Detectan un incremento de estafados por anuncios en los periódicos

Falsas ofertas obligan a los interesados a llamar a un 906, con el consiguiente desembolso de dinero
Por EROSKI Consumer 29 de octubre de 2002

Anuncios en los periódicos del tipo: «Piso de dos habitaciones, con vistas, amueblado, 9.500.000 pesetas. Teléfono…», esconden muchas veces una trampa. De hecho, Policía y Guardia Civil han detectado ya numerosas estafas parapetadas en anuncios como éste, o bien en ofertas de trabajo, venta de vehículos, etcétera.

Pero, ¿Cómo funcionan estas estafas? El interesado llama al teléfono móvil que aparece en el anuncio, pero está desconectado y un contestador automático le remite a otro número, siempre un 906. Llama y la persona que contesta ofrece muy escasa información sobre el producto ofertado, intenta alargar la llamada todo lo posible y termina diciendo que es su jefe quien tiene los datos pero que en ese momento está ocupado o de viaje… «Llame usted el lunes», recomiendan. Y el lunes, más de lo mismo. En realidad, no hay piso en venta.

La Audiencia Nacional condenó el pasado mes de marzo a S.G.B. a dos años de cárcel por hechos de estas características. La estafa se descubrió a raíz de la denuncia de un ciudadano canario que se había interesado por un apartamento en Playa del Inglés (Gran Canaria). Se descubrieron anuncios idénticos en Santander, Benidorm, Málaga, Valencia o Madrid.

Entre abril y julio de 1999, el 906 contratado legalmente por S.G.B. recibió 11.405 llamadas que le reportaron 1.675.329 pesetas. De hecho, el titular de una línea 906 -cuyas tarifas son muy superiores a las de las líneas telefónicas corrientes- percibe por cada llamada recibida un porcentaje sobre el coste de la misma. De esta forma, si bien el perjuicio causado individualmente es muy bajo, la suma de los beneficios por todas las llamadas recibidas puede alcanzar importantes cifras.

Se producen también episodios mucho más dolorosos. Actualmente un Juzgado de Madrid investiga un caso en el que, en no más de tres meses, la víctima llegó a gastar casi 6.000 euros en llamadas a una línea 906. El anuncio en cuestión, publicado en un periódico de tirada nacional, era una oferta de trabajo.

Fuentes de la Policía aseguran que es muy difícil, por no decir imposible, calcular el total del dinero estafado porque no es habitual que el ciudadano denuncie. Tampoco se dispone de datos estadísticos sobre el incremento de este tipo de fraudes en los últimos años. «Es más un problema de concienciación que un problema policial», aseguran, pues «lo más eficaz sería que nos lo pensáramos dos veces antes de llamar a una línea 906 «. Además, las líneas utilizadas para las estafas son contratadas legalmente.

Los interesados deben cumplimentar una solicitud y estar dados de alta en el Impuesto de Actividades Económicas (IAE). La solicitud se presenta ante el Ministerio de Fomento y sólo cuando este departamento da su autorización, la operadora contrata el servicio. «La estafa, el engaño, reside en la inexistencia del producto ofertado en el anuncio y en el coste de la llamada telefónica», explican las mismas fuentes.

Dos mujeres que trabajaban para S.G.B. relataron en sus declaraciones judiciales las instrucciones que su jefe les daba. Si la llamada era de personas interesadas en buscar un trabajo, debían indicar que el empleo ya había sido dado. Si era para la venta de una vivienda, S.G.B. les dijo «que atendieran las llamadas con bastante lentitud».

Cuando atendían una llamada, primero debían preguntar al cliente en qué periódico habían visto el anuncio del piso, «con calma» mirar la provincia a la que pertenecía la publicación, más tarde consultar el plano de la ciudad, dar las características de la vivienda y, si S.G.B. estaba en la oficina, «decirle al cliente que esperase, que se iba a poner el jefe. Entonces debían dejar el teléfono sobre una esponja grande para que no se escucharan otras conversaciones y esperar a que S.G.B. lo atendiera, cosa que no hacía, salvo que la llamada procediese de alguna inmobiliaria».

Concertaban citas a las que nunca acudían. En los registros efectuados en la oficina donde se recibían las llamadas, ubicada en Málaga, se encontraron notas manuscritas que decían: «Ya he quedado con él esta tarde a las seis. Si te llama porque no vamos, dile que no hemos encontrado la dirección o que yo me he torcido un tobillo o algo».

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