Tratamiento antifricción para el motor

Se trata de un líquido que se adhiere a las partes móviles y reduce el rozamiento del metal, pero sus efectos beneficiosos son difícilmente comprobables
Por EROSKI Consumer 13 de diciembre de 2006

El tratamiento antifricción para el motor es un líquido que se añade al aceite una vez cada cien mil kilómetros. No es un aditivo. El aceite lo «transporta» hasta los cilindros, árboles de levas y cigüeñal a los que se adhiere para cumplir su función.

Según sus comercializadores, alarga la vida del motor y rebaja las emisiones

El principio es muy simple: el rozamiento se produce por la fricción entre los poros microscópicos del metal de las piezas móviles. Si estos poros e imperfecciones se rellenan con un producto el rozamiento será menor. Al mismo tiempo, logra una mejor adherencia del aceite creando una película lubricante constante.

Los beneficios mecánicos son:

– Menor desgaste de las piezas y, por tanto, mayor duración del motor.

– Menor pérdida de potencia y, por tanto, mejor aprovechamiento del combustible.

– Reducción de la temperatura.

– Menor consumo de aceite.

– Mayor protección en el arranque en frío y recorridos cortos.

– Menor depósito de carbonilla en los pistones, válvulas y bujías.

– Reduce los ruidos y vibraciones.

Los vendedores lo recomiendan en automóviles que arrancan constantemente para efectuar recorridos cortos, como transportistas o viajantes. El precio de un envase ronda los 50 euros y sirve para una aplicación que durará 100.000 kilómetros. Afirman que el ahorro en gasolina y aceite, así como el desgaste más tardío compensan esta inversión.

Los tratamientos antifricción se utilizan especialmente en los coches de radio control, vehículos clásicos y por los aficionados al tuning. De hecho, las marcas se promocionan principalmente a través de stands en las ferias de estos dos sectores. No obstante, hay fórmulas específicas para todo tipo de motores, desde barcos hasta ciclomotores.

Efectos no comprobados

Si todas estas ventajas fueran ciertas, el producto se utilizaría de serie en todos los automóviles. El problema es que son difícilmente comprobables, ya que se trata de mejoras cualitativas.

En ningún caso se puede saber si el mismo motor hubiera sufrido más averías o hubiera durado durante menos kilómetros de no haber utilizado el producto. Tampoco existen estadísticas al respecto entre vehículos con y sin tratamiento antifricción.

En los foros de Internet podemos encontrar enconados debates sobre la utilidad real de estos tratamientos antifricción. Hay quienes confirman sus efectos beneficiosos, especialmente en vehículos con muchos kilómetros, y quienes apuestan por utilizar siempre un buen aceite respetando escrupulosamente los plazos de cambio y rechazan cualquier experimento en el coche, especialmente cuando no se sabe si puede haber efectos secundarios indeseados.

La decisión la debe tomar cada particular con su vehículo. En este caso, lo mejor es pulsar la opinión de diversos profesionales en varios talleres.

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