Entrevista

Soledad Penadés, química del CIC biomaGUNE, en el Parque Tecnológico de San Sebastián

«Con nanopartículas se pueden producir fármacos antivirales»
Por Clara Bassi 22 de abril de 2008
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Imagen: CONSUMER EROSKI

La nanomedicina, o desarrollo de fármacos y contrastes para diagnóstico de tamaño nanométrico (un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro), se halla todavía en fase de investigación, pero tiene un gran futuro por delante. En la actualidad, se empieza a invertir y apostar por ella. Un ejemplo es el proyecto europeo EMPRO, con el que se pretende desarrollar una pomada microbicida que actúe como barrera frente al virus del sida e impida la infección vaginal. Esta es la visión de Soledad Penadés Ullate, profesora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y líder de grupo del centro CIC biomaGUNE, en el Parque Tecnológico de San Sebastián.

¿Qué es la nanomedicina?

Es un término actual que se ha acogido para definir el uso de sistemas nanométricos en medicina.

¿Sistemas nanométricos?

Me refiero a cosas que miden menos de un nanómetro, que es un metro dividido por 109. Si cogemos un metro, éste se puede dividir en milímetros; el milímetro es mil veces una micra (micrómetros); y la milésima parte de un micrómetro, un nanómetro. ¡Son cosas que miden tan poco! Son herramientas ‘nano’ y se utiliza para aplicar la medicina.

¿En qué fase de aplicación se encuentra la nanomedicina?

Todavía en fase de desarrollo. No obstante, hay herramientas nanométricas como liposomas y vesículas, y algunos fármacos que se utilizan en nanomedicina, aunque son muy pocos aún. La aplicación se encuentra en el campo de la investigación y, en pocos casos, en la clínica.

¿Cuáles son algunas de esas aplicaciones?

Hay agentes de contraste para el diagnóstico de enfermedades con tecnologías de la imagen, como el escáner o la resonancia magnética. En esos agentes de contraste, a veces, se añaden nanopartículas magnéticas que ya han vencido las fases de investigación.

¿Cuál es la técnica que ha ideado su grupo en relación a estas nanotecnologías?

Es una metodología de nanómetro carbohidratos y se define específicamente como ‘glico’, que quiere decir hidrato de carbón o carbohidrato (por ejemplo, el grupo sanguíneo es un carbohidrato). Así que esta metodología se define como ‘glicociencia’ (o glycoscience en inglés) o ‘gliconanometrotecnología’. Con ello se crean nanopartículas en superficie, que pueden ser magnéticas, de oro, de hierro, de óxido de hierro o fluorescentes, porque llevan semiconductores (materiales capaces de emitir fluorescencia, como el cadmio o sulfuros de calcio). Esas nanopartículas son biocompatibles, es decir, se pueden inyectar en un ratón sin perjudicarlo. Con ellas se pueden producir agentes de contraste y antivirales, cuando actualmente casi no hay.

Es cierto, hay para la gripe y poco más…

«Una pomada para evitar la transmisión vaginal del VIH sería barata, sencilla y fácil de aplicar»

También los antirretrovirales para el sida, que no eliminan el virus, pero disminuyen su carga viral. Hay dos vías para combatirlo: una son los antivirales y otra los microbicidas. Precisamente, mi equipo está implicado en un proyecto de nanomicrobicidas en forma de pomada para evitar la infección vaginal por el virus del sida. Este sistema puede resultar más barato y especialmente útil en mujeres, sobre todo del Tercer Mundo. Este microbicida actuaría como una barrera que evitaría parte de la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), lo que es muy importante puesto que, a pesar de que el método más eficaz para impedirlo es el preservativo, en muchos países no se utiliza. De la misma manera, puede ser útil en parejas de homosexuales donde el contagio puede ocurrir a través de la mucosa anal. En estos momentos, hay en marcha una gran investigación de ámbito europeo.

¿De qué proyecto se trata?

El proyecto se llama European Microbicides Project (EMPRO) y está financiado por la Comisión Europea, dentro de su programa Enfermedades de la Pobreza (Diseases of Poverty) que se dirige a países en desarrollo. El objetivo es elaborar una pomada microbicida frente al sida que sea barata, ya que los antirrertrovirales cuestan mucho: un tratamiento antirretroviral vale más de 6.000 euros por persona al año, algo que no pueden soportar los países pobres. En cambio, una pomada microbicida resultaría barata, sencilla y fácil de aplicar. Actualmente, no existe ningún microbicida en el mercado contra el sida.

¿Cómo sería?

Ese microbicida podría contener esas nanopartículas o muchos otros productos. Hay otros grupos de investigación en Europa que están investigando en anticuerpos, proteínas y en muchos compuestos y productos. Estamos trabajando para ver cuál de los compuestos es el más eficaz y, entre ellos se encuentran las ‘gliconanopartículas’. Algunos son muy eficaces y se están haciendo pruebas ‘in vitro’. Aunque el consorcio es europeo, también participan grupos de África y, en breve, se prevé probarlo en Gabón, en macacos, que es el animal más parecido al hombre.

¿Entonces, la futura pomada podría elaborarse conteniendo sólo las nanopartículas o incluir una mezcla de varios componentes?

Eso es. No sólo podría contener un tipo de componentes, sino mezclas (de péptidos y proteínas, por ejemplo) que podrían hacerla más efectiva. Pero esta futura pomada no está aún en fase clínica. Precisamente, este mes, el consorcio se reúne en Bruselas para ver cuál es el producto -entre los que se están estudiando- con mayor potencialidad para pasar a fase clínica. El proyecto EMPRO no tiene previsto probarlos todos, sino aquellos más específicos. Tengo que decir que, de momento, las nanopartículas no están incluidas.

Pero, ¿qué han visto ustedes en el laboratorio con ellas?

Hemos visto en células y explantes vaginales (de la mucosa de la vagina) que las nanopartículas actúan e inhiben muy bien el virus en el laboratorio. Sin embargo, cuando se aplican a animales como los macacos pueden resultar muy tóxicas.

¿Qué retos técnicos se deben vencer para superarlo?

La citotoxicidad. Las nanopartículas no deben ser tóxicas para las células. En ratones a los que les hemos provocado un glioma (un tumor cerebral) se ha visto que el contraste de nanopartículas aumenta en el tumor. Las nanopartículas no matan ni a las células ni a los ratones. Pero este resultado sería distinto en seres vivos, fuera del laboratorio.

A pesar de este resultado que, por ahora, se ha obtenido con las nanopartículas, ¿cuál va a ser el escenario de futuro, en cinco o diez años, de la nanomedicina?

Un escenario esperanzador e interesante en nanotecnología, nanomedicina y nanobiotecnología, ya que están recibiendo apoyo económico. Cuando se selecciona un grupo de investigación que además recibe soporte económico, la experiencia apunta que se obtienen resultados interesantes. El virus del sida es un ejemplo.

Es un ejemplo clarísimo.

Sí. En los primeros momentos de la epidemia fallecían todos los afectados. Después de la aparición del tratamiento antirretroviral, los afectados que tienen acceso a los tratamientos no se mueren, sino que se puede controlar muchísimo. Esto ha sido posible gracias a una potentísima suma de dinero que ha permitido obtener buenos resultados y aplicarlos.

PANORAMA ESPERANZADOR
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Imagen: LLNL

El futuro de la nanotecnología y la nanomedicina es «esperanzador» ha insistido Soledad Penadés Ullate. Prueba de ello es la creación del Ciber BNN (Centro de Investigación en Red de Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina), con inversión del Instituto Carlos III, o la decisión del Gobierno del País Vasco de crear un nuevo centro de investigación cooperativa en biomateriales (CIC biomaGUNE) en 2006, para lo que fueron requeridos Penadés y, su actual director, Manuel Martín Lomas.

Estas inversiones demuestran que se empieza a apostar por las nanopartículas y, si se persiste en esta línea, es posible que «se puedan hacer cosas maravillosas», según Penadés. Esta investigadora explica que se pueden desarrollar nanopartículas que, con un vector, dirijan compuestos farmacológicos a la parte del organismo que se desea tratar; o nanopartículas magnéticas que, al calentarse, destruyan selectivamente las células cancerosas, pero no las normales, lo que podría ser una alternativa a la quimioterapia, que causa tantos efectos secundarios.

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