Científicos de varios países asocian el mercurio con alto riesgo de infartos

El investigador Eliso Guallar aconseja eliminar este metal de la cadena alimenticia y, concretamente, de los pescados.
Por EROSKI Consumer 30 de noviembre de 2002

La conclusión del estudio que aparece publicado en el último número de «The New England Journal of Medicine» explica que el mercurio está directamente asociado con el riesgo de sufrir ataques cardíacos. Investigadores de varios países, coordinados por el actual director general de Salud Pública, José María Martín Moreno, cuando trabajaba en el Instituto de Salud Carlos III, concluyen también que contrarresta el efecto protector de los ácidos grasos omega 3 contenidos en el aceite de pescado.El también investigador español Eliso Guallar, que ahora trabaja en la Universidad estadounidense Johns Hopkins, advierte a la comunidad internacional de la necesidad de eliminar este metal de la cadena alimenticia y, concretamente, de los pescados.Paradójicamente, diversos estudios científicos han demostrado la eficacia del consumo de pescado para prevenir los ataques cardíacos. En este sentido, Guallar no es partidario de recomendar que se evite el consumo de pescado. Los científicos analizaron las uñas de los pies y tejido adiposo de 1.432 pacientes con diagnóstico de infarto de miocardio procedentes de diversos países de Europa e Israel. Encontraron una relación entre la exposición al mercurio y los ataques cardíacos.

El mercurio es un metal líquido a temperatura ambiente y la mayoría de sus compuestos son venenosos. Así, el metilmercurio es una manifestación orgánica del mercurio que se ha utilizado para preservar las semillas de los granos, aunque también puede ser producido a partir del mercurio metálico o de compuestos de mercurio en cuerpos de agua por la acción de una bacteria.

Las epidemias de intoxicación por metilmercurio se producen después de la ingestión de las semillas de granos o de carne de animales alimentados por ellas, así como de peces capturados en aguas contaminadas, como ocurrió hace años en la bahía japonesa de Minamata.

Fue, sin duda, uno de los casos más trágicos de envenenamiento masivo por la ingestión de este metal. En la década de los años cincuenta murieron envenenadas más de medio centenar de personas de esa pequeña población de pescadores. La causa fue el mercurio vertido al mar por una fábrica cercana que fue transformado en metilmercurio por los microorganismos marinos.

Diversos estudios epidemiológicos señalan que veintitrés niños que aparentemente estuvieron expuestos durante el periodo prenatal, ya que sus madres consumieron pescado contaminado, nacieron con discapacidades severas. Los científicos saben desde hace tiempo que el mayor efecto negativo de la contaminación ambiental por mercurio se produce por la biomagnificación de metilmercurio en la cadena alimenticia acuática.

Diversos estudios realizados en Canadá han demostrado que los suelos con niveles de mercurio elevado que son inundados por el agua producen altas tasas de este metal, originando a su vez una alta acumulación en los peces. Así, la mayor ingestión de mercurio en la población se debe a los alimentos y a las amalgamas dentales.

Los peces y productos derivados son la fuente dominante de la exposición humana, debido a su alta retención de metilmercurio. No obstante, puede ocurrir una ingesta significativa de vapor de mercurio ambiental con una alta retención del metal por las amalgamas dentales. A principios del pasado año, las autoridades sanitarias de Estados Unidos advirtieron a las mujeres embarazadas y a las que daban de mamar a sus hijos que evitaran el consumo de pescado que pudiera contener niveles altos de metilmercurio. Los fetos y los neonatos son especialmente sensibles a estos efectos, ya que les producen daños en el sistema nervioso central, cerebro y médula espinal

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