Por qué no deberías atar al perro en la puerta de una tienda

Dejar al perro atado en la calle tiene varios riesgos. Además, si se aprueba el anteproyecto de la Ley de Protección Animal, es probable que en unos meses se prohíba
Por Sonia Recio 18 de abril de 2022
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Imagen: rafabelincanta
Aunque los establecimientos son cada vez más permisivos, todavía hay lugares donde los perros no son bienvenidos. En estos casos, dejar a nuestro compañero peludo en la calle mientras hacemos la compra o realizamos una gestión no es una buena idea. Te damos seis razones para no hacerlo.

Son muchos los comercios que tienen una zona habilitada cerca de la puerta para que los perros esperen a sus dueños mientras hacen la compra. El espacio suele tener unos ganchos anclados a la pared y puede que hasta un bebedero con agua para que los canes se refresquen durante la espera. Si bien estos aparcamientos perrunos son un servicio extra que prestan las tiendas a sus clientes —evitando así que dejen atados a los animales en otros lugares, como un árbol, una farola o la pata de un banco—, antes de usarlos deberíamos pensarlo dos veces.

La calle no siempre es un entorno seguro para que un perro esté sin vigilancia. Los animales pueden sufrir agresiones de otros congéneres o de humanos. También están más expuestos a posibles robos, sobre todo sin son de raza o muy jóvenes.

Si el anteproyecto de la Ley de Protección Animal sale adelante, es más que probable que en unos meses se prohíba dejar a un can atado en la puerta de un negocio. Según se recoge en uno de los artículos del texto legal, los animales de compañía no podrán permanecer en una vía pública sin la supervisión presencial de la persona que esté a su cuidado.

Independientemente de lo que ocurra con esta ley, conviene recordar que con la reciente reforma de Código Civil los animales han dejado de ser cosas. Ahora son reconocidos como sujetos de derecho y su bienestar, por tanto, cobra importancia por encima de otras cuestiones. Quizá dejarlos amarrados en plena calle, mientras nos vamos de compras o a tomar un bocadillo, no sea la mejor manera de garantizar su confort y felicidad.

Seis razones para que el perro no espere fuera

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Imagen: wal_172619

Aunque lo deseable sería compartir con nuestro perro todas las actividades del día, siendo realistas, la mayoría de las veces esto no es posible. Por ello, si sospechas que no le permitirán la entrada en ciertos sitios, deberías dejarle en casa, en lugar de atado en la calle esperándote. Estas son las principales razones:

  • 1. Un perro necesita compañía. Dejarlo en la calle, aunque sea por dos minutitos para hacer un recado, le provocará bastante desasosiego. El que ladre y gima no es por capricho, es porque te echa de menos y quiere llamar tu atención. Esta conducta seguramente provocará molestias a los vecinos: a nadie le gusta escuchar ladridos reclamando la presencia de su dueño.
  • 2. El clima también afecta a esa espera. Si hace demasiado frío o calor, el animal estará aún más incómodo. Un perro atado no se puede poner a la sombra o resguardarse de la lluvia: deberá soportar estoicamente a que el humano reaparezca.
  • 3. No todos los canes están acostumbrados a los sucesos imprevistos de una vía pública. El ruido excesivo —el de una obra, por ejemplo—, el tráfico, los niños corriendo, los patines que pasan al lado, el estruendo de un petardo u otros perros paseando por la acera provocarán que el animal tenga miedo, se altere y se muestre ansioso. En estos casos puede reaccionar de dos maneras: intentando huir, con lo que tratará de liberarse tirando de la correa, con el consiguiente riesgo de ser atropellado o perderse; o mostrándose agresivo al sentirse intimidado, pudiendo morder a una persona o a otro animal.
  • 4. Dejar a un perro sin vigilancia es exponerse a que le agredan. Cualquier transeúnte puede molestarle e incluso pegarle; además, otros canes pueden atacarle. Recuerda que al estar atado le será imposible huir.
  • 5. Quizá cause un accidente. La probabilidad de que una persona tropiece con él o con la correa (a veces son más largas de lo que deberían) es alta.
  • 6. Pueden robar a tu perro. Atado en la puerta de un establecimiento está completamente indefenso. Cualquiera puede desatarlo y llevárselo con total tranquilidad. Los canes de raza son muy demandados, ya que se pueden vender fácilmente y a precios muy elevados. También se sustraen perros para cría, peleas (son ilegales, pero mueven mucho dinero) o experimentación animal.

Un último consejo: si no tienes más remedio que entrar en un establecimiento que no permita la entrada de perros y te ves obligado a dejar a tu compañero de cuatro patas en la puerta, átalo en una zona donde puedas verlo y procura tardar el menor tiempo posible.

Establecimientos Pet Friendly

En los últimos años se han popularizado los negocios y establecimientos Pet Friendly (mascota amigable). En estos espacios, a los que se han sumado los medios de transporte, el acceso con animales está permitido siempre que se cumplan una serie de normas. Estas son algunas de las más comunes:

  • Los perros deben estar desparasitados, tener la cartilla de vacunación al día (en los hoteles pueden pedirla al hacer el check in) y haber pasado sus pertinentes revisiones veterinarias.
  • Han de estar identificados, tanto con microchip como con una placa en el collar.
  • Tienen que permanecer atados con la correa (la longitud de la tira puede estar normada para evitar accidentes), así como llevar bozal donde y cuando lo exija el establecimiento.
  • En ciertas zonas los animales pueden tener restringida la entrada en todo momento o durante determinadas horas del día.
  • El respeto a otros animales (sean de la especie que sean) y a las personas es imprescindible.
  • Siempre es obligatorio cumplir con las normas que establezca el establecimiento de forma específica (por poner un ejemplo, pueden establecer limitaciones al peso y tamaño del animal).

Así puede ser la Ley de Protección Animal

Aunque el anteproyecto de la Ley de Protección Animal aún no está aprobado, ya que tiene que pasar aún por las Cortes, en su artículo 32 recoge ciertos aspectos que podrían afectar a la costumbre de dejar a los perros atados en la vía pública, prohibiéndola. Así versa el citado artículo: «Los animales de compañía no podrán permanecer atados ni podrán deambular por espacios públicos sin la supervisión presencial por parte de la persona responsable de su cuidado y comportamiento«.

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