Las comidas y cenas navideñas hacen que el consumo de alimentos aumente en estas fechas. Los productos de kilómetro cero, elaborados cerca del consumidor, son una forma de reducir el impacto ambiental y económico que supone su producción, transporte y comercialización. Este artículo señala ocho razones para consumir productos de kilómetro cero en Navidades.
1. Consumir productos más frescos y sabrosos
Los productos alimenticios recién extraídos, como frutas o verduras, tienen más propiedades y un mejor sabor y olor, al estar frescos. Además, no tienen que recibir los tratamientos de conservación o congelación que requieren los traídos desde lejos. Se protege así también la elaboración de platos típicos basados en productos locales.
2. Emitir menos gases de efecto invernadero
Los productos locales deberían estar en todo menú navideño bajo en carbono que se precieEl sector de la alimentación representa entre el 20% y el 25% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) globales. Por tanto, los productos locales deberían estar en todo menú navideño bajo en carbono que se precie. La transformación o congelación de un alimento para conservarlo y transportarlo a largas distancias conlleva el uso de energía y diversos procesos industriales que lanzan a la atmósfera diversos gases de efecto invernadero (GEI), implicados en el cambio climático, sin olvidar que requieren de un empaquetado que demanda el uso de plástico y energía.
3. Reducir el impacto ambiental del transporte internacional de productos
Además de las emisiones de GEI, el transporte internacional de productos supone un impacto ambiental en forma de contaminación, mayor generación de residuos o el movimiento de especies de otros lugares que pueden producir diversos problemas ambientales y económicos al convertirse en invasoras en el nuevo hábitat. Al acortar las distancias, la huella ecológica en los productos de kilómetro cero es mucho menor.
4. Disminuir el desperdicio de alimentos
La tercera parte de los alimentos producidos al año en el mundo para el consumo humano (unos 1.300 millones de toneladas) se pierden o desperdician, según la ONU. En España, los hogares tiran a la basura más de 3,5 millones de kilos de comida al día, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA). Los alimentos locales son más frescos y cercanos a los consumidores, de manera que reducen las posibilidades de que se estropeen durante su traslado a los puntos de venta.
5. Defender a las especies autóctonas en peligro
Las plantas y los animales que se utilizan en todo el mundo para consumo humano se reducen a unos pocos. La Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) recuerda que la diversidad zoogenética y filogenética mundial se está perdiendo. Mantener esta diversidad genética es fundamental para que se puedan suministrar más productos alimenticios y más posibilidades de hacer frente a situaciones de emergencia, como el cambio climático, las enfermedades o los cambios socioeconómicos. Por ejemplo, a finales de 1830 un hongo desconocido en Europa casi acabó con las patatas en el continente, pero la plaga se pudo controlar gracias a los ejemplares resistentes autóctonos que se trajeron de América del Sur. La producción local trata de conservar también especies autóctonas que de otra manera desaparecerían.
6. Apoyar a la economía local
El consumo de productos de kilómetro cero mantiene y refuerza la economía local, en especial los pequeños y medianos productores, que pueden así conservar las variedades autóctonas. Una población que cuida el empleo de forma local beneficia a toda la comunidad.
Por otra parte, el consumidor puede convertirse en productor, por lo menos de algunos de sus alimentos, si cultiva en un huerto urbano. De esta manera, además de practicar una afición saludable y ecológica, se ahorra dinero en la cesta de la compra y en Navidades se puede sorprender a los comensales señalando que alguno de los alimentos del menú son producidos en un huerto propio.
7. Son una opción original para comer fuera
Cada vez son más los hosteleros que incluyen en su carta productos locales. Hasta algunos abren restaurantes de kilómetro cero para ofrecer platos «buenos, limpios y justos», según sus impulsores. Estos últimos se identifican con una placa otorgada por los responsables del sistema Slow Food (Convivium) y pueden ser una forma original y más sostenible de hacer alguna de las comidas navideñas.
8. Convertirse en consumidores más sostenibles
Los ciudadanos se preocupan cada vez más del modo en el que consumen para ser más sostenibles. Una manera de conseguirlo es informarse sobre el origen de los productos y los métodos de elaboración. Los productos de kilómetro cero encajan más con esta forma de consumir. Las etiquetas o certificados son una de las principales maneras que tienen las personas de comprobar la información del origen del producto.