La capacidad de ahorro de las familias españolas

La contratación de varios créditos puede convertirse para muchas familias en un boomerang contra el ahorro y la estabilidad de la economía doméstica
Por Marta Tomaino 6 de febrero de 2007
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Imagen: Marcelo Moura

Es la advertencia más sonada en el último año: los españoles planifican cada vez menos su economía en relación a los ingresos fijos de la familia e infravaloran cómo afrontar los gastos extraordinarios que genera el endeudamiento a plazos. Incluso el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) releva en un informe realizado en noviembre del 2006 que más del 60% de los hogares españoles aseguran no tener ninguna capacidad de ahorro. Esto ha llevado a que, actualmente, la media de ahorro se sitúe en el 9,4% de la renta disponible, mientras que en el 2003 se encontraba en el 12%. Aunque queda claro que gastar dinero no tiene por qué entenderse como una práctica negativa, se deduce de las estadísticas oficiales que en nuestro país hay una tendencia a gastar más de lo que en realidad permite el poder adquisitivo real. Así, la renta familiar se sitúa por encima de los 622.000 millones de euros anuales, mientras que el ahorro apenas es de unos 60.000 millones de euros.

La renta familiar se sitúa por encima de los 622.000 millones de euros anuales, mientras que el ahorro apenas es de unos 60.000 millones de euros

El ocaso de la tradición del ahorro, tan consolidada hasta hace aproximadamente ocho años, viene acompañado de políticas bancarias poco inclinadas a estimularlo.De hecho, los ciudadanos se ven más atraídos por las políticas de endeudamiento que por las políticas de ahorro ofrecidas por las entidades bancarias, ya que estas últimas ofrecen intereses poco rentables o nulos.

Según el Banco de España, la mayoría de hogares se encuentran sobreendeudados por créditos que implican tasas de interés descomunales (el Euribor ha cerrado el mes de enero de 2007 por encima del 4%, con lo que se situará en el nivel más alto desde agosto de 2001 y encarecerá de nuevo las hipotecas). Ante la falta de rentabilidad por el dinero depositado en las cuentas bancarias, se imponen las compras con tarjeta de crédito que, aunque parecen facilitar la adquisición de productos de cualquier tipo, implican el pago de unos intereses de hasta el 18%. Por otro lado, una opción novedosa que está incrementando el nivel de la deuda de los españoles son los créditos de adquisición inmediata

, cuyos intereses van del 20% al 30%, al igual que las fórmulas de reunificación de deudas que, aunque facilitan el aplazamiento de los pagos, generan altos gastos de tramitación.

Las familias que tienen una tasa de ahorro inferior al pago de sus deudas son las que se ubican, de acuerdo con sus ingresos, en el tramo medio (entre 39.000 y 89.000 euros al año). Mientras tanto, las que tienen ingresos más bajos (entre 11.700 euros y 33.200 euros) ahorran tanto como lo que implica el cumplimiento de sus deudas e, incluso, en algunos casos, consiguen ahorrar más. Esto demuestra que las familias más vulnerables ante cualquier imprevisto económico, como subidas de los intereses de los préstamos, son las que están en la llamada clase media. Sin embargo, afrontan el riesgo de tener un nivel de endeudamiento por encima de sus posibilidades reales, lo que se traduce en una tentación de continuar gastando.

Entonces, ¿por qué hay tan pocos morosos?

Cada vez es mayor la brecha entre lo que se ahorra y lo que se debe pagar a los bancos por endeudamientos variados. Ahora bien, ¿cómo es posible que la tasa de morosidad española Osea una de las más bajas de Europa? No hay que olvidar que los impagos entre los clientes de los bancos son muy reducidos, apenas llegan al 0,7% del volumen total de préstamos. La respuesta llega a través de los expertos bancarios que opinan que la distancia se acorta, por un lado, gracias al dinero ‘en negro’ no contabilizado en las estadísticas oficiales, mientras que, por otro, se consolida la hipótesis de que existe una fuerte ayuda familiar generacional. A esto se suma que las propias entidades funcionan como ‘refinanciadoras crediticias’, lo que genera un acrecentamiento de la deuda. Las refinanciaciones hipotecarias, en efecto, se incrementarán a finales de este año en un 27%, según la Agencia Negociadora de Productos Bancarios (ANPB), ‘broker’ financiero dedicado a la intermediación hipotecaria.

Motivos para endeudarse

Los escasos intereses de los que se puede beneficiar una persona por tener su dinero en una entidad bancaria ha disparado el consumo, en términos generales. Actualmente, depositar nuestros ahorros a plazo fijo anual, por ejemplo, puede proporcionar un interés que va del 2% al 2,5%, mientras que el valor de un arrendamiento es de aproximadamente el 5% del valor de la propiedad. Los números muestran que el que tiene suficiente capital se decanta por comprar una propiedad para asegurar lo que tiene y obtener así una renta apetecible.

Otro punto a tener en cuenta, según los datos de La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), es que la llegada del euro en 2001 produjo una subida de precios en los alimentos básicos de aproximadamente el 48%, por lo que el salario se ha devaluado, de forma enmascarada, casi a la mitad y en sólo cinco años.

Conviene tener en cuenta, además, que la capacidad de ahorro de las familias españolas no esta ligada únicamente a los precios de la vivienda, sino que están vinculados al escaso incremento salarial agravado por la inflación que produjo la entrada del euro. Así se deduce de estos datos: el consumo final de los hogares creció un 7,5% el pasado año, según explica el INE, porcentaje que ha reducido la capacidad de ahorro. Y aunque la renta disponible de las familias ha crecido un 5,1%, la presión fiscal conjunta sobre los hogares (IRPF y Patrimonio) ha aumentado un 16,8% y las cotizaciones sociales que pagan las familias suman otro 8,7%.

Resulta evidente, por tanto, que en los últimos años se haya producido una sustitución de la cultura del ahorro por la cultura del crédito. Para algunos expertos, estos índices son alarmantes aunque no pronostican resultado alguno. Lo cierto es que la situación económica está en sintonía con la situación social y cultural, donde se ha sustituido esta práctica del ahorro, vinculada a la espera, por una cultura de la inmediatez, ligada también al consumo inmediato.

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