Así usan Internet tus hijos tras la pandemia

Durante el confinamiento, la actividad en Internet y las redes sociales de los menores se ha incrementado un 180 %. ¿Y ahora? En poner límites está la clave. Te contamos cómo
Por Luis Federico Herrero López 28 de julio de 2020
redes sociales menores
Imagen: ghcassel

Que las pantallas son prácticamente una extensión de nuestro cuerpo es algo que llevamos oyendo, cual ruido de fondo, desde hace ya bastantes años. Lo que pocos podíamos imaginar es que sucedería algo que consolidaría esta idea hasta cotas difícilmente imaginables. La pandemia del coronavirus, al recluirnos entre cuatro paredes, ha hecho que el mundo digital sea más que nunca nuestra ventana al mundo. Y este efecto se ha intensificado en los jóvenes, para quienes la Red no solo implica ocio, sino comunicación interpersonal e incluso educación. En las siguientes líneas veremos qué hacen los menores en Internet y las redes sociales, además de los riesgos que entraña su uso. Y, también, de la mano de un psicólogo, damos algunos consejos para padres y madres al respecto.

Un estudio desarrollado por Qustodio revela que, mientras la actividad en Internet de los adultos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) se ha incrementado en un 60 % durante el confinamiento, en el caso de los niños, niñas y adolescentes alcanza el 180 %. Este trabajo se centra en el análisis de tres países (España, Reino Unido y EE.UU.) y agrupa el uso de la Red en cuatro categorías: vídeo en línea, redes sociales, videojuegos y educación. Y, aunque la variación no es en realidad notable, hay que señalar que los españoles pasamos menos tiempo que americanos y británicos en todas ellas. Para dar una cifra aproximada, los menores invierten en torno a tres horas diarias en las tres primeras categorías, excluyendo la educación.

¿Qué hacen los menores en Internet?

Para entender mejor qué implica esto, a continuación daremos algunas claves sobre el uso que nuestros hijos hacen de Internet y analizaremos cuál debe ser nuestro rol como padres en relación con él:

  • Aunque ya hay muchos adultos que crecieron con la World Wide Web —Internet se hizo popular a mediados de los años 90—, todavía no hemos asistido a la maduración de los menores de edad para quienes las redes sociales —Facebook llegó en 2008 a España— juegan un papel fundamental en sus vidas. Por tanto, desconocemos qué efectos concretos tendrán en su desarrollo. Nos referimos a la Generación Z, es decir, los nacidos a partir de 1995, a pesar de que todavía muchos utilicen erróneamente el término millennial para referirse a ellos.
  • Igual que el estudio citado compartimenta la vida en red en cuatro áreas, debemos fijarnos en qué invierten su tiempo nuestros hijos cuando navegan por la Red. Por poner un caso extremo, no es lo mismo dedicar algunas horas a ver charlas sobre ciencia o arte en YouTube que invertirlas en actualizar de forma obsesiva Instagram, ni tampoco lo es consumir información de calidad en blogs y periódicos que limitarse a ver vídeos de diez segundos en TikTok. No se trata de elaborar una jerarquía, pero sí de tener en cuenta que «pasar x tiempo en Internet» es un concepto demasiado impreciso.
  • Mientras que en la televisión los contenidos se reducen a lo que emite una serie de cadenas y nuestra recepción es más bien pasiva, en la Red nuestro papel se vuelve mucho más activo, y no hay límite para las actividades que podemos desarrollar en ella. Hay numerosas guías para enseñar a los menores a hacer un uso seguro de Internet, como Sé genial en Internet de la Policía Nacional o esta de la Junta de Andalucía, orientada a padres y madres que deseen minimizar los riesgos del ciberacoso, los hackers, suplantadores de identidad, etc.
  • Existe una preocupación muy comprensible entre muchos padres, que temen parecer abusivos o autoritarios cuando tratan de vigilar el ocio digital de sus hijos. Sin embargo, y en especial cuando hablamos de menores de corta edad, dejar de hacerlo puede ser equivalente a dejarlos jugar solos en la calle. Como en los juegos en el exterior, lo importante es permanecer atento, pero sin resultar demasiado intrusivo o imponer restricciones injustas. En este artículo de ABC se analizan las claves para hacerlo mientras se respeta la intimidad de los menores, un derecho garantizado por ley.
  • Es fundamental conocer bien las páginas, juegos en línea y redes sociales más populares. Evitar que, cuando nos hablen de TikTok, de influencers o de Fortnite, nos suene a chino. Así, por ejemplo, podremos saber cuál es la red social más segura, aprender a utilizar las herramientas de control parental de TikTok o conocer los riesgos que implican los micropagos en muchos juegos.

Los riesgos del uso de Internet en los menores

internet tableta ninosImagen: Victoria_Borodinova

Hablamos con el psicólogo y psicoterapeuta Pedro Jara Vera para que nos informe sobre los riesgos del uso de Internet por los menores de edad:

?? Menos relaciones sociales. «Está acreditada la importancia extrema y de carácter irreemplazable de las interacciones humanas directas para el desarrollo del niño y el adolescente. No obstante, cuanto más se intensifica el uso de los dispositivos digitales y las relaciones virtuales, más se debilitan esas interacciones«, comenta.

?? Más estrés. Además, «las apps, los videojuegos de acción y las redes sociales fomentan el funcionamiento multitarea del cerebro, pero el cerebro humano está diseñado para la ejecución de una sola tarea al mismo tiempo», asegura el experto. No son pocos los neurólogos y psiquiatras que alertan sobre los niveles de estrés que fomenta el uso disperso de las redes.

?? Afecta al sueño, la vista y las capacidades cognitivas. «Sumemos los contrastados efectos negativos sobre la síntesis de melatonina (hormona del sueño), sobre el desarrollo de la miopía (el ojo tampoco está diseñado para esto) o sobre los sistemas bioquímicos de recompensa del cerebro, y el resultado es que la digitalización actual en los niños y adolescentes propicia demostradamente el empobrecimiento del lenguaje, problemas de atención o sueño, aumento de la hiperactividad, impulsividad y asunción de riesgos, reducción de la tolerancia a la frustración y propensión a adicciones. En definitiva, los daños en las capacidades cognitivas y en el desarrollo cerebral son profundos y persistentes», explica Jara. No en vano, un  estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) vincula el fracaso escolar con el uso intensivo de Internet: mientras que este alcanza el 16 % entre quienes lo utilizan menos de una hora diaria, entre quienes lo hacen más de tres horas al día llega al 27 %.

Consejos de expertos para padres y madres

Por supuesto, es imposible evitar que los menores inviertan tiempo en la Red, y tal cosa tampoco sería deseable. «Los niños y los adolescentes viven, nos guste o no, en un mundo digital, y no sería adaptativo para ellos que sus padres les privaran de ciertas habilidades al respecto», reconoce el psicólogo. Entonces, ¿qué hacer?

«Es fundamental limitar de manera muy importante el acceso, tanto en tiempo de dedicación como en horarios, primando las actividades que se conectan con sus necesidades y capacidades naturales», afirma Jara. «Es igualmente fundamental entender que el acceso a Internet y a ciertas redes como WhatsApp u otras no ha de hacerse de ninguna manera en edades tan tempranas como estamos viendo (por el mismo motivo que no les dejaríamos conducir el coche con 12 años aunque nuestros vecinos lo hicieran), ni con una durabilidad tan amplia ni sin un buen control de los contenidos a los que tienen acceso», concluye.

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