Jardines costeros

Las plantas más apropiadas para un jardín cercano al mar son las suculentas y las mediterráneas
Por EROSKI Consumer 6 de octubre de 2004
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Imagen: tata_aka_T

Por muy idílico que sea el paisaje, un jardín junto al mar no es el lugar más recomendable para la reproducción y el crecimiento de plantas, árboles o arbustos. Los fuertes vientos y el salitre de las zonas costeras son muy perjudiciales para la vida vegetal, sobre todo, para las especies más frágiles. Los granos de arena deterioran las plantas, el salitre tapa sus poros, la sal marina ensucia la tierra y los restos salinos se acumulan en la punta de las hojas y las queman. El efecto en la planta es el mismo que si le faltara agua, aunque tenga bastante a su disposición. No obstante, esta situación se puede combatir si se eligen especies autóctonas y resistentes, además de diseñarse jardines que resistan la luz fuerte, la humedad, la erosión, la salinidad y el viento.

Las especies más resistentes

Las comunidades vegetales que se desarrollan en la costa deben adaptarse a unas condiciones muy especiales, como la salinidad del suelo, una alta luminosidad, los fuertes vientos y la escasa consistencia de la superficie, ya que tienen que sobrevivir sobre una arena que puede estar más o menos consolidada.

Para saber qué tipo de plantas elegir, conviene observar los jardines y bosques circundantes para reconocer los ejemplares que mejor se adaptan a un clima y un suelo tan especial. En las dunas cercanas a la playa, se pueden encontrar especies vegetales que aprovechan los desechos marinos que arrastra el oleaje y resisten condiciones adversas. Además, si el jardín pertenece a una residencia que apenas se habita durante el año, hay que elegir especies que florezcan en la época en que la vivienda estará habitada.

Para saber qué plantas se adaptan mejor a las proximidades del mar, hay que observar los jardines y dunas de los alrededores

Entre las especies más resistentes e idóneas para este tipo de jardines, destacan las plantas mediterráneas, como la yuca, el agave o las cortaderias, que toleran bien la sequía, y las denominadas plantas suculentas, como los cactus o el aloe, debido a sus grandes reservas de agua y su tolerancia a los vientos marinos. Respecto a árboles y arbustos, los más adecuados son la acacia, el olivo, la morera, la palmera, el pino, el palmito, la cica, el laurel la jara o el romero, entre otros. El jardín se puede completar con elementos decorativos como pérgolas, caminos empedrados, rocallas o fuentes.

En cuanto al césped, la mayoría de las especies son sensibles a la sal, por lo que no resisten cerca del mar. Las más resistentes son las gramas, un césped rústico que consume poco agua, la Zoysia japónica, un césped muy ornamental que también necesita poco riego, la «grameta de Sitges» o «grameta de Vilanova», una variedad muy resistente y que proporciona abundante césped, o la hierba de San Agustín.

Suelos salinos

Ante un suelo salino, primero se debe aumentar su permeabilidad. Para ello, hay que aportarle materia orgánica y tierra arenosa, nunca arena de playa, ya que las sales que contiene son muy perjudiciales para los cultivos del jardín. Además, es necesario instalar tubos de drenaje para evacuar el exceso de agua cargada de sales y realizar lavados frecuentes hacia el subsuelo mediante riegos abundantes que inunden la tierra. Otra opción para mantener una elevada humedad y reducir la concentración salina es el riego por goteo. Está desaconsejado el uso frecuente de fertilizantes, ya que salinizan la tierra.

Combatir el salitre

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Uno de los principales problemas de un jardín junto al mar es el salitre, que se deposita tanto en las plantas como en el suelo. El viento arrastra el agua, que se pulveriza al romper las olas en la playa, y se posa en los vegetales. Si es muy fuerte y la arena de la playa muy fina, las gotas de agua salada arrastran a su vez granos de arena que dañan el jardín.

Para proteger a los ejemplares más débiles del salitre, hay que construir una barrera física en la que choque el viento marino. Es efectivo un cortavientos vegetal con especies resistentes y de cierta altura, como el tamarindo, la coronilla, el laurel, el aligustre, la espirea o el romero. También se puede instalar una valla con brezo seco, que amortigua la fuerza del viento mejor que una pared, ya que esta última facilita que el viento cree remolinos.

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