El agua del Mediterráneo está que arde. Según datos proporcionados ayer por la Agencia Espacial Europea (ESA), entre el 8 y el 26 de julio la temperatura aumentó en diferentes puntos del Mediterráneo catalán y balear hasta 8 grados centígrados, pasando de los 22 a los 30 grados.
«Es un dato extremo», sostiene Carlos Duarte, profesor del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados. Explica que la máxima en la zona balear ha sido de 26,5 grados durante los últimos 20 años del siglo pasado, pero en lo que llevamos de éste, cuatro años han mostrado temperaturas superiores en un grado y medio o más de las habituales. Y el episodio más cercano al actual tuvo lugar en el año 2003, cuando el agua alcanzó en Baleares los 29,5 grados y en Cataluña los 27. Ahora, puntos de la costa de Tarragona y Gerona han rozado los 30 grados.
Duarte señala que 2001 también fue muy cálido. Por tanto -dice- «se están registrando temperaturas máximas cada dos o tres años, cuando en el último siglo la tasa de aumento era de un grado cada 25 años, de promedio». Aunque es difícil afirmar que un evento determinado es consecuencia del cambio climático, Duarte dice que es innegable que se ha producido «una sucesión de veranos cálidos durante seis años consecutivos», lo que demuestra que «la tasa de calentamiento se está acelerando».
Esto no es un hecho aislado del Mediterráneo, aunque «es particularmente sensible por ser un mar cerrado y con poco intercambio, lo que amplifica su respuesta», sino que se está dando en todo el hemisferio norte. Además, Duarte cree que habrá más episodios de este tipo a lo largo del año.