La artrosis de rodilla afecta a dos millones de españoles y aparece por el desgaste de las articulaciones

El deporte intensivo favorece su aparición entre los jóvenes
Por EROSKI Consumer 27 de mayo de 2003

La artrosis de rodilla es una enfermedad generalmente asociada a la edad que no afecta sólo a las personas mayores, sino también a los más jóvenes. La práctica intensiva de ciertos deportes deterioran de manera importante las articulaciones de las piernas. Así, actividades tan extendidas como el ciclismo, la lucha y el maratón son, según los especialistas, evidentes factores de riesgo.

Precisamente, la artrosis de rodilla será uno de los temas acerca del cual se debatirá en el Congreso Nacional de Reumatología, que se celebra esta semana en Bilbao. En este encuentro se darán a conocer los últimos avances en el tratamiento y la detección de las enfermedades reumáticas, según explicó ayer el presidente del evento, el reumatólogo Jordi Carbonell.

La artrosis de rodilla surge entre la juventud como consecuencia de golpes mal curados, problemas de desarrollo y condiciones físicas muy concretas. Por ejemplo, por tener las piernas arqueadas, afirma el jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Donostia de San Sebastián, Manuel Figueroa. Lo normal, sin embargo, es que esta dolencia tan común, y sin cura posible, aparezca a partir de los 50 años. «Lo que no puede decirse, como se cree, es que sea una consecuencia inevitable del envejecimiento. Es cierto que su prevalencia aumenta con el paso de los años, pero eso no quiere decir que uno tenga que sufrir artrosis por el mero hecho de hacerse mayor», aclara este especialista.

Desgaste de las articulaciones

La artrosis de rodilla afecta a dos millones de españoles y aparece por el desgaste de las articulaciones. En las rodillas, el desencadenante de la dolencia es el cartílago, un tejido fibroso y elástico que recubre los huesos y cumple varias funciones. Además de absorber los golpes, permite que el roce entre los huesos sea menor y el movimiento más suave. A ello contribuye también el líquido sinovial, que actúa como lubricante de la articulación.

Motivos genéticos, inmunológicos, incluso mecánicos contribuyen a que, con el paso del tiempo, el cartílago se vaya destruyendo paulatinamente. El organismo responde entonces a la agresión mediante la producción de nuevas células, encargadas de reponer el daño causado.

Esa producción, sin embargo, se hace de manera inadecuada, sin ningún control y con fibras de mala calidad. El mal que el organismo pretende reparar se convierte cada vez en un problema mucho mayor. «Los restos de tejido destruidos se quedan libres en la articulación y eso hace que la membrana se inflame y se produzcan nuevas moléculas que dañan aún más el cartílago. Se produce todo un desastre en cadena», detalla Figueroa.

El primer y principal indicador de la artrosis es el dolor. Las rodillas duelen con sólo comenzar a caminar y cuanto más se anda, más molestan. Duelen desde los primeros pasos, en la parte anterior o interna de la rodilla y especialmente al subir y bajar escaleras. «En las lesiones importantes, si la artrosis está muy avanzada, las molestias se notan incluso en reposo», señala el experto vasco. A veces, el paciente puede notar chasquidos al caminar, incluso sufrir cojera si se trata de una artrosis severa.

Con el tiempo, el cartílago se desgasta tanto que los extremos de los huesos se tocan y reaccionan con un crecimiento incontrolado hacia los lados. El aumento de líquido sinovial provoca derrames, que se manifiestan con la hinchazón de la rodilla. El proceso de deterioro se ve después favorecido por la presencia de microcristales de calcio procedentes del mismo cartílago o del hueso.

Más propensa la mujer

El 27% de la población de 55 a 70 años padece artrosis de rodilla, un porcentaje que crece hasta el 40% cuando se superan los 80. «La edad constituye un claro factor de riesgo, pero no una causa», insiste el reumatólogo. Las hormonas femeninas hacen que la mujer sea 2,6 veces más propensa que el hombre a sufrir este desgaste. Las personas obesas y las que castigan sus rodillas tienen también más probabilidades de padecer artrosis.

Aunque los tratamientos pretenden mejorar la calidad de vida de los pacientes y aliviar su dolor, Manuel Figueroa dice que no hay una única solución «eficaz para todos los casos». El tipo de terapia depende del alcance de la lesión y de las actividades cotidianas de cada paciente, pero, como regla general, los especialistas buscan amortiguar el malestar del afectado, restablecer la funcionalidad de la rodilla y evitar el avance del mal. Ejercicios, dietas, masajes y terapias de frío y calor constituyen las principales bazas contra la artrosis. Los fármacos se reservan para calmar el dolor y reducir la rigidez de las articulaciones. El quirófano, sólo para restablecer una mayor calidad de vida en los casos más severos.

Como medida preventiva, los reumatólogos aconsejan cuidar el peso para evitar la obesidad y tratar de manera correcta las lesiones, por insignificantes que parezcan. También recomiendan caminar, sin forzar la articulación. Una buena manera de evitar la artrosis es, de hecho, el ejercicio, pero en su justa medida.

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