¿Conservar el pecho hasta saber si se padece o no cáncer de mama, o extirparlo y reducir riesgos? Realizar una mastectomía preventiva (la intervención quirúrgica empleada para retirar uno o ambos senos a las mujeres que tienen factores de riesgo poderosos para sufrir cáncer de mama, pero sin pruebas de que lo padecen) no es una decisión fácil. Las mujeres no se ponen de acuerdo respecto a qué puede ser mejor para su salud; la opinión de los profesionales tampoco es unánime y mientras algunos prefieren cortar de raíz la posibilidad de que aparezca un tumor, otros optan por ser conservacionistas y realizar pruebas alternativas para determinar si existe la enfermedad. Porque, aunque reduce de manera considerable el riesgo de padecer cáncer de mama, la mastectomía profiláctica no lo elimina por completo.
Haber padecido cáncer de mama y encontrarse ante la posibilidad de sufrirlo de nuevo, o tener fuertes antecedentes familiares de esta enfermedad son las principales causas que llevan a las mujeres a tomar la decisión de someterse a una mastectomía profiláctica. Esta intervención quirúrgica consiste en la extirpación de una o ambas mamas que no contienen cáncer, y es una alternativa a las exploraciones y revisiones constantes. Antes de dar el paso se realizan exámenes genéticos a la paciente susceptible de ser operada así como una evaluación psiquiátrica para conocer de qué modo será capaz de asumir la pérdida de sus mamas, una cuestión que para muchas mujeres supone un trauma de considerables proporciones.
Cortar por lo sano
Pero, ¿los posibles beneficios compensan el riesgo? No es fácil responder a esta cuestión ya que, a pesar de que la cirugía preventiva reduce el riesgo de padecer cáncer de manera notable, hay que tener en cuenta que en cualquier tipo de mastectomía es casi imposible retirar todo el tejido, por lo que el cáncer podría desarrollarse en cualquier tejido remanente. Es decir, que someterse a esta intervención no es una garantía de que en el futuro no se vaya a contraer la enfermedad. Pero existen casos en los que, si no necesaria, sí es una opción a tener en cuenta. Es lo que sucede a las mujeres que presentan una mutación genética que predispone a desarrollar cáncer de mama a lo largo de la vida (entre el 5% y el 10% de los cánceres son de este tipo, según un estudio de la Sociedad Americana del Cáncer).
Tampoco es descabellado recomendar esta técnica quirúrgica a las mujeres cuyo tejido mamario es tan denso que el examen físico o la mamografía son muy difíciles de llevar a cabo, así como a aquéllas que saben que tienen un riesgo elevado de padecer cáncer de mama y sufren un estrés tan severo como quienes realmente lo padecen, mujeres que muestran un significativo alivio psicológico tras realizarse la intervención. La cirugía preventiva puede extirpar la mama entera (lo que se conoce como mastectomía total) o retirar solamente el tejido de la mama, pero no la piel ni el pezón (mastectomía subcutánea). No es muy común que se indique la realización de una mastectomía bilateral preventiva cuando las mujeres tienen una vigilancia estrecha porque en estos casos la mayoría de los cánceres se detectan precozmente, cuando son tratables y curables.
«Solamente en caso de que haya indicaciones clínicas o patológicas muy sólidas se justifica la realización de este tipo de operación»
Falsa seguridad
La mastectomía preventiva es efectiva para eliminar cerca del 90% de los cánceres de mama invasores subsecuentes, pero según la Sociedad Americana Del Cáncer, aunque puede ser una estrategia adecuada en muchos casos «solamente en caso de que haya indicaciones clínicas o patológicas muy sólidas se justifica la realización de este tipo de operación». Son muchos los médicos que coinciden en señalar que esta cirugía no es el tratamiento más eficaz para las mujeres con una historia familiar de cáncer de mama, o que tienen factores de riesgo para desarrollar la enfermedad. Mientras que algunos expertos recomiendan la intervención, aún son mayoría los profesionales que optan por la observación estrecha de la paciente (autoexploración, chequeos trimestrales y mamografías periódicas) debido, en gran medida, a las consecuencias que pueda tener sobre la mujer una mutilación cuya necesidad no se conoce con seguridad.
Otra preocupación de los expertos es que las mujeres que se sometan a una cirugía preventiva tengan un sentido falso de seguridad, al creer que la intervención quirúrgica es una garantía completa contra el cáncer de mama, lo que no es cierto. Además, como señala Benigno Acea, del Servicio de Cirugía del Hospital Abente y Lago (Complejo Hospitalario Universitario Juan Canalejo) de La Coruña, la decisión de someterse a una mastectomía preventiva debe estar precedida de una amplia información a las pacientes sobre el estado actual de las pruebas, sus limitaciones como procedimiento profiláctico, la irreversibilidad de la decisión, las complicaciones postoperatorias y el impacto de la reconstrucción sobre la imagen corporal.
La extirpación de mama es una operación muy segura con los riesgos propios de cualquier intervención, como sangrado, infección y lesiones en los tejidos circundantes, además de los problemas respiratorios, cardíacos o de reacción ante los medicamentos que pueda provocar la anestesia general. La paciente puede sufrir también molestias postoperatorias y dolor. La extirpación mamaria puede provocar la pérdida de piel y la posibilidad de sufrir problemas relacionados con la extracción de los ganglios linfáticos de la axila, como la rigidez del hombro, que mejora con el tiempo, ejercicio y fisioterapia.
Para realizar una mastectomía se hace una incisión en la mama de la paciente y se retira el tejido mamario de la piel y el músculo subyacentes. Cuando se realiza una disección axilar se hace a través de la misma incisión. Tras la intervención, que se realiza con anestesia general, se dejan colocados uno o dos drenajes plásticos para evitar que se acumule líquido en el espacio donde se alojaba el tejido mamario. Estos drenajes se retiran cuando la cantidad de líquido que recogen disminuye a un volumen aceptable, lo que sucede en un intervalo de tiempo que se sitúa en torno a los dos día y una semana. La hospitalización varía entre uno y tres días dependiendo del tipo de cirugía. Los puntos por lo general se dejan debajo de la piel y se disuelven por sí solos, y la recuperación completa puede tardar de tres a seis semanas.
La mama extirpada puede reconstruirse bien en el momento de la mastectomía, bien en otro proceso quirúrgico. La primera cirugía va destinada a reconstruir la forma de la mama. En algunas ocasiones es necesaria una cirugía adicional para alterar la forma o ubicación de un implante o para modificar la otra mama en busca de una mejor simetría. Un procedimiento adicional pequeño comprende la reconstrucción del área del pezón y areola. A pesar de que es una opción cada día más solicitada, muchas mujeres prefieren no someterse a la reconstrucción de la mama y recurren a la utilización de prótesis que se colocan en el sujetador para dar forma y simetría naturales al pecho.