Tengo un terrario: qué hago en invierno

Los animales que viven en el interior de un terrario son ectotérmicos, más conocidos como de sangre fría. No son capaces de regular su temperatura corporal mediante procesos fisiológicos internos (como sí hacen los mamíferos, por ejemplo), por lo que dependen de la temperatura ambiental y de su conducta para regular su metabolismo y sobrevivir. 

Acostumbrados a temperaturas cálidas y, muchas veces, húmedas, el frío afecta mucho a estos animales. Se muestran mucho menos activos, comen lo justo e incluso algunos entran en brumación (reptiles y anfibios) o diapausa (reptiles), lo que conocemos como hibernación en los mamíferos. Si la temperatura desciende más de la cuenta, el animal puede llegar a fallecer, ya que su metabolismo no está preparado para combatir el frío.

Aunque la mayoría de las casas cuentan con sistemas de calefacción, para los moradores de un terrario esta circunstancia puede llegar a ser insuficiente. Estos animales necesitan estar a un rango térmico sin grandes oscilaciones, lo que no suele darse en las viviendas: quien más, quien menos desconecta la calefacción en algún momento del día. Suplir estos apagones térmicos es imprescindible para que nuestros compañeros estén felices al otro lado del cristal.

El primer paso es instalar uno o varios termómetros en el terrario. ¿El motivo? Conocer la temperatura que tiene la instalación en todo momento. Para que sea efectivo, el termómetro debe colocarse en verano o primavera; de esta forma, conoceremos el rango térmico óptimo en el que debe estar el animal y lo podremos reproducir durante el invierno.

El tamaño del terrario condiciona su temperatura interior, con lo que deberás poner uno o más termómetros para saber cuál es la cifra adecuada.

• Si la instalación es grande, tendrá distintas zonas acondicionadas, con lo que los grados pueden variar de unas a otras.
• Si el terrario es pequeño, lo habitual es que mantenga unas condiciones climáticas similares en todo el espacio. 

Una vez conozcas el rango térmico adecuado, solo tendrás que reproducirlo durante todo el año. Estos aparatos ayudan en esta tarea:

Imprescindibles en cualquier terrario, proporcionan calor al animal, mejorando su bienestar. Hay distintos tipos de lámparas calefactoras:

• De calor infrarrojo. No despenden luz, por lo que pueden ser utilizadas en cualquier momento del día al no interferir en los biorritmos del animal. 
• Cerámicas. Estas bombillas pueden alcanzar unas temperaturas muy elevadas, así que es obligatorio colocarlas fuera para evitar que el animal entre en contacto con ellas. 
• De vapor de mercurio. Proporcionan luz, calor y radiación ultravioleta. No se recomiendan para instalaciones pequeñas al ser demasiado potentes y elevar la temperatura demasiado. Asimismo, conviene respetar el número de horas de conexión diaria máxima recomendadas por el fabricante con el fin de no dañar al animal. 

💡 ¡Importante! Las lámparas cerámicas calientan de forma similar a como lo haría la luz solar, pero no emiten luz. Son perfectas para los animales de ecosistemas desérticos, ya que proporcionan un calor seco. Por eso no son aptas para especies que precisen de humedad para sobrevivir, puesto que resecan en exceso la piel.

Son una de las soluciones más sencillas para asegurar el confort térmico del terrario. Los cables calefactores son muy versátiles, ya que pueden colocarse en toda la superficie de la instalación (lo que proporcionaría un calor uniforme) o en zonas concretas, en función de lo que necesite el animal (en el refugio, por ejemplo). Incluso se emplazan en espacios verticales. 

La gran mayoría de los cables calefactores son resistentes al agua (los hay incluso sumergibles) y a la humedad, por lo que son aptos para terrarios en los que residen especies tropicales.

Reproducir los hábitats climáticos de las especies es realmente cómodo con este accesorio. Las mantas térmicas emiten calor de forma homogénea, y es posible elegir distintas potencias y tamaños. Pueden colocarse tanto en el exterior como en el interior del terrario; en este último supuesto han de estar separadas del contacto directo con el animal (con un cristal, por ejemplo) para evitar quemaduras. 

Es aconsejable escoger una manta equipada con regulador de temperatura, con el fin de ajustar el rango de grados a lo que realmente necesite el animal en cada momento concreto; y también con termostato, para que se conecte cuando sea preciso.