¿Cansado de la Bolsa? Seis opciones para invertir los ahorros

Hay tantos productos financieros que ya no es necesario invertir solo en Bolsa para rentabilizar los ahorros, aunque a veces sea a costa de elevar el riesgo
Por José Ignacio Recio 26 de junio de 2015
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Imagen: olly18

La Bolsa es la herramienta más habitual para canalizar los ahorros: no requiere de excesivos conocimientos y sus órdenes se formalizan con rapidez. En función de la evolución de los mercados, se pueden conseguir importantes beneficios, aunque los riesgos siempre están ahí. Pero los mercados de renta variable presentan otras alternativas en donde el pequeño ahorrador puede invertir. Algunas, como se explica en este artículo, generan una mayor protección y diversificación (fondos de inversión, depósitos estructurados, etc.), mientras que otras solo están reservadas a los inversores más experimentados (warrants, futuros o CFD), por el peligro que conllevan sus operaciones.

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¿Dónde invertir los ahorros?

Las opciones que proporcionan los mercados financieros son amplias y de toda naturaleza: desde las más tradicionales a las más innovadoras, hay una serie de propuestas con las que el pequeño ahorrador puede hacer crecer su dinero. Si no quiere invertir en Bolsa, estas son seis alternativas para intentar rentabilizar los ahorros al máximo.

1. Fondos de inversión

La mejor manera de invertir, y a la vez protegerse de posibles oscilaciones en los mercados, es hacerlo en los fondos de inversión basados en renta variable. No en vano, conforman una amplia cartera de valores, índices y sectores bursátiles, pudiendo llegar a zonas geográficas a las que en otras condiciones no se podría acceder.

Los fondos de inversión cuentan con la ventaja de que su oferta es la más amplia de todas (fondos europeos, globales o emergentes) y en donde solo habrá que pagar comisiones por su gestión. Pueden contratarse desde 1.000 euros y tienen el beneficio añadido de que admiten los traspasos a otros fondos sin ninguna penalización.

2. Fondos combinados con la Bolsa

El llamado ETF o fondos cotizados figura como un modelo intermedio entre comprar acciones en el mercado y los fondos de inversión. Su estrategia consiste en replicar o repetir un índice bursátil u otro activo financiero para obtener el máximo beneficio.

La principal aportación de los EFT radica en que pueden ampliarse los campos de inversión hacia otros activos (materias primas, metales preciosos, divisas, etc.), con mayor rapidez con respecto a los fondos y una mayor protección en comparación con las operaciones bursátiles.

3. Productos más sofisticados, pero con riesgo

Para el inversor que quiere experimentar emociones más fuertes, están surgiendo una serie de productos que pueden generar amplias plusvalías, pero con el riesgo de que las pérdidas hagan disminuir el patrimonio. Warrants, ventas a créditos, contratos por diferencia o CFD y los derivados son algunos de ellos.

Pero estos productos no son recomendables para los ahorradores menos experimentados o que no conozcan la mecánica para operar con ellos. Los riesgos son enormes y no conviene tentar a la suerte, a pesar del alto potencial de revalorización que presentan.

4. Seguros de inversión, otra forma de invertir

Los seguros de inversión están diseñados para que las familias puedan ahorrar con todas las garantías y disfrutar de una atractiva rentabilidad. Contemplan una alta rentabilidad garantizada a corto plazo, en torno al 3%, y pueden suscribirse desde pequeñas aportaciones que son muy asequibles para las economías domésticas.

Se diferencian de otros productos porque son los propios ahorradores quienes deciden cuánto tiempo quieren ahorrar y cuándo desean disponer de su dinero. Supone una alternativa sin excesivos riesgos a la poca rentabilidad que ofrece en estos momentos la renta fija.

5. Depósitos estructurados

Los depósitos estructurados son imposiciones bancarias cuya rentabilidad está vinculada a la evolución de índices, acciones, divisas y cualquier otro activo financiero de los mercados internacionales. No garantizan beneficios e incluso es posible perder gran parte de los ahorros depositados.

Los plazos de vencimiento resultan muy flexibles: entre uno y diez años, periodo durante el cual es muy importante elegir el activo al que estará ligado el producto. Estos depósitos son interesantes de contratar, en consecuencia, tanto para perfiles conservadores como con mayor inclinación para el riesgo.

6. Contrato de futuros, para los más experimentados

Quienes se encuentren con la formación necesaria para operar con estos productos, un contrato de futuros puede ser la mejor manera para incrementar su patrimonio con rapidez. No obstante, obliga a comprar o vender un número determinado de valores en una fecha con vencimiento y con un precio establecido de antemano.

Inversiones vinculadas a la Bolsa

Como consecuencia de la poca rentabilidad que ofrecen los depósitos a plazo, no más del 1% en el mejor de los casos, han surgido nuevos modelos de inversiones cuya vinculación con la Bolsa es la clave para mejorar su remuneración.

En general, constan de una pequeña cesta de acciones, en las que hay que cumplir con unos objetivos mínimos de revalorización para que se den las condiciones de un pago más generoso a su vencimiento. Puede conseguirse hasta el 4%, pero sin garantizarse ninguna rentabilidad, aunque con la ventaja que se recuperarán todas las aportaciones, sin penalizaciones, ni comisiones. Constituye una de las opciones que tienen las familias para mejorar su patrimonio a través de la renta variable, pero protegiéndose de sus riesgos a través de la fija.

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