Nutrición artificial domiciliaria

Se dirige a pacientes que no cubren sus necesidades nutricionales con la ingesta oral, pero no precisan prolongar su estancia en el hospital
Por Maite Zudaire 15 de enero de 2010
Img alimentacion enteral
Imagen: LadyAdare

La nutrición artificial, tanto enteral como parenteral, se ha empleado en el ámbito hospitalario como una terapia médico-dietética para asegurar una nutrición correcta de los pacientes con limitaciones fisiológicas para alimentarse, digerir o asimilar la comida. Los nutrientes se aportan por una vía diferente a la oral, entendida ésta como la forma fisiológica de alimentarse. Los avances en este campo permiten que se aplique de igual manera en el domicilio del paciente. Esta nueva opción terapéutica se denomina Nutrición Artificial Domiciliaria (NAD).

Tipos de NAD

Imagen: LadyAdare

El desarrollo médico, nutricional, científico y técnico ocurrido en las últimas décadas en la nutrición artificial permite que se pueda administrar en el propio domicilio del paciente con la misma seguridad y eficiencia que en el hospital. Sebastián Celaya, médico especialista en nutrición artificial, la define como «el aporte de los nutrientes por una vía diferente a la oral».

De acuerdo al modo de administración, se distinguen dos tipos de NAD. Se conoce como nutrición enteral domiciliaria (NED) a la administrada de manera directa al estómago o yeyuno a través de una sonda. Representa entre el 80% y el 90% de todos los casos de nutrición artificial domiciliaria. Tiene la ventaja de ser más fisiológica, asociarse a menos complicaciones y de menor gravedad y, en general, carecer de dificultades en el domicilio, aunque «al obviar los procesos de masticación y salivación que se realizan en la alimentación por boca, los nutrientes deben reunir características especiales», expone Celaya.

Los pacientes con alteraciones anatómicas o funcionales en el tubo digestivo, como pancreatitis, síndromes de malabsorción, enfermedad inflamatoria intestinal o enteritis rádica (trastorno funcional del intestino delgado y grueso que sucede durante o después de un tratamiento radioterápico en abdomen, pelvis y recto) y las personas con problemas neurológicos que alteran la coordinación de la deglución (por riesgo de broncoaspiración y neumonía) son, en su mayoría, los candidatos principales a esta intervención.

Se denomina nutrición parenteral domiciliaria (NPD) a la administrada en el torrente sanguíneo a través de un catéter, ante la imposibilidad de cubrir las necesidades nutricionales por la vía digestiva. Se reserva para los casos en los que se diagnostique fallo intestinal severo debido a resecciones intestinales extensas, enteritis rádica, cáncer y trastornos de la motilidad intestinal, entre otros. Se administra en forma de nutrientes esenciales (glucosa, quilomicrones, aminoácidos, vitaminas y oligoelementos).

Planificación

La planificación de la NAD debe seguir un protocolo estricto y metódico, tanto en el momento de iniciarse como durante su seguimiento en el hogar. Será el propio paciente, con la ayuda de sus familiares o cuidadores, quien requiera un conocimiento preciso de la nueva vía de administración y ser cuidadoso en el manejo para que el tratamiento tenga éxito.

El primer paso será la selección de los pacientes, seguido de la elección del tipo de nutrición artificial y la definición del plan terapéutico (objetivos nutricionales, objetivos de calidad de vida, programa de enseñanza de uso, coordinación y apoyo). Pilar Gómez Enterría, doctora de la Unidad de Nutrición del Hospital Central de Asturias (Oviedo), explica con detalle este protocolo de actuación en un capítulo del ‘Manual de Nutrición en atención primaria’, coordinado por la dirección de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Universitario La Paz (Madrid).

La desnutrición merma la calidad de vida del paciente, lo hace más propenso a contraer infecciones y alarga la estancia hospitalaria

Selección de los pacientes. Son objeto de esta alimentación los pacientes con una enfermedad de base estabilizada y que, por distintas causas, estén incapacitados (de manera temporal o permanente) para cubrir sus requerimientos energético-nutricionales por vía oral pero no precisen otras medidas terapéuticas que exijan la continuidad de su ingreso hospitalario. Antes del alta, el médico especialista ha de valorar la tolerancia al tipo y a la pauta de nutrición artificial programadas y debe asegurarse de que el entorno domiciliario sea adecuado para seguir el nuevo tratamiento.

Es precisa la aceptación del paciente y de sus familiares para asumir las exigencias de esta manera de alimentarse. Se requieren unos cuidados y una higiene escrupulosa tanto por parte del paciente como de sus cuidadores para evitar cualquier infección que obligue a un nuevo ingreso.

Programa de enseñanza. Su objetivo es facilitar la autonomía y la independencia en el cuidado y seguimiento de la alimentación. Los pacientes y cuidadores reciben información detallada sobre conceptos de nutrición artificial y tipos, técnicas de administración, cuidados de la vía, material necesario y manipulación higiénica, controles que se deben realizar o prevención y resolución de complicaciones. Junto con el aprendizaje de los contenidos teóricos, el programa culmina con el entrenamiento del personal en el manejo correcto de la técnica de nutrición escogida.

El equipo médico establecerá un calendario de seguimiento y revisiones para analizar el estado nutricional del paciente, la tolerancia a la nutrición artificial y la evolución de la patología.

SUPLEMENTACIÓN NUTRICIONAL

La mayoría de los pacientes mejoran tras una temporada con nutrición artificial. A partir de ahí, el paso a la alimentación oral ha de ser progresivo para favorecer la adaptación del tubo digestivo y de todos los órganos que participan en la digestión y absorción de los nutrientes. A menudo, ante la falta de apetito y la desgana, la dieta se refuerza con suplementos nutricionales.

El uso de estos previene la desnutrición ya que asegura el aporte de energía y nutrientes adecuado a las necesidades del paciente, si el consumo de alimentos es insuficiente. La calidad de vida de una persona desnutrida merma y es más propensa a contraer enfermedades infecciosas e, incluso, a un ingreso hospitalario que se alarga en el tiempo.

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