Investigadores del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla (California) y de la Universidad de Stanford han conseguido descifrar los mecanismos moleculares que subyacen en el ataque de la toxina botulínica a las neuronas. Se espera que este descubrimiento ayude al desarrollo de vacunas y nuevos fármacos para combatir uno de los venenos más letales.
Primero, la toxina ataca al receptor que tiene la neurona en su superficie, después busca un segundo receptor en la proximidad, y cuando ya se ha unido a este segundo objetivo molecular, entonces entra en el interior de la célula nerviosa y fractura la proteína que necesita la neurona para mantener las conexiones nerviosas. Así, paraliza la transmisión de impulsos nerviosos, los músculos y hasta la respiración.
La bacteria «Clostridia botulinum» es la que produce esta toxina. Crece en el suelo y se puede encontrar en latas y comida contaminada. Su acción puede ser letal, aunque sus propiedades paralizantes también se utilizan en tratamientos estéticos y médicos, como el botox. En España está autorizada para estos fines desde 2004.
Efectiva contra las migrañas
Por otro lado, médicos de Taipei (Taiwán) acaban de comprobar que la toxina botulínica puede combatir la migraña. Aplicaron inyecciones de 0,5 a 1 centímetro cúbico de la toxina en el lugar del dolor de migraña y la mayoría de los pacientes no registró ataques durante al menos tres meses.