Entrevista

José Miguel Zugaldía, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Granada

El alumno de Bolonia va a dejar de ser pasivo, y el profesor también
Por Amaia Uriz 22 de abril de 2009
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Imagen: CONSUMER EROSKI

José Miguel Zugaldía Espinar fue Premio Extraordinario de Licenciatura a cuyo término viajó para ser becario dos años en el » Max-Planck Institut für Ausländisches und Internationales Strafrecht», de Freiburg (Alemania). Fue magistrado de la Audiencia Provincial de Granada y es catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Granada, institución en la que asumió el Decanato de la Facultad de Derecho desde 1995 hasta 2004. Como tal, fue ponente y artífice del grupo de decanos que analizó, estudio y diseñó la puesta en marcha del Proceso de Bolonia en España.

Cursos, seminarios, artículos y manuales de Derecho acreditan su labor de investigador a la que suma su compromiso con la docencia. Zugaldía es un firme defensor del proyecto que reforma la estructura universitaria, desde el convencimiento de que «la Universidad española ha tocado fondo en cuanto a calidad y elementos de formación». Su voz es crítica, «muy crítica», pero no con Bolonia sino con el sistema actual universitario.

¿Necesitaba la Universidad una reforma tan sustancial como la que plantea Bolonia?

Europa misma necesita una reforma sustancial que la lleve a superar la Europa de los mercaderes y la conduzca a la Europa de los ciudadanos. Una vía para lograrlo es establecer un sistema homogeneizado de titulaciones, y esto es lo que fundamenta Bolonia.

El Plan es ¿definitivo, imparable, reformable?

Todo apunta a que el Plan va a conseguir la internacionalización de la Universidad

La Universidad no puede permanecer ajena a la globalización. Este fenómeno se está produciendo y significa que las personas van a deambular, transitar y vivir con mayor libertad y menos límites geográficos, culturales y académicos. De hecho, el Espacio Europeo de Enseñanza Superior no se incluye sólo a los 27 países de la Unión Europea. Estados como Rusia también lo aplican pues quieren suprimir las fronteras de conocimiento que implican estructuras distanciadas y heterogéneas. Incluso países del Caribe están estudiando sumarse a Bolonia. Todo apunta a que el Plan va a conseguir la internacionalización de la universidad.

¿Cuáles son los pilares, los principios de esta reforma universitaria?

El primer beneficio que aporta es que las titulaciones y los contenidos de los estudios universitarios son reconocidos por todos los países. Un Grado está igual de acreditado si su título lo ha expedido la Universidad de Lisboa o la Universidad de Berlín. La estructura de la titulación es la misma: homogeneiza el número créditos y las horas de trabajo. En definitiva, con Bolonia se reconoce el mismo grado de formación con independencia de dónde se obtenga.

¿Qué elementos introduce Bolonia para modernizar y mejorar la calidad de las universidades?

La nueva estructura posibilita organizar una universidad de otra manera: conformar grupos pequeños de alumnos y tutelar su aprendizaje, usar de manera real y eficaz las nuevas tecnologías, incrementar las horas de práctica, promocionar la movilidad en la universidad y lejos de ella. Se reducen las horas de clase tediosas impartidas por el profesor y se potencia el interés por el trabajo del estudiante.

¿En qué se diferenciará la Universidad que hemos conocido los últimos 30 años de la futura?

Hay que renovar al profesorado universitario, sacarle de su acomodamiento y llevarle a asumir la docencia y la investigación con una metodología más real y exigente

Confío en que no se parezcan en nada. En muchos aspectos la universidad española ha tocado fondo en cuanto a calidad y elementos de formación. Hay que renovar al profesorado universitario, sacarle de su acomodamiento y llevarle a asumir la docencia y la investigación con una metodología más real y exigente. Los planes de estudio actuales eran resultado de debates, en ocasiones científicos, pero, otras veces, realizados en clave de poder. Con demasiada frecuencia los planes se han elaborado sin tener en cuenta los intereses formativos de los alumnos. Lo que lleva a un departamento a querer más profesores y más horas de docencia son sus propios intereses: conseguir más dinero para sus investigaciones y sus doctorandos, a expensas de que el alumno se encontrara con un montón de horas y asignaturas de un departamento que no servían para nada en su formación. Bolonia no premia la cantidad. Se enfoca la formación a grupos pequeños de alumnos. Han dejado de tener sentido esos aforos de 150 alumnos en una asignatura.

¿Los profesores deberán modificar su trabajo?

Totalmente. En las primeras reuniones de decanatos relacionadas con el Plan Bolonia, a las que asistí porque entonces era decano de mi facultad, llegamos rápidamente a la conclusión que íbamos a tener que trabajar de manera distinta. Y también, y esta era una información más difícil de trasladar a los compañeros, íbamos a tener que trabajar más. Mucho más. Este curso he puesto en marcha un grupo piloto del Plan Bolonia. Y aquello de sentarte en la mesa y soltar el rollo a los alumnos de Derecho no sirve. El estudiante sale del aula. Va a la Audiencia, a conferencias, a cursos externos. Dicta sentencias. Se forman grupos de discusión. El alumno de Bolonia va a dejar de ser pasivo, y el profesor también.

¿Dónde queda la libertad de cátedra entendida como el derecho del profesor?

Bolonia es un sistema muy reglado. El 70% de la calificación se evalúa sobre los resultados de exámenes, pero el otro 30% se obtiene con actividades no presenciales, con acciones dirigidas por el profesor, de manera que el docente no limita su actividad ni su juicio a la materia, así que la cátedra como estaba definida no tiene lugar. Pero sobre todo no deja libertad para el inmovilismo.

¿Cuáles son los principales obstáculos que van a dificultar el logro de sus objetivos?

En función de lo que se quiera invertir en el Plan Bolonia se conseguirá un nivel u otro de calidad en su aplicación

El principal es intentar hacerlo gratis. En función de lo que se quiera invertir en el Plan Bolonia se conseguirá un nivel u otro de calidad en su aplicación. Estamos hablando de cambiar estructuras, y eso no es fácil ni barato. Un cambio de tamaña profundidad requiere mucho esfuerzo y muchas intervenciones. Suprimir las tarimas de las aulas, por ejemplo, no es sólo un requisito formal. La distancia que marcan impide el encuentro entre el profesor y el alumno. Las mesas para 20 estudiantes sentados en línea es el antónimo a un grupo de trabajo. Además de voluntad y de un plan, se necesitan, sin duda, recursos económicos en muchos niveles.

¿Estudiar será más caro?

No. El precio de las matrículas va a seguir siendo público. Es decir, el que fija los precios es el Consejo de Universidades, y al estar las competencias de educación transferidas, serán las comunidades autónomas las que determinen las cantidades finales, pero siempre partiendo de que son precios públicos. Los másteres, al ser oficiales, serán más baratos. Los másteres caros son los que ofertan ahora las empresas o entidades profesionales -por cierto, no sé si podrán mantener la nomenclatura-, pero a partir de Bolonia los másteres, que serán por otra parte los buques insignia de las universidades públicas, costarán poco más de lo que cuesta un año de Grado.

Los críticos con Bolonia insisten en que eso no va poder ser.

Un máster va a costar lo mismo o muy parecido que un curso de Grado
Un máster va a costar lo mismo o muy parecido que un curso de Grado. Lo que sucede, o va a suceder, es que hay que pensar que el alumno no tiene por qué cursar el máster en la universidad donde adquirió el Grado. Se trata de romper fronteras, de viajar, de buscar la especialización en aquella universidad que ofrece la mejor formación en la materia concreta en la que se quiere profundizar y ser un maestro. La mejor en un espacio muy amplio: toda Europa. La matrícula del máster siempre será pública y el precio equitativo a lo que costaría estudiarlo en tu ciudad o en tu país. Pero claro, hay que salir de casa. Hay que aprender a vivir fuera, asumiendo responsabilidades de adulto: alquilar una habitación, comer cinco veces al día y disfrutar del ocio. Para esto no hay becas, pero sí créditos.

¿Becas crédito?

El máster no está pensado para que el estudiante se quede en casa de sus padres cumplimentando grados

Llamémoslas así. No es un dinero que el estudiante pueda destinar a pagar la matrícula que, insisto, es la misma que tendría que pagar en España, sino para vivir. Estos créditos los concede el Estado a interés cero, y se devuelven cuando, superados los estudios, la persona ha conseguido trabajo y tiene ingresos suficientes para devolver la cuantía gastada. Estamos ante una realidad distinta, por lo que hay que articular soluciones distintas. El máster no está pensado para que el estudiante se quede en casa de sus padres cumplimentando grados. Está pensado para que el estudiante amplíe horizontes: académicos, lingüísticos y vitales.

Dado el nivel de idiomas del estudiante español, ¿le resultará asequible el Espacio Europeo de Educación Superior?

Será asequible, porque un estudiante de 20 años que vive un año en otra lengua aprende el idioma. El programa Erasmus lo ha evidenciado.

Precisamente, aparte de muy divertido y muy formativo en el ámbito personal y de madurez emocional, si se quiere, ¿se sabe cómo ha ampliado Erasmus el conocimiento del alumnado?

El propósito de Erasmus no es ampliar conocimiento, es cumplimentar un curso en un país diferente al propio y conocer una realidad diferente, adquirir experiencias personales muy enriquecedoras. Y sirve para que los estudiantes se acerquen al bilingüismo, algo que sólo se puede conseguir viviendo en otra lengua en otro país.

Se habla de una posible mercantilización de la Universidad, en definitiva, que puede que pierda la función social de formar personas y no sólo trabajadores cualificados. ¿Bolonia pone en peligro ese espíritu?

También se dice que la universidad se va a privatizar. Creer esto radica en un problema cultural de no entender que la universidad española, y la universidad europea, es una universidad fundamentalmente pública, siempre lo ha sido y lo va a seguir siendo, puesto que responde a la concepción de que la Universidad es un servicio público. Este valor está arraigado en el sistema y es irrenunciable. Es compatible con que haya universidades privadas. Ya las hay, pero dudo mucho que su número aumente con Bolonia.

Insistiendo en el tema, ¿Bolonia entiende que la Universidad no es una academia para formar profesionales?

En España estábamos llegando a niveles de analfabetismo funcional en los titulados

Ningún sistema educativo sirve para formar profesionales. Aunque lo intente. Los profesionales se forman con el ejercicio profesional. Sin embargo, sí se pueden ampliar los conocimientos teóricos en el ciclo formativo, y acercar a las personas al ejercicio de su profesión. No podemos seguir dando títulos de licenciatura en Derecho a personas que no son capaces de manejar bases de datos jurídicas. En Alemania había un examen de Estado para conseguir el título y había que acreditar conocimientos más allá de los temarios. En España, aunque no gusta oírlo, estábamos llegando a niveles de analfabetismo funcional en los titulados.

¿Los planes de estudio que están diseñando las distintas y numerosas universidades españolas coinciden con los planes de estudio de las diferentes universidades europeas?

Coinciden las estructuras, pero en los contenidos rige la autonomía universitaria.

¿Cómo puede entenderse la obtención de una titulación superior cuando por encima hay dos grados más?

La formación con Bolonia es progresiva. El Grado dota de una formación general que permite el acceso a la especialización. El estudiante adquiere conocimientos generales que le permiten concretar con el máster su especialización.

¿Para cuándo un Plan Bolonia para la Educación Primaria y Secundaria?

Antes hay que conseguir un Pacto para la Educación. Los responsables deberían sentarse y obligarse a lograr un acuerdo profundo y prorrogable en el tiempo.

El practicum

Para obtener el Grado, el estudiante tiene que cursar lo que se conoce como el “practicum”, es decir, cumplimentar una serie de horas en una entidad que tenga como objeto la materia de su formación. El “práctico” dura tres meses. Zugaldía matiza que “no significa que el estudiante esté de sol a sol trabajando sin cobrar durante ese tiempo”. Es más, “la realidad es que, por lo general, un estudiante más que quitar trabajo lo da: destinar recursos personales a atenderle no es la panacea para una empresa o institución”, entiende el catedrático de Penal, que alerta de que no hay que confundir la asignatura con el contrato en prácticas en empresas. “El contrato en prácticas en empresas es una figura del Estatuto de los Trabajadores de 1985 que precisa que el trabajador ya sea titulado universitario. Por tanto, no puede ser un estudiante”, insiste.

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