El debate de la cirugía ocular

La cirugía láser se ha extendido como el método más habitual para corregir defectos de visión pero no todo el mundo está de acuerdo sobre sus beneficios a largo plazo
Por Blanca Álvarez Barco 11 de septiembre de 2006

En pocos minutos y sin necesidad de utilizar un bisturí al uso se puede recuperar la vista y dejar arrinconadas para siempre gafas o lentes de contacto gracias a la cirugía refractaria, que con el uso de láser ultravioleta elimina el número de dioptrías y normaliza la visión. ¿Pero es esta técnica fiable o puede resultar peligrosa? Los millones de casos operados en el mundo desde que se comenzara a utilizar en 1991 dan fe de la acogida que ha tenido entre los pacientes. Entre los profesionales, sin embargo, no existe la misma unanimidad y la cirugía láser ocular cuenta tanto con defensores como con encarnizados detractores.

Si desde el Instituto Oftalmológico de Madrid aseguran que bien indicada y ejecutada la cirugía refractaria elimina casi el 100% de las dioptrías sin apenas riesgos para la visión, quienes se oponen a esta técnica, principalmente ópticos y optometristas, señalan que si se emplea mal, el láser provocará una mala visión. Este colectivo entiende que aún es pronto para asegurar las bondades de la cirugía, pues se desconoce el futuro del ojo a largo plazo, pues años más tarde de ser sometido a una intervención pueden aparecer serios problemas.

Eliminar dioptrías

Tras pasar años mirando tras los cristales de sus gafas y dependiendo de ellas para realizar cualquier actividad, la idea de pasar unos pocos minutos en quirófano y deshacerse de las dioptrías para siempre es tentadora. Por ello, son cada vez más las personas miopes que recurren a la cirugía láser ocular, que corrige el exceso de potencia dióptrica de su ojo y hace que las imágenes se formen correctamente enfocadas sobre la retina.

La miopía provoca que se vean con dificultad los objetos lejanos, debido a que la córnea del ojo es demasiado curva, por lo que los rayos de luz convergen por delante de la retina en lugar de hacerlo directamente sobre ella. Lo que hace la operación láser es reducir un poco el grosor de la parte central de la córnea y aplanar ligeramente su curvatura. La cirugía, que sólo es posible para problemas relacionados con la córnea, debe hacerse cuando el defecto óptico está estabilizado y no ha aumentado en los últimos años. Las mujeres, además, deben tener en cuenta la posibilidad de un embarazo, ya que su respuesta a la intervención puede variar con los cambios hormonales del estado de gravidez.

La cirugía ocular sólo es posible para problemas relacionados con la córnea y está indicada cuando el defecto óptico está estabilizado
De entre las intervenciones láser, la más extendida es la técnica Lasik, considerada segura y eficaz, y que corrige simultáneamente miopía y astigmatismo. Pero, a pesar de sus bondades, hay profesionales que no ven con buenos ojos el empleo de esta técnica, especialmente los ópticos y optometristas, quienes señalan que, en términos generales, la operación no da más visión, e incluso puede hacer que ésta disminuya. Aseguran, además, que tras la intervención ocular se produce una disminución de la sensibilidad al contraste, a lo que se puede unir la visión de halos, destellos y otros fenómenos de distorsión de los focos de luz. Los defensores de la técnica quirúrgica, como los profesionales del Instituto Oftalmológico de Madrid, señalan que, aun siendo cierta la aparición de estos fenómenos, su intensidad puede ser elevada en las primeras semanas tras la operación, pero que luego remiten. Sin embargo, los ópticos aseguran que existen determinados pacientes en los que estas molestias se pueden prolongar durante mucho tiempo.

Técnica invasiva

Además, advierten de que no conviene someterse a estas intervenciones sin meditarlo previamente, ya que se trata de una técnica invasiva (corta tejidos), que presenta riesgos intrínsecos. A la posibilidad de una infección postoperatoria se une el riesgo de queratitis lamelar difusa (DLK), crecimiento intraestromal del epitelio, y microestrías estromales. Asimismo, en casos de grave miopía, los resultados no siempre son fiables y a veces es necesario recurrir a una segunda sesión, pero el ojo operado no tendría ya la misma resistencia ante un posible traumatismo.

Y tampoco hay que perder de vista la respuesta cicatricial con la que el tejido responde a la aplicación del láser. En el caso de que esta respuesta sea menor de lo normal, querrá decir que los pacientes han sido operados en exceso; si es mayor de lo normal, quiere decir que no se habrá compensado todo el defecto que tenían antes de la operación, por lo que deberán someterse a una nueva intervención o continuar utilizando gafas o lentillas. Pero en este último caso, hay que tener en cuenta que después de esta intervención se suele producir una intolerancia a las lentillas debido a la falta de lágrima, ya que la cirugía con láser produce sequedad.

Ante estas críticas, los defensores de las intervenciones láser presentan un argumento difícilmente rebatible y es que, a pesar de los inconvenientes de la intervención y sus posibles riesgos, según la Academia Americana de Oftalmología, tras la intervención láser ocular el 95% de los pacientes queda satisfecho con los resultados.

La técnica Lasik

ImgLa alternativa al uso de gafas o lentillas es la cirugía láser, y la técnica Lasik, que se empezó a usar en 1991, es el método más utilizado. De acuerdo con distintos estudios, puede corregir desde casos de baja graduación hasta problemas de 15 ó 20 dioptrías. ¿Cómo se utiliza el láser para corregir los casos de miopía? La operación es sencilla y consiste en aplicar láser excímero (láser ultravioleta) dentro de la córnea. Su función es tallar en el espesor de esta capa del ojo una lente que, tras ser levantada, permite al láser actuar en capas profundas de la córnea modificando su curvatura; después, la lente se coloca en su lugar y queda pegada sin necesidad de utilizar puntos de sutura. El tallado se efectúa en el centro de la córnea, delante de la pupila, por lo que las imágenes que entran al ojo pasan por la zona operada, lo que sucede también cuando se llevan lentillas.

La intervención no varía la estructura interna del ojo y el resultado de esta técnica equivale a llevar lentillas de modo permanente, por lo que es necesario continuar haciéndose revisiones oculares tras la operación. Esta cirugía se realiza bajo la anestesia producida por unas gotas que se instilan en el ojo justo antes de la operación y que no conlleva grandes riesgos para el paciente, y tarda en realizarse entre 15 y 20 minutos.

Además de la técnica Lasik, en ocasiones se utiliza la PRK (queratectomía refractiva), que remueve capas microscópicas de la córnea. Pero según un estudio publicado en abril recogido e la Cochrane Library, existe un mayor porcentaje de ojos tratados con la PRK que pierden agudeza visual seis meses después de la cirugía, en comparación con los tratados con Lasik. Ello puede deberse a la neblina de la córnea que causa la inflamación que provoca el procedimiento, según indican los autores del estudio, del hospital de oftalmología Moorefields de Londres, por lo que habitualmente se recomienda la intervención con la ténica Lasik.

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