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El cambio climático agrava las enfermedades respiratorias
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que el cambio climático es la mayor amenaza para la salud pública en el siglo XXI. La contaminación atmosférica afecta especialmente a pacientes con enfermedades respiratorias como el asma y la EPOC. Por otro lado, fenómenos como los incendios, las olas de calor y el alargamiento de la temporada de polen disparan el riesgo de alergias y problemas cardiovasculares.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), el cambio climático provoca 88.200 muertes prematuras al año por enfermedades respiratorias crónicas. De ellas, 35.000 se deben a la contaminación del aire y 28.000 a temperaturas extremas. Un estudio realizado en Madrid y Barcelona reveló que entre 2006 y 2019, las altas temperaturas estivales fueron responsables del 16-22 % de las muertes hospitalarias por problemas respiratorios.
Pero el sector sanitario también contribuye a las emisiones: representa entre el 4 % y el 5 % de las emisiones globales. Los medicamentos suponen la principal fuente de contaminación (entre el 20 % y el 35 % del total). En especial, los gases fluorocarbonados, como los gases anestésicos o los propelentes utilizados en algunos inhaladores, tienen un importante impacto ambiental debido a sus emisiones directas.

¿Qué tipos de inhaladores hay?
En España, los inhaladores autorizados se clasifican en diferentes tipos según el mecanismo que emplean para administrar el medicamento. Los más utilizados son los de cartucho presurizado (pMDI, Pressured Metered-Dose Inhaler) y los de polvo seco (DPI, Dry-Powder Inhaler). La elección de cada dispositivo depende de factores como la capacidad del paciente para usarlo de modo correcto, la técnica de administración necesaria y la recomendación del profesional sanitario.
- Los inhaladores pMDI contienen un cartucho metálico con el medicamento disuelto en un gas propelente, generalmente hidrofluorocarbonos. Al accionarlo, libera un aerosol con partículas del fármaco, proporcionando una dosis controlada.
- Los inhaladores DPI no necesitan propelentes; liberan el medicamento en forma de polvo, que el paciente debe inhalar a través de una inspiración profunda.
- Además, hay otro tipo de inhaladores, los de niebla fina (SMI, Soft Mist Inhaler), que presenta características similares a los pMDI, pero sin usar gases propelentes.
El impacto ambiental de los inhaladores
Los hidrofluorocarbonos presentes en los inhaladores pMDI son gases de efecto invernadero altamente potentes que aceleran el calentamiento global.
En nuestro país, de acuerdo con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), los inhaladores pMDI representaron el 46 % de las prescripciones totales en el Sistema Nacional de Salud (SNS) en 2023, lo que equivale a unos 14 millones de unidades vendidas. Esto se traduce en cerca de 400.000 toneladas de CO2 al año, un volumen comparable al consumo eléctrico anual de unos 85.000 hogares.

Conscientes de su impacto, el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea han aprobado un reglamento que establece una reducción progresiva del uso de estos dispositivos hasta 2030, con el objetivo de reducir las emisiones contaminantes y promover alternativas más ecológicas.
La normativa, que ya está en vigor, exige que todos los inhaladores que contengan gases fluorados indiquen en sus etiquetas y prospectos tanto la cantidad de estos gases en gramos como su equivalente en dióxido de carbono (CO2) en términos de su potencial de calentamiento global. Además, si el espacio lo permite, deberá incluirse la advertencia «contiene gases fluorados de efecto invernadero» y detalles sobre su impacto ambiental.
Respirar sin contaminar
Con el objetivo de fomentar una prescripción más sostenible de inhaladores, el Ministerio de Sanidad ha establecido una serie de recomendaciones dirigidas a los profesionales sanitarios:
🔸 Confirmar el diagnóstico
Un diagnóstico erróneo puede generar un uso innecesario de inhaladores, lo que incrementa su impacto ambiental. Por el contrario, el infradiagnóstico puede provocar un mayor número de crisis respiratorias, lo que también eleva el uso de estos dispositivos.
🔸 Controlar de manera adecuada la enfermedad
El mejor inhalador es aquel que consigue un control efectivo de la enfermedad, mejora la adherencia del paciente y minimiza los efectos secundarios, independientemente de su huella de carbono. Un mal control de la enfermedad puede llevar a un uso excesivo de inhaladores de rescate, por lo general presurizados, lo que no solo aumenta el impacto ambiental, sino que también eleva las visitas a urgencias y hospitalizaciones, actividades que también contribuyen de manera significativa a la huella de carbono.
🔸 Considerar el tipo de inhalador
No se recomienda cambiar el inhalador de un paciente cuando su enfermedad está controlada basándose exclusivamente en criterios medioambientales. Si se considera necesario un cambio por razones clínicas, la decisión debe tomarse siempre en consenso con el paciente, respetando su voluntad y preferencia, salvo en situaciones donde exista una justificación clínica clara.
Además, hay ciertos casos en los que se desaconseja el uso de inhaladores de polvo seco debido a sus requisitos específicos de manejo, como en pacientes menores de 8 años, aquellos con flujos inspiratorios bajos, pacientes que experimentan broncoespasmo o quienes no pueden realizar correctamente la técnica inhalatoria con este tipo de dispositivos.
🔸 Mejorar el uso del inhalador y promocionar la educación terapéutica
Para evitar dosificaciones excesivas o un control inadecuado de la enfermedad, lo que podría resultar en el empleo de inhaladores con mayor huella de carbono o incluso en la necesidad de hospitalización, es crucial que los pacientes reciban formación adecuada sobre el manejo de su inhalador. La educación terapéutica no solo optimiza el control de la patología respiratoria, sino que también fomenta el reciclaje de los dispositivos y maximiza la efectividad de los medicamentos.
🔸 Reciclar los inhaladores
Aproximadamente un 30 % de la huella de carbono de los inhaladores pMDI se genera incluso cuando el dispositivo no contiene medicamento activo, ya que el gas propelente restante sigue liberándose al medio ambiente. Además, es habitual que los inhaladores se desechen debido a cambios en el tratamiento o a la caducidad del dispositivo, aun cuando contienen una cantidad considerable de medicamento activo y propelente.
El estudio AIRE (Análisis perceptivo de los inhaladores Reciclados) revela que menos de la mitad de los pacientes lleva sus inhaladores usados o caducados a los puntos establecidos por el sistema integrado de gestión y recogida de envases (SIGRE) en las farmacias.
Es fundamental que los profesionales sanitarios conciencien a estas personas sobre la importancia de depositar los inhaladores vacíos, caducados o no utilizados en los puntos SIGRE, contribuyendo así a su reciclaje adecuado y reduciendo su impacto ambiental.