Conocimiento y mantenimiento de los distintos tipos de brochas y pinceles

Algunos cuidados y consejos prácticos para alargar la vida de pinceles y brochas
Por EROSKI Consumer 7 de mayo de 2002

Las brochas y las pinturas son los elementos básicos con los que trabaja cualquier profesional o aficionado a la pintura. En las próximas líneas se tratará de enumerar los tipos de brochas más usados y su modo de empleo.

Brochas planas o «paletinas». Existen dos tipos: la grande o la pequeña. La primera se utiliza para el esmaltado de superficies lisas grandes y la pequeña para las superficies que sean más pequeñas.

Existen un tipo de brochas cuyo mango permite alcanzar lugares poco accesibles. Es el caso de la brocha plana con mango acodado, que, entre otras cosas, permite llegar con relativa facilidad al interior de los radiadores.

Los pinceles, más pequeños, son muy útiles para perfilar y poder realizar los pequeños retoques necesarios en cualquier tarea de pintura.

Los rodillos son una de las herramientas más utilizadas para proceder a pintar cualquier superficie, sobre todo aquellas de grandes dimensiones. Los hay de varios tipos. El rodillo de lana o de piel de cordero sirve para pintar cuando se recurra a la pintura plástica. El rodillo sintético de fibra corta es recomendable para la pintura de esmalte, generalmente para pintar puertas, paredes o techos. Por último, el rodillo de esponja de plástico se usará si se desea conseguir un acabado picado.

Cuidados y consejos prácticos

La mejor forma de guardar las brochas es boca arriba para evitar que se deformen las cedras. Después de haber terminado la tarea, es aconsejable darle un último limpiado con agua y abundante jabón sin aclarar para conseguir que las cedras se queden pegadas de una manera concentrada. Otro problema suele ser el desprendimiento de pelos de la brocha mientras se limpia. Para evitarlo, la opción más efectiva consiste en empaparlas previamente de agua o disolvente, dependiendo de la pintura. Otra alternativa es la siguiente: antes de usar por primera vez el pincel, éste se puede mojar durante unos segundos, y después sacudirlo un poco. Acto seguido, si es posible, se recomienda restregarlo enérgicamente, pero sin hacer mucha fuerza, sobre una superficie de cemento o algo que se le parezca en rugosidad y dureza. La acción se llevará a cabo durante un rato hasta que el pincel quede seco. Todos los pelos que se desprendan, se irán retirando. Luego, la herramienta quedará lista para volverla a utilizar.

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