Rape, el pescado que se come por los pies

No es el más atractivo del mar, pero sí el más coqueto de la pescadería: su amplia sonrisa siempre llama la atención, ¡aunque no tanto como su cola!
Por Laura Caorsi 24 de abril de 2019

Hay muchas historias curiosas sobre el rape, pero quizá la que más sorprende es la de su boca. Se dice que sus grandes dimensiones le permiten comer peces del mismo tamaño que él. Sin embargo, no es su boca sino su cola lo que ha convertido a este animal en uno de los pescados blancos más apreciados de España. De forma cilíndrica y carne compacta, delicada y sabrosa, la cola del rape nos ofrece tantas posibilidades en la cocina como beneficios nutricionales. Y como alcanza grandes dimensiones (un rape puede medir entre 1,5 y 2 metros de longitud), resulta perfecta para hacer al horno rellena. Pero hay más preparaciones. En las siguientes líneas vemos las más tradicionales, además de conocer cómo conservar bien este pescado.

Magro, ligero y rico en algunos minerales (incluido el calcio), el rape nos aporta proteínas de elevado valor biológico y nos permite elaborar platos ligeros y sabrosos. Un filete de 100 gramos a la plancha contiene apenas 87 calorías; es muy fácil realzar su sabor con zumo de limón y algunas hierbas aromáticas, y se puede acompañar con una ensalada o con un popurrí de hortalizas salteadas. También se puede hacer al horno, con verduritas asadas, a la parrilla o al vapor. En cualquiera de los casos, será una opción estupenda para quienes siguen una dieta de control de peso o para quienes tengan el estómago delicado.

La complejidad -nutricional, pero también gastronómica- comienza con las guarniciones y las salsas de acompañamiento. Desde el punto de vista nutricional, no es lo mismo comer unos canelones de rape (contienen unas 780 calorías), que un rape rebozado (427 kcal), que un rape asado con setas, pimienta y lima, cuyo aporte energético apenas supera las 160 calorías. Tampoco es lo mismo acompañar el plato con patatas, pastas o arroces, que emplear verduras; o dar sabor (y consistencia) con salsas y natas, en lugar de usar un hilo de aceite de oliva. Lo bueno es que este pescado se adapta muy bien a todas estas recetas y, por tanto, es capaz de satisfacer nuestras preferencias culinarias y necesidades nutricionales.

Los favoritos de la familia

El rape, también conocido como sapo, pejesapo o pixín, engloba a una gran familia de peces, los Lófidos, en la que hay más de 260 miembros distintos. Pero no los comemos todos. En las pescaderías de nuestro país encontramos principalmente dos tipos: el rape blanco (o común) y el rape negro (o de los pies pequeños). Ambos se pescan en aguas atlánticas, tienen éxito entre los niños (ya que sus filetes no contienen espinas) y se prestan a un sinfín de preparaciones. Entre las más tradicionales, están las siguientes:

  • Caldeirada de rape. El pescado se cuece junto a unas patatas y se acompaña con un refrito de cebolla, ajo y pimentón. Sano y delicioso.
  • Rape a la catalana. En esta receta, se cocina frito y se sirve acompañado de cebolla, vinagre y laurel. El toque de distinción se lo da un poco de chocolate rallado.
  • Cazuela de rape melillense. En este caso, las colas de rape se cuecen con pimiento, tomate, ajo, guisantes, comino y pimienta negra.
  • Ceviche. El rape se acompaña de otros pescados, como el verdel y el salmón, cortados en pequeños dados que se maceran en zumo de limón o vinagre y se sirven con cilantro, aguacate, cebolla y tomates frescos, también cortados muy pequeñitos. Típico de la gastronomía peruana.
  • Rape a la americana. En este caso, se dora con un poco de aceite. A continuación se le añaden ajo y diversas hierbas aromáticas, se flamea con brandi y se sirve acompañado de salsa de tomate.

Consérvalo bien

  • El pescado es un alimento muy perecedero, y el rape no es la excepción. Tras la compra conviene limpiarlo y eviscerarlo (si no lo han hecho en la pescadería) y lavarlo antes de introducirlo en la nevera.
  • Debemos colocarlo en un recipiente tapado en la parte más fría, a una temperatura de entre 2 y 4 ºC, para evitar alteraciones en su carne e impedir que su olor se esparza por el frigorífico, afectando a otros alimentos.
  • Para consumirlo en óptimas condiciones, no deben pasar más de dos días. Si queremos conservarlo más tiempo, lo mejor es congelarlo (o adquirirlo ya congelado).
Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube