Complexión media: la tendencia viral que habla de normalidad corporal mientras ofrece imágenes distorsionadas

La moda de la complexión media, que se ha hecho viral en TikTok, idealiza un tipo corporal específico, contribuye a la presión estética, afecta a la autoestima y fomenta la inseguridad
Por Laura Caorsi 26 de mayo de 2025
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“Ni gorda ni delgada: yo soy complexión media”. Así podría resumirse el planteamiento inicial de quienes aseguran pertenecer al grupo de personas que no se consideran delgadas, pero tampoco tienen sobrepeso ni, mucho menos, obesidad. La complexión media reivindica, en principio, una cierta normalidad y, con ella, una mayor diversidad corporal. Sin embargo, la realidad tras esta tendencia que se ha hecho viral en redes sociales es bien distinta. Detrás de una supuesta aceptación hay estándares de belleza distorsionados, problemas de inseguridad, autoestima y aceptación corporal.

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Qué es la complexión media

La complexión media es una expresión que se utiliza para clasificar la constitución física de las personas. En concreto, describe un tipo de cuerpo situado en un punto intermedio entre una complexión delgada y una más corpulenta. En las tiendas de ropa, define a las personas que utilizan una talla que está entre la más grande de las «normativas» y la más pequeña de las «tallas grandes». Justo por estar en ese “limbo”, muchas veces tienen dificultades para encontrar prendas que les queden bien.

En las redes sociales —sobre todo, en TikTok—, la tendencia de la complexión media se ha vuelto viral. Cientos de vídeos con miles de reproducciones reivindican el orgullo de encontrarse en este grupo. El problema es que los vídeos muestran algo diferente: una imagen corporal que no se corresponde en absoluto con lo que, en principio, se busca reivindicar.

Qué muestran los vídeos virales de complexión media

Una simple búsqueda en TikTok arroja cientos de resultados. Por lo general, son vídeos protagonizados por mujeres jóvenes que se autodefinen de “complexión media” mientras enseñan su cuerpo al compás de alguna canción como ‘Natural‘, de Little Homie x Huan62. Pero estas mujeres, en general, son delgadas. Con suerte llegan a una talla 38. Por tanto, lo que ofrecen a sus seguidores es un mensaje que no se corresponde con la realidad. 

Ya sea por ganar notoriedad y un puñado de likes, o porque las protagonistas de estos vídeos se perciben más robustas de lo que son, el mensaje que proyectan al mundo “da en la diana de personas que sufren una distorsión de su imagen corporal y que tienden a sobredimensionarse, a verse enormes”, apunta la psicóloga Mamen Bueno.

“Este trend lo único que hace es fomentar nuestros demonios, alimentar nuestras inseguridades”, denuncia la influencer Sara López, que tiene 1,8 millones de seguidores en la plataforma. No es la única. Desde que comenzó a viralizarse esta tendencia, otras influencers de TikTok han advertido sobre sus peligros y señalado la responsabilidad que implica tener una cuenta con miles de followers, sobre todo, cuando estos seguidores son jóvenes.

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Imagen: AaronAmat / iStock

Un estándar excluyente de belleza 

“La exposición constante a cuerpos idealizados puede generar sensación de inseguridad y afectar a la autoestima”, refrenda Mamen Bueno, que tiene amplia experiencia en ayudar a personas con trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Y añade un aspecto más sobre el contenido de estos vídeos: la falta de diversidad real.

No hay diversidad en la representación, ni en talla ni en edad; tampoco en el tipo de pelo o el tono de piel. Lo que se ven son mujeres jóvenes y delgadas, sin imperfecciones ni arrugas. Es decir, se muestra un estándar de belleza que deja fuera a la mayoría”, observa la especialista. 

“Estamos tan acostumbrados a ver lo mismo que, cuando vemos en un vídeo a una persona con más kilos haciendo lo que sea, se la acusa de promover la obesidad, cuando es tan solo una persona diferente disfrutando de una actividad que le gusta —prosigue—. Además, se pone el énfasis en lo estético, dejando fuera la salud. Lo que importa es una talla, la ‘carcasa’, sin importar cómo lo consigas”.

Miles de espejos distorsionados

Los ideales inalcanzables de belleza no son una novedad, como tampoco lo son los métodos perniciosos para intentar acercarse a ese estándar. Dietas milagrosas, complementos para adelgazar, restricciones de comida, intervenciones estéticas, ejercicio físico extremo… Estas prácticas, entre otras, nos acompañan desde hace mucho, sobre todo, a las mujeres. La dieta del vinagre, por ejemplo, está bien documentada desde el siglo XIX. Y la extrema delgadez, promocionada en los años 90, generó muchísimos problemas de bulimia y anorexia a finales del siglo XX.

La diferencia es que, entonces, los modelos idealizados estaban en los libros o las revistas, mientras que ahora, con las redes sociales, se multiplican en nuestras manos. Plataformas como TikTok e Instagram son escaparates; espejos donde millones de personas se miran y comparan cada día. Los espejos son muchos, se parecen entre sí y están distorsionados.

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Imagen: Anna Nekrashevich

“El escaparate es una instantánea, un fotograma, pero ¿qué pasa con el resto de la película? —se pregunta Mamen Bueno—. En las redes sociales se miente más que se habla”. Algunas investigaciones recientes respaldan esta afirmación, sobre todo, en lo que respecta a los consejos dietéticos que se difunden en TikTok. Como indica un estudio de la Universidad de Sídney (Australia) publicado este año, y ya señalaba otro de la Universidad de Dublín (Irlanda) publicado en 2024, la mayor parte son falsos.

Analizar los mitos y la cosificación

La psicóloga comenta que, en consulta, muchas veces dedica una sesión entera al impacto de los medios: “Hacemos un análisis crítico de lo que se ve allí, de los filtros que se emplean y de cómo se siente la persona antes y después de usar las redes sociales, cuando se expone a ese tipo de vídeos”. 

Como recuerda Mamen Bueno, “todo esto se traduce en mucho sufrimiento porque, más allá del estilo de vida, el ejercicio o la dieta, las personas tenemos una genética que no siempre se corresponde con el modelo ectomórfico. Para muchas, no es posible aproximarse a ese prototipo de mujer”. De hecho, la especialista subraya que esos ideales le interesan, sobre todo, a la industria de la cosmética y la estética, que ofrece todo tipo de fórmulas para intentar alcanzarlos. “La pregunta no es cómo parecerse a un modelo que nos estandariza y cosifica, sino qué modelo de mujer queremos ser en la vida. ¿Acaso un florero medio?”, pregunta.

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