Cómo actuar con los hijos ante situaciones anómalas

Lo vivido en este confinamiento ha sido histórico para todos, fuera de lo común. Pero con estas pautas, cualquier situación inusual será más llevadera con los niños  
Por E. Sánchez 16 de junio de 2020
menor dialogo coronavirus
Imagen: MirceaIancu

Apenas hemos podido salir de casa durante un par de meses para evitar los contagios por coronavirus y el colapso de los centros sanitarios. Luego la restricción se ha visto relajada a determinadas horas y para ciertas actividades. Nuestros hijos han cambiado el aula de su cole por las cuatro paredes de su habitación, aún siguen las clases —no todos pueden— a través del ordenador y ninguno puede disfrutar de los miles de parques infantiles que llenan nuestras localidades. El teletrabajo con los niños en casa todavía es una realidad. Lo vivido en este confinamiento ha sido histórico para todos, fuera de lo común… y tiene sus efectos en la infancia. Pero con las pautas que señalamos a continuación, esta situación y cualquier otra que nos parezca inusual, será más llevadera con los niños.  

Pautas para afrontar situaciones inusuales con los niños

“¿Por qué no puedo salir de casa?”. Esta pregunta ha salido de los labios de muchos niños durante la cuarentena. ¿Cómo explicarles algo tan complejo sin generarles miedo? UNICEF publicó una serie de pautas útiles que pueden servirte ahora, durante la pandemia, o en cualquier otro momento fuera de lo común:

  • Dedica tiempo a resolver sus dudas e inquietudes, en un lenguaje adaptado a su capacidad de comprensión, pero no engañoso. Si sientes que te faltan recursos para transmitir información, puedes recurrir a algunos de los cuentos que se editan cada año sobre salud y enfermedades, ya que permiten a los niños y niñas procesar el impacto emocional a través de la imaginación.
  • Evita que se expongan mucho tiempo a noticias sobre el problema, aunque el tratamiento sea adecuado: el rato que dedicamos a un tema también puede transmitir inquietud, incluso sin usar el tono alarmista.
  • Evita involucrarlos en conversaciones de adultos sobre la situación, en especial si son acaloradas o incluyen bromas y dobles sentidos: aunque no estemos hablando con ellos, saben de lo que hablamos y sacan sus propias conclusiones.
  • Dedica un tiempo extra a detectar los malentendidos que pueden estar afectando a su percepción de la salud y la enfermedad, porque pueden sentar las bases de estereotipos y prejuicios duraderos.
  • Mantén la higiene, reconoce las circunstancias cotidianas que ponen en riesgo la salud e inculca el respeto por el entorno. Son medidas que están al alcance de niños y niñas desde edades muy tempranas y les permiten desarrollar su sentido de autoeficacia y su seguridad en sí mismos.
  • Da ejemplo. De poco vale enseñar a lavarse las manos si no nos ven a nosotros hacerlo a menudo, o que les digamos que estén tranquilos si nos ven alterados. Desde UNICEF recuerdan: “Gran parte del aprendizaje se realiza por imitación y tiene un alto componente emocional”.

La brecha digital del confinamiento

aula virtual coronavirusImagen: khamkhor

Una situación del confinamiento del todo anómala para los niños es la que ha convertido su habitación de casa, en un aula y el ordenador familiar, en pizarra. Esto puede generar desigualdades, en función de los recursos de los padres, la orografía o el trazado de la red. No en todos los domicilios se dispone de buena conexión a Internet, tabletas o impresora. “Esa brecha es real –dice la doctora en Ciencias de la Educación y profesora de Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, Carmen de Andrés–, pero los docentes están haciendo un verdadero esfuerzo para ayudar a las familias con estas carencias”.

Otra diferencia estriba entre los niños de colegios en los que está extendido el uso de tabletas y los de aquellos en los que no está normalizado. “Estos últimos van a ser más dependientes de los padres en este sentido”, añade la doctora. En cualquier caso, esas disparidades no tendrían efectos notables en los niños menores de 15 años. “A esa edad, todo es recuperable”, zanja la experta.

Y puesto que no hay mal que por bien no venga, las limitaciones tecnológicas pueden tener su parte positiva. Como apunta Carmen Urpí, profesora en el Departamento de Educación de la Universidad de Navarra y doctora en Pedagogía, los alumnos, aparte de estudiar y divertirse, deben buscar “momentos y espacios para conversar y ayudar en casa. En este sentido, aquellos hogares con peor acceso tecnológico pueden ser paradójicamente más avanzados en términos de humanidad, si dan cabida a más momentos de genuina relación familiar”.

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