Dermatitis atópica: ¿cómo cuidar al bebé?

Para cuidar la piel de los niños pequeños con dermatitis atópica, se debe evitar que se expongan al calor, la sequedad ambiental y ciertos tejidos y productos de higiene
Por Cristian Vázquez 13 de agosto de 2015
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Imagen: AChubykin

En España, entre el 5% y el 10% de los niños tiene dermatitis atópica o eczema. Este problema se produce por causas genéticas y a menudo se manifiesta en bebés de pocos meses de vida. Si bien no tiene cura, es posible tomar algunas medidas para aliviar sus síntomas y, en todo caso, evitar que empeoren. Este artículo explica detalles sobre la enfermedad, describe algunos de los factores más perjudiciales para la piel atópica y enumera consejos para cuidar la piel de los pequeños que la padecen.

La dermatitis atópica, un mal que afecta a muchos bebés

La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel. Se produce por motivos genéticos y hereditarios, que hacen que el tejido cutáneo carezca de ciertas proteínas y sea, en general, más sensible que la piel de las demás personas. Su principal síntoma es el prurito (irritación y picor) y afecta sobre todo a la cara, el cuero cabelludo, el torso, los codos y las rodillas. Es un trastorno crónico que, según la Asociación Española de Pediatría (AEP), afecta a entre el 5% y el 10% de la población infantil de nuestro país.

Este problema, conocido también como eczema, puede manifestarse en cualquier momento de la vida de una persona, aunque es más frecuente en los bebés en lo que se llama dermatitis atópica del lactante. Suele empezar hacia los cinco meses de vida, aunque en ocasiones surge antes, en torno a los dos meses. Por lo general, junto con la irritación se producen pápulas, erosiones, exudación y costras. Además de las ya mencionadas, otras partes muy afectadas en los niños son el dorso de las manos y las zonas de extensión de las extremidades.

En el caso de que se produzca entre los dos y los siete años de edad, se conoce como dermatitis atópica infantil. En este periodo, las lesiones más comunes son en las zonas de flexuras, en particular las rodillas y los codos.

Factores que empeoran los efectos de la dermatitis atópica

La dermatitis atópica se hace evidente cuando alguien sufre irritaciones u otros síntomas en circunstancias donde otras personas no tienen ese inconveniente. Ramón Grimalt, dermatólogo de la Universitat Internacional de Catalunya, señala el caso de muchos menores que padecen problemas cuando se bañan en una piscina con agua clorada. A menudo «se da el error de creer que el cloro es el culpable», pero acaban por descubrir que se trata, en realidad, de eczema.

Asimismo, los bebés y niños atópicos sufren los síntomas de la dermatitis atópica en situaciones cotidianas: el contacto con el jabón y otros productos de higiene personal, con prendas de lana u otros materiales, irritaciones producidas por la baba o la leche que se derrama en la zona de debajo de la boca o en el cuello o la piel de la zona del pañal cuando está en contacto con las deposiciones durante un tiempo que a un niño no atópico no le causa mayores problemas.

La AEP explica que los pequeños con dermatitis atópica son «propensos a determinadas infecciones, sobre todo por virus herpes simple, molusco contagioso y verrugas». Por otro lado, un documento de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos añade que las personas con eczema a menudo tienen asma o alergias estacionales y que suelen dar positivo en pruebas cutáneas para alergias, aunque en realidad este problema no es causado por alergias.

Cómo cuidar al bebé con dermatitis atópica

Dado que las causas de la dermatitis atópica son genéticas y hereditarias, no se puede prevenir. Y al ser una enfermedad crónica tampoco tiene una cura, aunque en muchas personas el problema desaparece a comienzos de la vida adulta. Lo que sí se puede hacer es tomar medidas para evitar ciertos factores que empeoran el problema.

Se ofrecen a continuación una serie de consejos para el cuidado del bebé con dermatitis atópica:

  • Deben evitarse, señala la AEP, «todas las circunstancias y elementos que provocan prurito, como el calor, en especial el producido por aire caliente, la sequedad ambiental, el contacto con la lana, plásticos y en algunos casos otras fibras».
  • No hay que excederse con la cantidad ni duración de los baños del bebé y se deben utilizar elementos de higiene poco agresivos, según recomienda Ramón Grimalt. Este experto aconseja el uso de jabón syndet (contracción, en inglés, de «detergente sintético»), conocido como «jabón sin jabón», el cual «limpia sin quitar la capa de grasa protectora de la piel».
  • Al igual que el exceso de agua y jabón, la falta de higiene también es perjudicial en este sentido. La AEP recomienda para los niños (no para los bebés, por supuesto) duchas cortas antes que baños, «con agua no excesivamente caliente y con un gel de pH ácido», y, luego, la aplicación de una crema emoliente en todo el cuerpo. Esta crema se debe dar también en otros momentos del día en las zonas más afectadas.
  • Los pañales se deben cambiar con frecuencia y la ropa tiene que aclararse de forma cuidadosa.
  • En lo posible, la piel no debe entrar en contacto con alimentos ácidos, como el tomate o los cítricos. Los pequeños más sensibles pueden sufrir problemas, según la AEP, incluso al ingerir en cantidades considerables alimentos ricos en histamina, como fresas, mariscos y frutos secos.
  • Otros factores que pueden empeorar el problema son, según Ramón Grimalt, el pelo de los animales, los ácaros domésticos y otras formas de contaminación. Por este motivo, la higiene en el hogar también es fundamental.
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