Castigar o premiar al perro: cómo hacerlo sin equivocarse

Fomentar los refuerzos positivos y regañar lo justo ayuda a que el perro desarrolle conductas adecuadas
Por Carolina Pinedo 30 de enero de 2012
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Imagen: Tobyotter

Muchos dueños tienen la duda de cuándo y cómo castigar o premiar a su perro. Cuando se hace de manera correcta, el perro aprende las normas básicas de convivencia, que le permiten desenvolverse sin problemas con su familia humana. Pero si no se hace bien hay riesgo de agravar las conductas indeseadas.

La educación del perro debe basarse en los refuerzos positivos. Es decir, frente a una actuación correcta del animal, se le premia de manera verbal y con caricias. De esta manera, el perro entenderá qué es lo que se espera de él y repetirá la conducta adecuada.

Para premiar el comportamiento del perro, se puede tener a mano algún alimento específico, como unas galletitas caninas, y ofrecérselas cuando haga lo que se espera de él. Pongamos un ejemplo, si se le pide que acuda a la llamada y lo hace rápido, se premia su obediencia.

Si se opta por la galletita como premio, hay que acompañarla siempre con elogios y caricias. Eso sí, hay que tener cuidado con el picoteo entre horas, porque su exceso, puede desequilibrar la dieta.

Nunca se debe usar el castigo físico, porque se crea en el animal miedo e inseguridad
Sin embargo, no es necesario ofrecerle siempre algo de comer como recompensa. El perro agradece y valora mucho más el reconocimiento de sus dueños a través de las caricias y felicitaciones. Sabe muy bien cuando su dueño está contento o enfadado por su comportamiento.

Los refuerzos positivos deben ofrecerse siempre tras una acción correcta del perro. Es la forma de conseguir que el animal no deje de repetir el comportamiento que ha aprendido. Por ejemplo, si se está trabajando el hecho de que acuda a la llamada del dueño, siempre que lo haga bien hay que felicitarle.

Los primeros meses de vida son claves

Un perro tiene mayor capacidad para aprender en los primeros meses de vida. Cuanto mayor sea, más complicado será manejarle y hacerle acatar las normas básicas de convivencia . Hay que intentar comprender cómo piensa el perro. Él no entiende de reglas y de normas. No sabe qué son, ni para qué sirven. Por ello, resulta complicado que las acepte. Sólo a base de repetir e insistir, con paciencia y cariño, se logran los resultados esperados.

Hay que tener en cuenta que el aprendizaje dura toda la vida, así que hay que recordarle lo que ha aprendido y reforzarle con premios, cuando acata las normas correctamente. El dueño cumple un papel fundamental en la educación. Desde el principio hay que dejar claro quién manda, con seguridad, constancia y paciencia.

Un aspecto importante para que el perro esté bien educado y no se planteen problemas de convivencia es dejar claro que el animal ocupa el último lugar en la jerarquía familiar. Si hay niños en casa, los mayores deben supervisar sus acciones con el perro. De esta manera, se evitan conflictos y se consigue que el animal comprenda que hay un jefe que marca la pauta para todos.

Cómo se riñe al perro

El castigo físico nunca se debe usar, porque se crea en el animal miedo e inseguridad. Las regañinas no deben ir acompañadas de violencia y deben producirse lo menos posible. Hay que reñir al perro de pié, como forma de reforzar la posición jerárquica superior de los dueños. Se le puede aplicar presión en el cuello con la mano, para que el perro se mantenga sentado mientras se le riñe de manera verbal. No es necesario gritar, con el tono de voz, el perro comprende que sus dueños no están contentos con su comportamiento.

La reprimenda debe ser breve y, una vez que se ha hecho, no hay que insistir más. Los castigos nunca se aplican cuando no se consigue lo que se espera del animal, sino justo en el momento en que actúa de manera incorrecta. La educación del perro tiene que comenzar cuando es un cachorro y debe ser constante y coherente. Por ejemplo, si desde el principio no se permite al perro pedir comida en la mesa, hay que mantener la norma siempre.

La mejor manera de conseguir los objetivos propuestos en cuanto a la educación del perro es tener: constancia, paciencia y, dejar claro quien manda, con firmeza, justicia y flexibilidad.

Las regañinas no deben ir acompañadas de violencia y deben producirse lo menos posible
También hay que considerar que la falta de dedicación de tiempo y atención es la causa más común de los problemas de comportamiento del perro. En cuanto al juego, desempeña un papel importante para establecer una relación afectiva y es una buena terapia, que permite al cachorro liberar su energía. Jugar con el perro ayuda a crear lazos afectivos y complicidad.

Consejos
  • Comenzar, desde que el cachorro llega a casa, a enseñarle unas normas básicas de comportamiento.

  • Utilizar siempre los refuerzos positivos, es decir premiar las conductas adecuadas. Deben repetirse siempre, tras una conducta adecuada del perro frente a determinada situación.

  • No abusar del picoteo para premiar al perro, con caricias y felicitaciones se consiguen mejores resultados.

  • Regañinas las justas y nunca debe usarse la violencia. Con reprender a través del tono de voz es suficiente.

  • Coherencia a la hora de imponer normas y hacerlas cumplir. Una vez que se marca una pauta, no se puede ceder.

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