La protección del medio ambiente y la seguridad alimentaria han hecho que en los últimos diez años la llamada «agricultura ecológica» se haya hecho con un hueco importante entre las preferencias de los agricultores y ganaderos europeos. Pero no sólo ellos se decantan por productos y métodos «bio». Concretamente, en España, los consumidores llegaron a gastarse en productos biológicos, a lo largo de 2001, cerca de 73 millones de euros, esto es, un 0,12% del gasto total en alimentación, según un informe elaborado por el periódico del sector agrario «El campo hoy».
El auge actual de la agricultura y ganadería ecológica se debe, según este estudio, a la proliferación de problemas de la índole de las vacas locas o la manipulación genética e irradiación de los alimentos, lo que ha generado una honda preocupación por las cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria. Al vigente desarrollo de la también llamada «agricultura biológica» ha contribuido además la toma de conciencia por parte de los consumidores de las cuestiones relacionadas con la seguridad alimentaria y los problemas medioambientales.
Según estimaciones de la Comisión Europea, aunque en 2000 sólo representaba el 3% del total de la superficie agraria útil de la UE, la agricultura ecológica se ha convertido en uno de los sectores agrarios más dinámicos dentro de la Unión. Entre 1993 y 1998, dicho sector creció anualmente alrededor de un 25% y se estima que, desde 1998, su crecimiento se ha cifrado en un 30% anual.
En cuanto a la diferencia entre la agricultura ecológica y otros sistemas de producción agrícola, por un lado, la ecológica favorece el empleo de recursos renovables y el reciclado en la medida en que restituye al suelo los nutrientes presentes en los productos residuales.
Y por otro, aplicada a la cría de animales, regula la producción de carne y aves de corral prestando particular atención al bienestar de los animales y a la utilización de piensos naturales. La producción ecológica evita la utilización de plaguicidas, herbicidas, abonos químicos, hormonas de crecimiento y antibióticos, así como la manipulación genética. Como alternativa, los productos «ecológicos», a través de técnicas innovadoras aplicadas a la maquinaria, contribuyen a mantener los ecosistemas y a reducir la contaminación.
En el pasado, el hecho de que los alimentos ecológicos fueran más caros que los convencionales, se consideró un freno a la expansión de este tipo de agricultura. Sin embargo, en la actualidad, es cada vez mayor el número de consumidores dispuestos a pagar más a cambio de mayores garantías de seguridad alimentaria y de calidad, según el trabajo de «El campo hoy».
En 1991, año en el que comenzó a funcionar el Consejo Regulador de la Agricultura Ecológica, había inscritas en España 346 fincas, que sumaban una superficie de 4.235 hectáreas. A cierre de 2001, había inscritos 15.607 productores ecológicos, que se corresponden con una superficie total de 485.079 hectáreas, un 2% de la tierra agraria útil de nuestro país, según datos de este organismo. Esta superficie está destinada principalmente al cultivo del olivo, cereales, leguminosas y frutos secos.
En lo que se refiere al ganado, en España existen 1.327 explotaciones ganaderas ecológicas, sobre todo vacuno y ovino, de las que la mitad se encuentran en Extremadura.
A pesar de estos registros, el informe revela que España está aún lejos de otros países comunitarios en lo que a consumo se refiere, aunque no en áreas de cultivo. Actualmente, nuestro país ocupa el cuarto lugar en Europa por superficie de agricultura ecológica, con esas algo más de 485.000 hectáreas, por detrás de Italia, con un millón de hectáreas, Alemania, con unas 800.000, y Reino Unido con cerca de 500.000.