¿Quién paga tus transferencias bancarias: OUR, BEN o SHA?

Las siglas OUR, BEN y SHA distinguen si es el emisor o el beneficiario de la transferencia quien corre con los gastos de este producto bancario
Por José Ignacio Recio 29 de marzo de 2018
Imagen: Pixabay

En más de una ocasión habrá detectado unas siglas (OUR, BEN o SHA) que están vinculadas a unas de las operaciones bancarias más habituales: las transferencias. Y conviene tener muy claro su significado porque ayuda mucho en su gestión. Estas siglas sirven para conocer quién es la persona que se hace cargo del gasto de este producto bancario: si es usted mismo, como emisor, o, por el contrario, es el beneficiario. Hay importantes diferencias en cada caso, hasta el punto de que puede ayudarle a reducir gastos en su economía doméstica, tal y como podrá comprobar en este artículo.

Las transferencias bancarias son utilizadas con mucha frecuencia para pagar el alquiler de un piso, a los principales clientes o incluso solventar una deuda ante terceras personas. Se trata de una operación que tiene unos gastos, pero que puede que no se conozca en quién repercuten, es decir, si en el emisor de este producto o en su beneficiario. Para no tener dudas, hay que saber que al emitir una transferencia existen tres posibilidades a fin de que los gastos reviertan en una u otra persona. ¿Desea conocerlas para evitar problemas con la formalización de este producto?

1. Modalidad SHA: compartir los gastos de la transferencia

Es la más habitual a la que uno se puede enfrentar en el momento de formalizar una transferencia bancaria. En este formato solo se pagan los gastos que cobre el banco directamente al usuario, mientras que la otra persona tendrá que asumir los generados por su entidad emisora. Se basa en que ambos comparten el coste de la operación, en igualdad de condiciones. Por tanto, no habrá ni beneficiados ni perjudicados por hacer un traspaso monetario a otra cuenta.

Esta fórmula está muy indicada cuando las relaciones con la otra parte no son muy directas, en donde la mejor solución pasa por pagar cada uno lo que le corresponda, y también en las transacciones internacionales, cuyas comisiones son más exigentes.

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2. Modalidad OUR: solo paga el ordenante

Se trata de un modelo donde el ordenante de la transferencia es quien asume todos los gastos y comisiones de la operación financiera. Es la situación menos ventajosa para los intereses del emisor, ya que no solo deberá hacer frente a los desembolsos generados desde su entidad financiera sino, también, a los generados por todos los organismos que intervienen en este proceso. Como consecuencia, no siempre merecerá la pena enviar dinero a través de este sistema de pago. O, al menos, habrá que cambiar de formato.

3. Modalidad BEN: los gastos correrán a cargo del beneficiario

Como sugiere el nombre en inglés, beneficiary, será el ordenante de la operación quien no tenga que asumir ningún gasto o comisión. Por el contrario, lo hará la persona a la que vaya dirigido el importe, ya que se encargará de los desembolsos generados tanto en la entidad emisora de la transferencia como en la destinataria de este movimiento monetario. El emisor tan solo tendrá que afrontar los gastos por cambio de moneda si fuese necesaria esta conversión contable.

De todas formas, es el modo que provoca más polémica, debido a que los receptores se resisten a asumir los gastos. En cualquier caso, la modalidad BEN está más indicada para las transacciones comerciales que se puedan realizar desde una empresa pequeña o negocio.

Las operaciones particulares se decantan por las anteriores modalidades (OUR o SHA) para enviar las transferencias bancarias; también en las transacciones intraeuropeas, en donde los gastos locales no son muy elevados.

Formalizar las transferencias gratuitas

Más allá de quién sea el responsable de la emisión de las transferencias, estas pueden realizarse sin que cuesten ni un solo euro. La mayoría de las cuentas corrientes tienen habilitada esta prestación en las transferencias nacionales, de forma ilimitada y sin tener que afrontar desembolsos por la gestión y mantenimiento de este servicio. Tan solo exigirán tener abierta una cuenta en la entidad financiera, sin la necesidad de domiciliar la nómina o los ingresos regulares.

Otra cosa bien diferente ocurre con los traspasos monetarios internacionales, los enviados a otros países, que sí requerirán de la vinculación de los ingresos de trabajo. Lo harán por medio de una cuenta nómina para que, de esta forma y sin mayores exigencias, estos movimientos también estén exentos de gastos y comisiones. Será otra alternativa para contener los gastos en las relaciones con los bancos.

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