Detectar los maltratos en urgencias

En los servicios de urgencias de los hospitales es donde más fácilmente se detectan los casos de violencia de género, al contrario de lo que sucede en el caso de ancianos y niños
Por Clara Bassi 7 de agosto de 2007

El servicio de urgencias puede ser un lugar idóneo para la detección de los casos de maltratos, ya que las víctimas suelen acudir para que las curen de los traumatismos y agresiones recibidas. En los últimos años se han elaborado protocolos de actuación para su detección y tratamiento así como la creación de dispositivos asistenciales y servicios sociales donde, aparte de los servicios de urgencias, también pueden acudir los afectados. El alcance real de los maltratos se desconoce, ya que hay muchos casos que se silencian, y por ello los expertos creen que, aunque se disponga de los medios adecuados para combatirlo, difícilmente se podrá saber si están surtiendo efecto.

Los maltratos que se detectan en los servicios de urgencias son sólo la punta del iceberg de un problema social cuyo alcance real se desconoce. En urgencias, la clase de maltrato que más se detecta es el de la violencia contra mujeres y menos los que afectan a niños y ancianos debido a su idiosincrasia, según Maite Martínez, adjunta a urgencias y presidenta de la Comisión de Atención a los Maltratos del Instituto Municipal de Asistencia Sanitaria (IMAS), que gestiona el Hospital del Mar, el Hospital de La Esperanza y el Instituto Peracamps, todos ellos centros municipales de Barcelona.

Cuestión de leyes

El IMAS aplica desde el año 2003 unos protocolos de atención a las personas mayores, mujeres y niños que han sido objeto del maltrato. Precisamente el mismo año del que data la Ley orgánica 11/2003 de medidas concretas en materia de seguridad ciudadana, violencia doméstica e integración social de los extranjeros, así como la Ley orgánica 27/2003, reguladora del Orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica.

Tras esos antecedentes legales y puesta en marcha del protocolo del IMAS, los hospitales de dicho instituto atendieron a 686 mujeres maltratadas en 2004, 523 en 2005 y 398 en 2006. El número de afectadas visitadas en urgencias «está bajando probablemente porque, al principio, no había otros recursos -aparte del servicio de urgencias- para atenderlas. En cambio, ahora existen centros de atención primaria y servicios sociales en la ciudad de Barcelona donde se las atiende», explica Martínez.

Pero este descenso observado en urgencias del Hospital del Mar no es un reflejo de un descenso de casos de maltratos en la sociedad. Prueba de ello es que las denuncias presentadas por maltratos a los juzgados españoles se han duplicado en los últimos años: en el año 2000 se presentaron 22.407 y en el 2005, 59.758 según información recabada por esta especialista.

Alarmas y actuación

El maltrato en ancianos es mucho más difícil de detectar porque se suele ejercer mediante conductas negligentes por parte de los cuidadores

Existen unos indicadores que pueden alertar al médico de urgencias de que se encuentra ante un caso de maltrato: lesiones de etiología poco clara, hematomas, mujeres que acuden repetidas veces a urgencias con alguna de estas lesiones de un origen un tanto extraño y que no explican claramente cómo se las han hecho. El papel del médico de urgencias es conducirla a una sala, donde se encuentre tranquila y se le pueda prestar la atención adecuada. Una vez allí se le pregunta sobre el origen de las lesiones.

Si la persona admite que ha sido maltratada, se llama al asistente o trabajadora social del hospital que le informa de todos los recursos que tiene a su alcance para que la atiendan, y también se contacta con el Centro de Atención Primaria (CAP) de la afectada para que realicen un seguimiento del caso. Este es el proceso normal y habitual que se realiza cuando se detecta un caso de maltrato en urgencias. Pero si la mujer maltratada se encuentra en una situación de alto riesgo -no todas las personas maltratadas se hallan en situación de riesgo-, la actuación varía.

Si presenta agresiones y heridas graves se la ingresa directamente en el hospital y, si el riesgo es alto y no puede regresar a su domicilio, se llama a los servicios sociales para que se hagan cargo. Si se trata de un caso urgente, éste se denuncia a los juzgados de guardia y a la fiscalía, cuenta Martínez, quien insiste, no obstante, en que estos casos son extremos. Por alto riesgo se entiende una escalada de agresiones, las palizas del agresor son cada vez más importantes, o si la pareja o ex pareja de la víctima -agresor más habitual- guarda armas en el domicilio, detalla.

Niños y ancianos

Los maltratos detectados a niños en urgencias son mucho más anecdóticos. En el año 2005 se detectaron 13 casos y, en el 2006, 17. Estos casos son atendidos de acuerdo a un protocolo de atención que aplica el pediatra y se ponen en conocimiento del organismo correspondiente, que en Cataluña corresponde a la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA). En cuanto a las personas mayores, el maltrato es mucho más sutil y difícil de detectar porque no se suele ejercer mediante agresiones físicas, sino a través de conductas negligentes por parte de sus cuidadores: «son ancianos que van sucios o que están desnutridos porque no se les da de comer», dice Martínez.

La detección en personas de edad avanzada es especialmente compleja porque, en ocasiones, son ellos quienes debido a su avanzada edad están más torpes y frágiles y sufren más caídas, por ejemplo de la cama, que les llevan a lesionarse. Debido a las características de estos maltratos es más probable que los detecten el médico de cabecera y los centros sociales del barrio, que saben en qué situación real se halla el anciano y cuál es la conducta de su familia con él, que los servicios de urgencias, comenta esta doctora.

El alcance real del problema de los maltratos no se conoce, ya que hay muchos casos que se silencian. Por lo tanto, no se puede calcular ni su prevalencia (a cuántas personas afecta) ni su incidencia (los nuevos casos que aparecen cada año). Debido a este desconocimiento, aunque se pongan los medios para combatirlo, nunca se podrá saber si están surtiendo efecto, según señala Martínez.

ANTE UNA AGRESIÓN

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El Institut Català de la Dona (Instituto Catalán de la Mujer, ICD), un organismo de la Generalitat catalana, aconseja en un documento que toda mujer que haya sido agredida físicamente acuda a un centro sanitario sin lavarse ni cambiarse de ropa y que solicite un certificado médico donde se describan las heridas, el tratamiento que precisen y el tiempo de curación previsible. Posteriormente, con ese mismo cerificado médico, la mujer agredida debe dirigirse a una comisaría de policía, al cuartel de la guardia civil o, mejor incluso, al juzgado de guardia del lugar en el que resida para formalizar una denuncia por agresión, donde conste qué le han hecho y quién y dónde lo ha cometido.

Asimismo, si había algún testimonio en el momento de la agresión, se importante que acompañe a la víctima y, si ésta ha sido objeto de agresiones anteriormente, es aconsejable aportar documentos que demuestren los hechos que se denuncian. Por último, antes de firmar la denuncia, el ICD recomienda a la denunciante que la lea detenidamente y que pida introducir rectificaciones hasta que su declaración se ajuste con exactitud a lo que ha declarado, que solicite una copia de ella y que tenga presente que la persona que la recibe está obligada a tramitarla.

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