¿Puedo utilizar esmalte de uñas durante el embarazo?

Las lacas de uñas europeas no son peligrosas para las gestantes, pero algunos expertos recomiendan no utilizarlas durante la lactancia
Por Cristian Vázquez 2 de octubre de 2014
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Imagen: Freddie Peña

Las dudas sobre el uso de esmaltes durante el embarazo han sido siempre una constante. Sin embargo, los especialistas afirman que, en la actualidad, los productos fabricados en Europa no contienen las sustancias que podrían resultar nocivas en la gestación, como tolueno, dibutilftalato y formaldehído. Pero no pueden asegurar lo mismo de productos provenientes de otros orígenes. A continuación se explica por qué las embarazadas pueden utilizar laca de uñas, qué ocurre durante la lactancia y la importancia del cuidado de las uñas.

¿Pueden usar esmalte de uñas las embarazadas?

Los esmaltes de uñas fabricados en Europa no son peligrosos para las embarazadas, pero hay que tener cuidado con productos de origen poco claro

La cuestión de si se pueden usar esmaltes para uñas durante el embarazo se ha repetido tantas veces que se convirtió en una especie de leyenda urbana. Sin embargo, los especialistas en la actualidad afirman que no existe contraindicación alguna al respecto. Así lo asegura Juan Vilaplana, miembro del Grupo Español de Profesores y Docentes de Dermatología, que forma parte de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Vilaplana recomienda, eso sí, que las gestantes que deseen utilizar lacas de uñas deben escoger, en lo posible, esmaltes libres de tres sustancias que sí podrían resultar nocivas. Estos compuestos son el tolueno (también llamado metilbenceno), dibutilftalato (conocido además como ftalato de dibutilo) y formaldehído (a veces denominado metanal).

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Imagen: Ali Smiles

La ausencia de contraindicaciones radica en que, hoy en día, estos componentes ya no se encuentran en la composición de la mayoría de esmaltes, al menos en los que se fabrican en la Unión Europea. «Pero no podemos afirmar lo mismo de las lacas de uñas que llegan de otros países, ya que su composición no siempre está tan clara», especifica Vilaplana.

Por eso, con precauciones, teniendo claro el origen de los esmaltes y sus componentes, los médicos ya no recomiendan dejar de usarlos durante el embarazo. Sin embargo, dada la volatilidad de ciertos productos, sí aconsejan aplicar esta laca en un sitio ventilado y emplear un quitaesmaltes sin acetona. La acetona también es llamada, en ocasiones, propanona.

Si se tendrá un parto por cesárea, es importante limpiar bien cualquier resto de esmalte que pudiera quedar en las uñas, del mismo modo que desprenderse de cualquier joya que se pudiera llevar (pendientes, collares, pulseras o anillos).

¿Puedo pintarme las uñas durante la lactancia?

La Asociación Española de Pediatría recomienda no usar esmalte de uñas durante la lactancia
En relación con la utilización de lacas para uñas durante la lactancia, los expertos recuerdan que tampoco existen contraindicaciones. Esto es así siempre y cuando se hable de los productos fabricados en el ámbito europeo.

El Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría sí sugiere limitar (aunque no eliminar) la exposición a productos químicos comunes durante la lactancia, entre los cuales incluye los esmaltes para uñas. Entre los compuestos que hay que evitar mientras se amamanta se encuentran algunos disolventes de pinturas, colas al agua, productos para la limpieza de muebles, vapores de gasolina, los plaguicidas y pinturas con plomo.

Cuidar las uñas

Más allá del uso de esmaltes, el cuidado de las uñas no tiene una finalidad solo estética, sino que se debe procurar tenerlas sanas, evitar su deterioro y garantizar su firmeza. Las uñas cumplen varias funciones, entre ellas, la de proteger las últimas falanges de los dedos y proporcionar apoyo a sus extremos.

Uno de los problemas más comunes relacionados con las uñas es la onicofagia. “Mi hijo se muerde las uñas, ¿qué hago?” es una pregunta común entre padres y madres. Aunque el problema no es exclusivo de los menores, pues también lo hace uno de cada diez adultos. Esta práctica ocasiona daños en la salud de las uñas y en el lecho ungueal (la piel de debajo de las uñas), así como heridas alrededor que causan inflamación y dolor en el dedo.

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