Las consecuencias de la crisis económica se empiezan a dejar ver en la salud. La ansiedad que genera esta situación ha disparado los casos de impotencia. «Han aumentado las consultas por disfunción eréctil porque ha crecido el número de parados», asegura Luis Prieto, responsable del departamento de Urología del Instituto Bernabeu y miembro de la Asociación Española de Urología.
Este especialista explica que la preocupación por la crisis provoca insomnio, falta de apetito, cansancio, tristeza, nerviosismo, irritabilidad y pesimismo. «Con todo ello, hay más ansiedad y se tiene menos relajación y peores condiciones para las relaciones sexuales», subraya.
Prieto recuerda que el mecanismo por el que la ansiedad se relaciona con la aparición de la disfunción eréctil ha sido muy estudiado. «Desempeña un papel doble: en primer lugar como inicio u origen de la misma y, en segundo lugar, como mantenimiento de dicha disfunción».
Distintas fases
La aparición de este trastorno sobreviene en diversas fases. En un primer episodio, donde predomina la ansiedad, puede convertirse en una «experiencia frustrante». El varón ve afectada su autoestima por su escaso rendimiento con la pareja. Si, además, el afectado incurre en pensamientos obsesivos, se genera más inseguridad e ideas de culpa, lo que a su vez provoca una mayor probabilidad de incapacidad parcial o total.
Si a todo ello se añaden problemas previos en la relación de pareja o dificultades a la hora de establecer relaciones interpersonales, «la situación puede volverse francamente amenazadora o displacentera», apunta Prieto.
El especialista reconoce que han aumentado las consultas por disfunción eréctil de origen psicógeno. El perfil del varón que visita las consultas urológicas por este motivo «es un hombre de 35 a 45 años, sin alteraciones orgánicas, relaciones sexuales previas satisfactorias, pero que a partir de un expediente de regulación de empleo o cese en su actividad laboral, sugiere que empiezan a aflorar problemas de pareja».
En principio, este tipo de problemas se solucionan solos, sobre todo si desaparece la causa. No obstante, «puede ser de gran ayuda una entrevista especializada, y acudir al urólogo».