Así contribuye tu ropa al cambio climático (pero puedes evitarlo)

El de la moda es el segundo sector más contaminante. Con el reciclaje y la reutilización textil, echamos algo más que una mano contra el cambio climático
Por Mónica Timón 10 de noviembre de 2020
moda sostenible
Imagen: markusspiske

Si piensas en las acciones que más contaminan nuestro planeta, seguramente te vengan a la mente los transportes en avión y barco o la producción de alimentos. Pues ahí va una sorpresa: la moda está por encima de esas huellas humanas. Se posiciona como el segundo sector más contaminante, solo por detrás de la industria petrolera, pues produce el 20 % de las aguas residuales y el 10 % de las emisiones de carbono en el mundo. Nuestra ropa y el cambio climático tienen más relación de la que puede parecer a simple vista. Lo analizamos en el siguiente reportaje.

El impacto de la moda rápida o fast fashion en el medio ambiente

Ir a la moda tiene un impacto enorme en el medio ambiente. Por ejemplo: ¿sabías que un par de pantalones vaqueros se beben 7.500 litros de agua? Esa es la cantidad que se requiere para fabricarlos y equivale al agua que una persona ingiere como media en siete años. A este coste hídrico hay que añadir la huella de carbono derivada de los gases de efecto invernadero emitidos durante el transporte de la materia prima, del tejido y de las prendas, y el gasto energético necesario para su producción o el teñido de las fibras. Tras su uso, la gestión de los desechos y la reutilización de los residuos textiles es uno de los mayores retos de la industria en la actualidad, pues los océanos están ya repletos de las microfibras procedentes de la ropa.

La manera en que compramos, usamos y nos deshacemos de nuestras prendas tiene un gran impacto en el medio ambiente: desde el agotamiento de materias primas, hasta la contaminación de ríos, océanos y bosques, consecuencia de las fibras plásticas o de la ingente cantidad de residuos generados y que acaban acumulados en vertederos. Un impacto que se nota sobre todo en terceros países, donde se da la mayor parte de la fabricación. China es el primer exportador de ropa del mundo, seguido por la Unión Europea y Bangladés, según un informe de 2020 de Euratex, la Confederación Europea del Textil.

El abuso de recursos es consecuencia del modelo de producción y consumo que lleva décadas establecido en nuestra sociedad: el llamado fast fashion o moda rápida. Este sistema se basa en una producción acelerada de prendas a precios bajos o asequibles, que provoca en el consumidor nuevas necesidades constantes y la sensación de tener que comprar cada muy poco tiempo para llevar lo que dicta la moda. Además, su bajo precio nos invita a comprar mucho y desechar sin reparo, pues puede costar menos comprarse otra prenda que arreglar o buscar otro uso a la que ya tenemos.

Principios de la moda sostenible

Como respuesta a este modelo de gran impacto en el medio ambiente, hace años que algo se mueve dentro de la propia industria, que emplea a nivel global a más de 300 millones de personas y mueve más de un billón de euros al año, según el informe ‘Una nueva economía textil: rediseñando el futuro de la moda’, de la Fundación Ellen MacArthur.

La ola de sostenibilidad que avanza en otros sectores también ha llegado al textil con el desarrollo de la moda sostenible. Según Marina López, presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de España (AMSE), se basa en:

? Mayor cuidado y respeto al medio ambiente.

? Apoyo a la producción y la economía local o nacional.

? Protección de la salud de los consumidores, al no utilizar productos químicos para tintar las prendas, que pueden ser perjudiciales para la piel.

? Defensa de unas condiciones dignas y justas para los trabajadores.

? Uso de certificados que garantizan de dónde proviene el material o dónde se ha cosido esa prenda.

ropa Imagen: LUM3N

La explotación laboral en la fabricación de la ropa es un secreto a voces, denunciado por decenas de organizaciones e investigaciones plasmadas en documentales como The True Cost. “La mayoría de las grandes marcas confeccionan en Asia por sueldos mínimos y condiciones prácticamente de esclavitud”, alerta López. “Para vender una camiseta por 3 euros se debe abaratar todo el proceso de producción y es evidente que el precio lo están pagando en otro punto de la cadena”. Recientemente, más de 180 grupos en defensa de los derechos humanos han denunciado la complicidad de las principales marcas de moda en el trabajo forzado al que someten a millones de personas de la minoría uigur en la región de Xinjiang, en China. Más del 80 % del algodón del país asiático proviene de esta provincia, así como cerca del 20% de las prendas de algodón consumidas en el mundo.

Producción de los tejidos: sus efectos medioambientales y las soluciones

La producción de materias primas es responsable de una gran parte del impacto ambiental de la industria textil. El algodón ha sido históricamente el material dominante y, aunque es de origen natural, su producción tiene un gran impacto, ya que requiere de grandes cantidades de tierra, agua, fertilizantes y pesticidas.

Sin embargo, en las últimas décadas ha perdido mercado en detrimento de fibras plásticas como el nailon o el poliéster, que está presente en el 55 %  de las prendas actuales, según datos de la Fundación Ellen MacArthur. Aunque estos materiales no utilizan tierras de cultivo y consumen menos agua, necesitan grandes cantidades de materias primas no renovables, pues provienen del petróleo, y su producción requiere mucha energía. Además, cuando se lavan las prendas desprenden microfibras de plástico que pueden terminar en el medio ambiente durante mucho tiempo. Se calcula que, cada año, medio millón de toneladas de microfibras plásticas acaban en los océanos.

Las fibras obtenidas a partir de material de origen vegetal, como la celulosa, la viscosa o el lyocell, son otra alternativa, aunque pueden tener un impacto por el uso de disolventes para conseguirlas. Pero, siempre que se produzcan sin utilizar ninguna otra sustancia nociva, son biodegradables.

Por tanto, uno de los desafíos del sector textil es encontrar materias primas que no compitan con la producción de alimentos, es decir, que no resten recursos (como terreno o agua) a los cultivos destinados a la alimentación, y que no requieran grandes cantidades de agua y pesticidas. En ese sentido, un gran número de empresas ya se decantan por dejar de lado las fibras sintéticas para utilizar otras más sostenibles, como el cáñamo, el bambú o el corcho. En esta línea trabaja la ONU con la iniciativa “Bosques para la moda”, que promueve la fabricación de ropa con fibras forestales, como el lyocell, el modal y la viscosa, cuya materia prima proviene de bosques gestionados sosteniblemente y que cuentan con el certificado PEFC (Programa de reconocimiento de Sistemas de Certificación Forestal). En la producción de estas fibras, además, el gasto de agua y de energía y la contaminación es menor que los de otros materiales utilizados en la fabricación de tejidos.

Soluciones sostenibles para los residuos textiles

El actual sistema de consumo de la industria textil es lineal, es decir, no hay prácticamente reutilización de recursos y, además, genera residuos a lo largo de toda la cadena: desde los fertilizantes o químicos que se emplean en el cultivo de algunas materias primas como el algodón y que contaminan las aguas en el lugar de producción, hasta las basuras textiles donde se compra y se usa, como envoltorios, etiquetas o la propia ropa.

moda corbata reciclajeImagen: pasja1000

Pero el problema no solo es la gran cantidad de residuos que esta industria genera, sino la mala gestión de esa basura. Cerca del 90 % de los residuos textiles acaban en los vertederos y solo entre el 5 % y el  8 % es depositado en contenedores para su posterior reciclaje y reutilización. De ese porcentaje, solo se recicla un 2 % para producir nuevos materiales textiles, según el Congreso Nacional del Medio Ambiente (Conama).

?? La solución al problema de los residuos textiles incluye tres pasos:

  • La reducción del consumo: compramos más prendas de las que usamos –se estima que el consumo de ropa ha crecido un 65 % en los últimos 15 años– y, además, cada vez las utilizamos durante menos tiempo. Según datos de la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil, cada persona desecha entre 10 y 14 kg de ropa al año.
  • La reutilización, por ejemplo, a través de tiendas de segunda mano. En la UE, la oferta de ropa usada supera a la demanda, por lo que una gran parte acaba en mercados de países en vías de desarrollo, que deben lidiar con ingentes cantidades de desechos textiles.
  • El reciclaje. Según datos del Parlamento Europeo, solo un 1 % de la ropa se recicla y acaba convertida en una nueva prenda.
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