Los consumidores son esenciales en la transición hacia un modelo de economía circular, que sustituya el concepto de caducidad por el de conservación y dé valor a los residuos generados. Pero de poco serviría si las autoridades públicas no mejoraran la gestión de los residuos municipales o no fomentaran un transporte público impulsado por energía renovable. También resulta fundamental que las empresas se impliquen. Y ya lo están haciendo. Te contamos a continuación algunos ejemplos que demuestran que la economía circular es real.
El papel de las empresas en la economía circular
El compromiso con un modelo de producción más circular forma parte de la filosofía de algunas empresas desde hace años. “Ya se ha avanzado mucho en la reducción del desperdicio de alimentos en la cadena de producción y suministro y en el desarrollo del ecodiseño para evitar su sobreenvasado”, cuenta Idoia Marquiegui, directora de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED), que agrupa a empresas del sector agroalimentario, textil y electrónico.
Por ejemplo, se llevan a cabo prácticas de sensibilización entre los clientes, mejoras en la gestión de stock de alimentos frescos y perecederos. También se impulsa la compra de productos frescos de kilómetro cero y se realizan ofertas y promociones en los alimentos con fecha de consumo preferente o de caducidad próxima. Por otra parte, el sector ha desarrollado materiales más sostenibles y criterios de ecodiseño para reducir los plásticos de un solo uso.
“Tanto en este como en otros asuntos medioambientales, la magnitud global de los desafíos nos tiene que hacer conscientes de la importancia de la cooperación leal entre instituciones, empresas y países”, recuerda Marquiegui. Y, en ese sentido, “los ciudadanos deben ser una pieza central en esta transición”, concluye.
Ejemplos de economía circular en España
Y son muchas las empresas españolas que incluyen la economía circular como base de su sistema de fabricación y producción. Estos son algunos ejemplos:
- La empresa guipuzcoana Eko-rec produce bienes fabricados con productos 100 % reciclados para el sector de la automoción o el alimentario a partir de residuos plásticos de PET.
- La empresa valenciana CM Plastic Recycling fabrica mobiliario urbano y señales a partir de residuos de plástico.
- La iniciativa ReMAD del Ayuntamiento de Madrid facilita el intercambio de objetos entre ciudadanos en los puntos limpios fijos de Madrid. Un ciudadano deja un objeto que ya no usa para darle una segunda vida y obtener otro que le interese.
- El proyecto Second Life Melilla de Endesa reutiliza baterías de vehículos eléctricos para garantizar la seguridad del suministro eléctrico en la ciudad autónoma, un sistema aislado de la red eléctrica.
- La marca de ropa Ecoalf emplea materiales reciclados, como neumáticos, poliéster y hasta posos de café, para fabricar textiles.
- El proyecto europeo RobinFood tiene como objetivo evitar el excedente de toneladas de alimentos procedentes de pequeños productores. También busca dar empleo y oportunidades a personas en riesgo de exclusión y generar nuevos productos saludables para su venta a nivel internacional. Esta iniciativa es fruto de un acuerdo entre Eroski, el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT Food) y la start-up RobinGood, y se ha puesto en marcha en España, Bélgica y Países Bajos.
La jerarquía de residuos: sus cinco niveles
La gestión de basura para conseguir una mejor salud ambiental debe seguir estas pautas:
Imagen: Tom Fisk
1. Prevención. Se debe reducir el uso de materias primas y la generación de residuos, evitando el consumo innecesario y mejorando el diseño y fabricación de los productos.
2. Reutilización. Si es inevitable, la reutilización de este producto ha de ser la prioridad. Si es necesario, se puede reparar, restaurar, remanufacturar o buscarle funciones alternativas para alargar su vida útil.
3. Reciclaje. Si no se puede dar otro uso, se debe optar por su reciclado. La gestión de los residuos municipales tiene un alto margen de mejora. Por ello, en los próximos años, los ayuntamientos que no lo hayan hecho ya incorporarán nuevas fracciones de recogida separada:
- Antes de 2022, las poblaciones superiores a 5.000 habitantes deben hacer la recogida separada de residuos orgánicos con destino el compostaje. Antes de 2023, todos contarán con esa separación.
- Antes de 2025, deberán hacer la recogida separada de aceite de cocina usado.
- A partir de 2025, será también obligatorio disponer de la recogida separada y gestión del residuo textil.
4. Incineración. Cuando un residuo no puede ser reciclado, la opción debe ser su valoración energética, es decir, la obtención de energía a través de su incineración.
5. Vertederos. Hay que evitar siempre que el fin del camino de este residuo sea el vertedero. Además, se debe favorecer su trazabilidad para reducir el abandono en el medio ambiente y su llegada al mar.