Qué es la candidiasis intestinal, cuáles son sus síntomas y cómo se trata

El crecimiento descontrolado de un hongo presente en el intestino delgado provoca esta molesta enfermedad, y la alimentación es clave para combatirla
Por Blai Ripoll 18 de agosto de 2020
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Imagen: Anastasia Gepp

Aunque muchos lo desconocen, en el intestino humano conviven más de 2.000 especies bacterianas, incluidas levaduras, hongos y virus. Todos estos microorganismos son imprescindibles para garantizar el buen funcionamiento del sistema inmune, que es la base de nuestra salud. Uno de estos hongos es el conocido como Candida albicans, que en condiciones de eubiosis, es decir, de microbiota intestinal normal y estable, tiene funciones positivas. Todo cambia cuando hay un sobrecrecimiento de esta levadura. Es entonces cuando se produce una enfermedad, la candidiasis intestinal, que en determinados casos puede llegar a ser muy molesta e incluso mortal. Pero ¿por qué se produce?

Qué es la candidiasis intestinal

Existen más de 150 especies distintas de levaduras de la especie cándida que habitan de forma natural en el organismo. De entre todas ellas, la Candida albicans es la que mayor importancia tiene para el ser humano, ya que ayuda a mantener el equilibrio intestinal. «Cuando se altera ese equilibrio bacteriano se produce una situación de disbiosis, o desequilibrio de la microbiota normal, que favorece el crecimiento desmedido de la cándida. Ese sobrecrecimiento a nivel del intestino delgado es lo que se conoce como candidiasis intestinal», explica el gastroenterólogo Vicente Varea.

?  La edad, la diabetes, el hipotiroidismo, las enfermedades hepáticas y renales, el uso de corticoides, los prematuros y recién nacidos de bajo peso son algunos de los factores que predisponen a sufrir una infección por cándida. Un episodio de diarrea aguda o un tratamiento antibiótico pueden provocar esta dolencia, que en ocasiones muy puntuales puede ser grave, sobre todo en el caso de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos y en personas inmunosuprimidas. «En estos casos y en los que la candidiasis intestinal se prolongue en el tiempo, la cándida puede invadir la barrera epitelial del intestino y pasar a la sangre, con los riesgos que ello implica», prosigue este especialista en aparato digestivo.

Síntomas de la candidiasis intestinal

A nivel intestinal, los síntomas de esta enfermedad son vagos y poco precisos. Algunos de ellos son dolor abdominal, meteorismo (exceso de gases en el intestino), diarrea, estreñimiento y distintos tipos de intolerancias alimentarias. Si la situación de sobrecrecimiento de la Candida Albicans se mantiene en el tiempo, las alteraciones sobre la mucosa intestinal provocan cuadros de malabsorción que pueden degenerar en una malnutrición crónica. «Las toxinas liberadas por las cándidas pueden añadir irritabilidad, mareos y cefaleas al paciente», sostiene el doctor Varea.

Una vez identificada y diagnosticada la candidiasis intestinal (los cultivos de heces suelen ser los métodos más empleados), los especialistas recurren al uso de medicamentos antifúngicos, especialmente diseñados para el tratamiento de infecciones provocadas por algunos tipos de hongos. También suelen recetarse probióticos para restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal.

Dieta y pautas alimenticias a seguir para tratar la candidiasis

La alimentación desempeña un papel importante para combatir esta dolencia digestiva. Para evitar el crecimiento de la cándida a nivel intestinal, deben establecerse dietas restrictivas en las que se eviten ciertos alimentos y bebidas:

Los azúcares simples y refinados, así como levaduras, productos fermentados y los procesados.

? En un primer momento, se deben eliminar frutas, almidones, cafeína y embutidos, y huir de los alimentos que posean un alto índice glucémico (nueces, legumbres, zanahorias, entre otros).

? También se deben vetar el alcohol, las setas, quesos y lácteos, café, té, refrescos y bebidas energéticas.

El doctor Varea apunta otras recomendaciones que pasan por el uso de sustancias de reconocido poder antifúngico, como el ácido caprílico, el aceite de orégano y los probióticos, fundamentalmente Lactophilus.

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