La lectura es la tarea ideal de los niños en verano, dicen educadores y psicólogos

Apuestan por los libros amenos frente al cuaderno de vacaciones con deberes
Por EROSKI Consumer 2 de julio de 2002

Educadores y psicólogos se decantan por la lectura placentera como principal tarea para los niños durante el verano. Salvo cuando hay algún déficit escolar concreto y recomendaciones especiales por parte del profesorado, los niños de hasta doce años trabajan cuando leen.

Muchos centros escolares entregan, sin embargo, el clásico cuaderno de vacaciones, que ha de tomarse como una guía y «no como una esclavitud», afirma Luis Felipe Hernández, director de enseñanza infantil y primaria en el Colegio Alemán San Alberto Magno de San Sebastián. Este profesor recomienda a los niños de hasta doce años leer y escribir de 15 minutos a media hora al día durante el verano. «Hagan o no el libro de deberes de vacaciones, los niños vienen limpios en septiembre y las dos primeras semanas hay que dedicarlas al repaso».

«Si la familia se va quince días de vacaciones es mejor olvidarse ese tiempo de los deberes», asegura Ane, profesora en otro centro escolar. Los que sí deben llevarse tarea son los padres. «Hay que propiciar momentos de encuentro distendido con nuestros hijos», dice la psicóloga familiar Arantza Belastegui. «Los niños tienen hoy muchos bienes materiales pero poca dedicación por parte de sus padres».

Encontrar conchas y cangrejos en la playa es una gran forma de aprendizaje. «El verano es un tiempo propicio para casi todo. Para abrirse a nuevas experiencias y para realizar actividades sin estar tan sujetos al reloj. Pero no hay olvidar que para llegar a la playa se necesita organización».

Deberes, ¿sí o no?

Los exámenes de septiembre, en el ciclo educativo que va hasta los doce años, han desaparecido. «Si estudiar en verano tuvo en algún momento justificación, fue por la existencia de los exámenes de septiembre», afirma el psicólogo Juan Carlos Alonso. «Estas pruebas no eran por lo general efectivas, porque quienes no habían trabajado suficiente durante el curso tampoco lo hacían en verano».

En opinión de este experto, los deberes serían necesarios en los casos en que existan dificultades de aprendizaje. «Deben establecerse retos concretos, por ejemplo, aprenderse las tablas de multiplicar; realizar ejercicios en sesiones intensas y poco duraderas (de 15 minutos a 1 hora como máximo, según edades) y realizarlos a primera hora, para que los niños sientan que el resto del día es libre».

Agenda apretada

La agenda de los niños es cada vez más apretada. Cada vez realizan más actividades tanto dentro como fuera de la escuela (idiomas, deportes …). «Está bien que los niños realicen actividades, pero intentando compaginar las necesidades de los padres con las de los niños», explica Belastegui.

Para Juan Carlos Alonso, las actividades veraniegas son un signo de los tiempos. «Pueden satisfacer la necesidad de ocio compartido de nuestros hijos, ayudarles a hacer amigos o darles autonomía, pero no deben entenderse sólo como un modo de colocar a los niños», dice. «Sin pretender juzgar a ningún padre, hay que reflexionar y preguntarnos si estamos dispuestos a compartir nuestro tiempo libre con los hijos».

De ese mismo modo opina Arantza Belastegui: «lo ideal es conjugar las actividades más ordenadas con un encuentro entre padres e hijos distendido. Si los padres trabajan muchas horas de lunes a viernes, no pueden dedicar el fin de semana sólo a limpiar la casa». Encontrar el equilibrio es lo difícil. «Hay madres que no trabajan y por un cierto sentido de culpa no mandan a sus hijos a los grupos de tiempo libre. Si se cubren los intereses personales se atenderá mejor a los hijos. También hay profesionales que terminan de trabajar a media tarde y no dedican tiempo libre a los hijos».

Las circunstancias no son muy favorables. «Los padres y madres trabajan mucho», dice la psicóloga. «Pero una vez que son conscientes de que la educación de sus hijos requiere dedicación, habría que ofrecer facilidades. Por ejemplo, poder tomar en verano un mes sin sueldo o adaptar algo los horarios en función de los hijos».

El verano también puede generar tensiones extra, por la demanda de mayor libertad por parte los hijos mayores o por el tiempo que pasan los pequeños en casa. Para evitarlo, a juicio de Alonso, conviene compatibilizar los tiempos de ocio familiares con tiempos de ocio individual. «El verano debe ser un momento de disfrute personal y de mayor comunicación con los hijos», dice.

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