crujiente, fácil de tomar, más natural y sin tantas calorías.

La ratita presumida

La ratita presumida como buena roedora tiene un secreto muy bien guardado: el queso. Un fantástico aperitivo son las mini pizzas caseras de quesos diferentes. Actualmente, el mercado ofrece una gran variedad de este alimento lácteo. Es una buena forma de probar sabores de otros países: el queso holandés, los quesos franceses, los italianos, sin olvidar las grandes variedades de las diferentes regiones de nuestro país, que como el séptimo productor europeo posee varias denominaciones de origen como el Idiazabal, Roncal, Tetilla, Mahón y el Manchego.

La leche constituye el mejor aporte de calcio, proteínas y otros nutrientes necesarios para la formación de huesos y dientes. Durante la infancia y adolescencia se aconseja tomar la leche entera, ya que conserva la energía y las vitaminas A y D ligadas a la grasa. Y qué mejor manera de aprovechar este ingrediente que fabricar con leche, huevos, harina y azúcar una de nuestras recetas más antiguas, transmitidas de generación en generación: la leche frita.

Rescatar este estupendo postre, merienda o tentempié, es una forma de mantener en nuestra cultura gastronómica una cantidad representativa de nutrientes.

VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO

Algunos de los aperitivos favoritos del famoso capitán Nemo y de los tripulantes del Nautilus no podían ser otros que los mariscos como el pulpo, los mejillones, los berberechos y las almejas. Los moluscos suelen ser unos alimentos que fascinan a los más pequeños, aunque por su digestibilidad se recomienda comenzar a comerlos a partir de los tres años.

Las rabas de calamar enharinadas y fritas son un sabroso aperitivo. Cocinar los mejillones tigre es una manera de que los niños observen cómo el calor hace que se abran las valvas del molusco. Los berberechos en conserva y los caracoles de mar también se pueden utilizar con este mismo fin. En definitiva, unos aperitivos que abren la puerta al pescado aportando una interesante cantidad de proteína de alta calidad y de minerales como el fósforo, potasio, calcio, sodio, magnesio, hierro, yodo y cloro. Algunos mariscos aportan una cantidad de calcio significativa: 128 miligramos por 100 g de almejas, berberechos y conservas similares.

En cuanto al hierro, el contenido medio por 100 g de los mariscos es inferior al de la carne, excepto en almejas, chirlas y berberechos (24 miligramos) y mejillones (4,5 miligramos). También contienen vitaminas hidrosolubles del grupo B (B1, B2, B3 y B12) y, en menor proporción, las liposolubles A y D. La elaboración de este tipo de pequeñas sorpresas culinarias con los niños, tanto con marisco como con lácteos, frutas o cualquier otro ingrediente, puede suponer un paso importante en su educación integral.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube