Las barandillas de metal otorgan gran estabilidad debido a su mayor resistencia y a sus buenas fijaciones; no se comban ni se mueven cuando nos aferramos a ellas para subir las escaleras, como puede suceder con algunas de madera, sobre todo si son antiguas.
Pero su falta de mantenimiento es más notoria, porque si la pintura se desprende se aprecia perfectamente la diferencia de color entre el metal y ésta. Cuando esto sucede conviene volver a pintar la barandilla.
Primero deberá lijarla para eliminar la pintura vieja en su totalidad, retirando también los posibles restos de oxidación. Y si quiere evitar que vuelva a oxidarse deberá aplicarle una capa de minio antes de pintarla de nuevo.
Resulta una buena idea elegir un color llamativo que dote de personalidad al objeto. Una opción, si las paredes de la escalera están pintadas de un color claro, es pintarla de una tonalidad oscura de ese mismo color.
