Los logros obtenidos en física cuántica merecen el premio Nobel

La Academia de Ciencias sueca reconoce los esfuerzos de dos rusos y un británico por desarrollar, entre otros campos, en el de la medicina
Por EROSKI Consumer 8 de octubre de 2003

Los investigadores rusos Alexei Abrikosov y Vitaly Ginzburg, así como al británico Anthony Leggett, han sido recompensados con el premio Nobel de Física 2004 por unos trabajos que fueron determinantes para esclarecer dos fenómenos de la física cuántica: la superconductividad y la superfluidez.

Los materiales superconductores se utilizan en las imágenes magnéticas en el diagnóstico médico y también en física, en los aceleradores de partículas. Asimismo, el conocimiento de los líquidos superfluidos ayudan a los científicos a conocer mejor el comportamiento de la materia en sus estados energéticos más bajos y ordenados.

La primera página del libro de la superconductividad se escribió a principios del siglo pasado, cuando en 1911 el físico holandés Heike Kammerling Onnes desarrolló las primeras técnicas criogénicas para enfriar muestras de materiales hasta algunos grados por encima del cero absoluto (-273,15 grados centígrados). Este investigador fue el primero que consiguió llevar el helio por debajo de su punto de licuefacción, abriendo las puertas a las temperaturas muy bajas. En aquella época -fue galardonado con el Nobel en 1913- el laboratorio de Onnes era uno de los pocos en el mundo que disponía de la capacidad tecnológica suficiente como para estudiar las propiedades de la materia a bajas temperaturas.

En la década de los treinta se observó la superconductividad en cuerpos compuestos, pero hasta 1950 Frölich no intentó ofrecer una explicación de lo que sucedía dentro de un superconductor. En esa década, el físico ruso Alexei Abrikosov describió la teoría básica del comportamiento de un superconductor respecto a un campo magnético externo. Abrikosov se apoyó en las conclusiones de trabajos realizados por Vitaly Ginzburg -con quién comparte ahora el Nobel de Física- y por Landau. Sin embargo, hasta 1957 la comunidad científica no tuvo conocimiento de la teoría cuántica que explicaba de una forma más comprensible el fenómeno de la superconductividad. Bardeen, Cooper y Schrieffer recibieron por ello el Nobel de Física en 1972.

Junto con los rusos Abrikosov y Ginzburg, el Nobel de Física de este año se ha concedido al británico Anthony Legget, que logró explicar la superfluidez del helio-3, un fenómeno físico largamente buscado por los investigadores y cuya observación experimental por parte de Lee, Osheroff y Richardson también fue reconocida con el Nobel de Física en 1996.

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