Actividad física y buena alimentación, también en vacaciones

El ocio sedentario y el abandono de los hábitos alimentarios en verano pueden tener repercusiones en la salud
Por Montse Arboix 5 de agosto de 2016
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Imagen: paulprescott

En las vacaciones de verano se modifican los hábitos, como la hora de acostarse y levantarse, las pautas de actividad física e, incluso, de alimentación. Por un lado, las altas temperaturas no invitan demasiado a realizar actividad física o jugar al aire libre y, por otro, se come con mayor asiduidad fuera de casa y, con frecuencia, se opta por comida con alta densidad calórica. No obstante, perder las buenas costumbres puede pasar factura a la salud. En este artículo se trata la importancia de ser prudente con los excesos alimentarios y de seguir con la práctica de actividad física durante las vacaciones. También se expone el peligro que supone, en niños y adolescentes, jugar a videojuegos sin control.

Durante todo el año, el día a día se rige por unos horarios, a menudo inflexibles, que hay que cumplir: levantarse, ir a clase o al trabajo, hacer las compras, etc. Esto supone estar en un ritmo de vida que a veces resulta estresante. Por ello, cuando llegan las vacaciones es agradable, a la par que saludable, frenar un poco esta tendencia y escoger un ritmo más tranquilo. Sin embargo, en algunos casos, puede que se detenga tanto, que se dejen de lado las buenas costumbres, como la pauta de alimentación adecuada o de llevar un estilo de vida activo.

La alimentación en verano

La desorganización en los horarios hace que sea más fácil quedar con amigos, salir a tomar algo, a comer o picar entre horas
En época de vacaciones es normal modificar las rutinas, y la alimentación no es una excepción. La desorganización en los horarios hace que sea más fácil quedar con amigos, salir a tomar algo, a comer o picar entre horas. Y, así, parece más complicado resistir a la tentación de comer helados, snacks o aperitivos salados, fritos, bollería industrial o refrescos con y sin alcohol, todos con gran contenido calórico y poco saludables, si se abusa. El resultado no se hace esperar: resulta sencillo ganar peso y regresar del periodo de asueto con algún kilo de más.

Pero al contrario de lo que cabría esperar, no son los adultos los que más sufren el aumento de peso: diversos estudios ponen de manifiesto que los niños en edad escolar suben de peso más rápido que los adultos en verano, sobre todo, los que ya padecen sobrepeso u obesidad. Por ello se recomienda a sus responsables tener disponibles opciones más sanas para hacer frente a los deseos de picoteo de los más pequeños.

Los expertos insisten en que para mantener el peso no hay secretos ni fórmulas mágicas, pero proponen algunos consejos que se resumen a continuación:

  • Mantenerse activo y no abandonar por completo la actividad física. Si se está de vacaciones, andar es una buena opción para conocer lugares nuevos.
  • Vigilar las calorías que se beben, como las de las bebidas azucaradas (de refrescos o zumos envasados) o las bebidas alcohólicas. Optar por agua e infusiones frías ayuda a estar hidratado y a pasar la sed sin añadir calorías extras.
  • Controlar las porciones de comida; priorizar calidad frente a cantidad.
  • Aumentar la ingesta de frutas y verduras frescas sin añadidos cremosos.

Cuidado con volverse sedentario

Con el calor, algunos niños se resisten a salir a jugar al aire libre y cambian la actividad física por un ocio sedentario
Con la llegada de las altas temperaturas, el grado de actividad física disminuye y son muchos -niños y adultos- los que dejan de ir al gimnasio o a correr, o abandonan las actividades extraescolares, como la danza o el fútbol e, incluso, salir a jugar al aire libre. Este descenso de la actividad puede pasar factura, no solo al peso corporal, sino que hasta puede producir alteraciones en el patrón de sueño nocturno.

Es muy importante la realización de ejercicio físico cada día y fomentar su práctica entre los más pequeños. Se puede aprovechar esta época para descubrir o probar una nueva modalidad deportiva o afición más idónea para las altas temperaturas. Los deportes acuáticos (natación, pádel-surf o windsurfing) son una muy buena alternativa, a la vez que refrescante. Lo fundamental es encontrar una actividad de disfrute adaptada a la condición física de cada uno, tenga la edad que tenga, y marcarse una rutina diaria.

En el caso de salir a correr o a caminar, lo mejor es hacerlo fuera de las horas centrales del día, cuando las temperaturas son más altas, y dejarlo para las primeras horas de la mañana o cuando el sol esté a punto de ponerse. No hay que olvidar que para sobrellevar el calor mientras se realiza ejercicio y evitar la deshidratación (el organismo pierde mucho más líquido con temperaturas altas), es importante estar bien hidratado.

Atención con el abuso de los videojuegos

Algunos niños y adolescentes se resisten a salir a jugar al aire libre con sus amigos y cambian la actividad física por un ocio sedentario, como es jugar a los videojuegos. “Las altas temperaturas invitan a quedarse en casa, pero también la falta de motivación son algunas de las causas de que los jóvenes hagan un abuso de estas tecnologías”, asegura Francesc Perendreu, educador social experto en adicciones y presidente de la Asociación Centro Catalán de Adicciones Sociales (ACENCAS). Jugar un par de horas al día puede ser divertido y estimular al niño o adolescente, pero no cuando se está ocho horas seguidas.

Tanto es así que desde la ACENCAS alertan del riesgo que suponen los videojuegos sin control para los más pequeños. Y es que, en algunas ocasiones, los menores pueden incluso perder la noción del tiempo y de la realidad, ensimismados jugando una hora tras otra, afirma el presidente de esta asociación.

Perendreu hace un llamamiento a los progenitores para que pongan atención en las horas que dedican sus hijos a este tipo de ocio y a que también se interesen a qué juegan, que los ayuden a elegir los juegos adecuados a su edad y que compartan el tiempo de ocio. Y, sobre todo, que hablen con sus hijos para hacerles comprender la diferencia de la realidad y la ficción y de los riesgos de hacer un mal uso.

“Como sucede en cualquier otra conducta abusiva, se convierte en un factor de riesgo no solo a ser una persona sedentaria, sino a desarrollar una adicción. El adolescente se queda con la recompensa que le aporta el ganar en un mundo de fantasía y ello le aumenta la autoestima. Esto choca con lo que recibe de la vida real, a veces por no ser tan obediente, tan ordenado o tan buen estudiante como se espera de él o tan popular entre sus amigos como él quisiera”, añade el experto.

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