Entrevista laboral: las preguntas más comprometidas

El candidato debe saber adaptar las respuestas a las necesidades del interlocutor y a las características del puesto
Por Lola Raya Bayona 16 de marzo de 2010
Img entrevista trabajo
Imagen: Alan Cleaver

Las entrevistas de trabajo generan estrés a la mayoría de las personas. Está en juego un puesto laboral y hay que superar esta situación con seguridad y soltura ante cuestiones, en ocasiones, desconocidas o diseñadas para conocer las debilidades del candidato. Para enfrentarse a ellas y culminar con éxito el “interrogatorio”, basta con saber adaptar las respuestas a las necesidades del interlocutor y, sobre todo, a las características del puesto que se desea cubrir.

Respuestas adecuadas

Imagen: Alan Cleaver

Aunque no todos los entrevistadores utilicen la técnica de intercalar preguntas incómodas para obtener información de los candidatos a un puesto de trabajo, algunos seleccionadores plantean cuestiones muy comprometidas. Las preguntas más incómodas que un entrevistador puede plantear en una entrevista necesitan respuestas adecuadas:

  • ¿Qué me puede contar sobre usted?

    Muchas entrevistas empiezan con esta pregunta. No hay que quedarse bloqueado y pensar qué quiere escuchar el seleccionador, ni bombardearle con todos los detalles del currículum. Lo más correcto es dar una respuesta breve, con suficiente información sobre las cualidades y experiencias, sobre todo, relacionadas con los requisitos del puesto al que se aspira. Hay que dar a entender que el trabajo que se pretende realizar será muy beneficioso para la empresa.

  • Si hablara con sus antiguos jefes, ¿qué referencias me darían?

    Con esta pregunta, el seleccionador quiere poner a prueba la franqueza del candidato, además de darle la oportunidad de exponer posibles problemas. Conviene hacer hincapié en los mejores aspectos de la colaboración con el anterior jefe y no ocultar las malas experiencias. Si hay que justificarlas, debe hacerse con serenidad.

  • ¿Por qué ha dejado su antiguo empleo?

    No hay que cargar de culpa a los antiguos jefes o compañeros; es mejor decir que no había buena sintonía. Lo más adecuado es exponer que en el puesto que se desempeñaba había pocas perspectivas de futuro.

  • ¿Por qué ha estado tanto tiempo en el mismo puesto y en la misma empresa?

    Si se trabaja desde hace muchos años en el mismo puesto y en la misma empresa, se debe recalcar que en el transcurso de los años se ha cambiado conforme se modificaba la empresa: si han aparecido nuevos productos, nuevos mercados, cambios de tamaño, de estructura… Si no ha habido ninguna transformación, se puede alegar que se valora la lealtad y la estabilidad, el compromiso total y a largo plazo con un proyecto profesional en el que se cree.

  • ¿Cuáles son sus puntos débiles?

    Ante esta cuestión, lo más razonable es reconocer algún punto débil real y mostrar interés efectivo por mejorarlo. Se puede admitir tener miedo escénico, pero alegar que se realiza un curso para superarlo.

  • ¿Cuál es su religión, su sexualidad o su opinión política?

    No se debe interrogar sobre asuntos de la vida privada. Si lo hacen, hay que evitar un enfrentamiento, pero conviene ser prudente, calmado y equilibrado, aunque sincero.

  • ¿Qué le interesa del puesto de trabajo que ofrece la empresa?

    El objetivo de esta pregunta es asegurarse de que no se contempla como una meta a corto plazo. Los seleccionadores buscan candidatos que muestren entusiasmo tanto por el puesto como por la empresa. Lo más razonable es demostrar que se han estudiado aspectos de la compañía, como su posicionamiento, y dar algún dato concreto.

  • ¿Qué respondería si le dijeran que su actuación ha sido ineficiente?

    El único objetivo es desestabilizar al candidato y comprobar la reacción ante las críticas. Ante ello, se puede responder que se harán esfuerzos para analizar las razones de esa impresión negativa.

  • ¿Ha fracasado alguna vez en su carrera profesional?

    Conviene responder de manera afirmativa, exponer los fracasos y destacar qué se ha aprendido de ellos.

  • ¿Por qué se ha contentado a su edad con un salario tan bajo?

    Es otra cuestión para desestabilizar al entrevistado. Se puede contestar: «Siempre he pensado que es necesario emplearse para adquirir experiencia y las competencias más adecuadas para progresar. El salario ya aumentará». También es posible terminar con una pregunta: «¿Cuánto estima usted que tendría que ser mi sueldo actual?»

  • ¿Qué haría si le despidieran dentro de dos años?

    Lo más adecuado es responder con una visión positiva y de modo sereno. Hay que decir que no tiene por qué suceder y, si ocurre, tras dos años en la empresa habrá mejorado la experiencia y se tendrá más preparación para enfrentarse al mercado de trabajo.

  • ¿Cómo valora la evolución que ha seguido su carrera hasta el día de hoy?

    Hay que ser positivo, pero también dar a entender que todavía quedan muchas cosas por aprender.

  • ¿Cómo reaccionaría ante un estilo de dirección de «excesivo» control?

    Plantea dos preguntas: «¿Acepta ser controlado?» y «¿Acepta la crítica?». Se debe responder con ambigüedad y señalar que la dirección participativa, en la que se explican los problemas, es preferible y compatible con el «ordeno y mando» necesario en algunas circunstancias.

  • ¿Qué no le ha gustado de su última empresa?

    Nunca hay que criticar a la empresa en su conjunto. Si acaso, poner algún ejemplo aislado.

  • ¿No cree que es demasiado joven para este puesto?

    La única respuesta son los éxitos que se hayan obtenido en puestos anteriores. Así se demostrará ser capaz de ejercer responsabilidades con independencia de la edad.

  • ¿Tiene alguna pregunta que hacerme?

    Conviene responder de modo afirmativo y tener preparada alguna cuestión. Así no sólo se demuestra interés por el puesto, sino que será una ayuda para entender los puntos que no hayan quedado muy claros. Es aconsejable pensar, al menos, diez datos que se querrían saber sobre la empresa.

  • Creo que no tiene el perfil del puesto de trabajo

    Se pretende probar, una vez más, la resistencia al estrés del entrevistado. Para salir airoso hay que responder, sin alterarse, con otra pregunta: «¿Podría explicarme por qué dice esto?» De ese modo, se gana tiempo para intentar averiguar más sobre esa objeción antes de preparar la defensa.

SITUACIONES DIFÍCILES

En las entrevistas laborales se pueden producir algunas situaciones poco usuales ante las que se debe reaccionar con naturalidad:

Un entrevistador que habla de manera constante por teléfono y con otras personas que entran y salen del despacho.

No hay que mostrar malestar, sino aprovechar para reflexionar sobre qué se va a decir. También conviene anotar en un bloc el momento en el que se ha interrumpido la conversación. De este modo, se puede refrescar la memoria al seleccionador e impresionarle por el control de la situación.

El seleccionador no encuentra el currículum del candidato

No hay que apurarse, sino ser previsores y acudir a la entrevista con una copia del currículum.

El entrevistador se dispersa y habla de forma constante.

Hay que intentar aprovechar las pausas para avanzarle las propias competencias y averiguar las necesidades del puesto de trabajo. Lo peor que puede pasar es que no le quede tiempo para formular algunas cuestiones importantes. Entonces, se puede preguntar si le interesaría conocer alguna experiencia concreta.

Expone sólo los aspectos negativos del puesto de trabajo.

No hay que mostrar desánimo. Se debe recordar que la mayoría de los trabajos cuentan con aspectos negativos, pero que se apuesta más por los factores positivos de ese trabajo y de esa empresa.

No mira a los ojos durante la entrevista.

Puede deberse a que es una persona tímida, a cierta falta de sinceridad o a ambas cosas. Conviene sonreír, sin mirarle a los ojos.

Sólo hace preguntas directas.

Este tipo de cuestiones sólo requieren un “sí” o un “no” como respuesta, no permiten exponer las aptitudes o los rasgos de personalidad, pero hay que intentar desarrollarlas. A la cuestión “¿Le gusta trabajar bajo presión?” se podría responder: “Sí, creo que una cierta dosis de presión es buena, porque permite una atención continuada al trabajo que se realiza. Además, en el mundo tan cambiante en el que vivimos, es fundamental saber trabajar de este modo”.

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