Según los últimos datos de la Organización Nacional de Transplantes (ONT) los hospitales españoles realizaron 2.131 transplantes de riñón en 2003. A pesar de ser un dato positivo la ONT ha lamentado que tan sólo el 3% de éstos correspondieron a un donante vivo.
Para el presidente de la Asociación Española de Urología (AEU), Óscar Leiva, la escasez de órganos procedentes de donantes vivos en nuestro país se debe, entre otras razones, al programa «tan activo» que existe actualmente de donación de cadáver. En la misma línea, el experto aclaró que desde hace una década el perfil del donante ha cambiado, pues si «antes respondía al de una persona joven fallecida en accidente, ahora se trata de donantes cadáver con más de 60 años».
De todas formas, Leiva también ha admitido que «desde que se utiliza la técnica laparoscópica para extraer el órgano, el transplante de riñón de donante vivo está experimentado una tendencia al alza y se ha triplicado en los tres últimos años».
Asimismo, el doctor añadió que los transplantes de riñón son los más frecuentes en España, con una tasa de supervivencia del paciente al año de haber recibido el órgano en torno a un 95 ó 100%, mientras que la supervivencia del injerto ronda un 90% al cabo de tres años de haberse practicado la operación, y un 75% pasados 10 años.
Por otro lado, en los últimos años, en España se ha registrado «cierto equilibrio» entre el número de donantes y el número de receptores. Asimismo, los centros hospitalarios de nuestro país registran los mayores índices de transplantes dobles.
En cuanto al perfil del donante ideal, Leiva explica que éste correspondería a una persona con edad comprendida entre los 10 y los 50 años, fallecida por un traumatismo craneoencefálico y sin antecedentes de enfermedad vascular. En el caso del receptor, las mejores condiciones se dan en niños con un peso inferior a 30 kilogramos, adolescentes y adultos hasta los 50 años, porque «a partir de esa edad los riesgos aumentan», aseveró este especialista.
