Ocho mitos en primeros auxilios

Hay creencias populares en torno a los primeros auxilios que, además de no ser efectivas, pueden provocar males mayores
Por Teresa Romanillos 5 de octubre de 2012
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Imagen: cupertino

Hay una serie de mensajes respecto a los primeros auxilios que muchas personas comparten, pese a que no están sostenidos por la evidencia científica y que, en muchos casos, pueden provocar efectos nocivos para la salud. Por este motivo, los especialistas recuerdan que, ante el desconocimiento o la duda, lo mejor es abstenerse de realizar cualquier maniobra. En este artículo se desgranan ocho mitos populares en primeros auxilios y se aportan algunas alternativas recomendadas por los expertos.

1. «Quemaduras: ¿dentífrico, mantequilla o clara de huevo?»

Ante una quemadura, una costumbre frecuente es aplicar dentífrico en la zona lesionada. Es posible que esta idea surja del efecto refrescante que aporta la pasta, pero se trata de una falsa mejoría perniciosa por sus consecuencias, ya que la pasta de dientes es abrasiva y agrava la lesión. Tampoco hay que aplicar aceite o mantequilla, porque ensucia la herida y puede empeorar la evolución de las cicatrices. Otro mito es el de poner clara de huevo a la quemadura con la creencia de que acelera la cicatrización gracias al colágeno. En primer lugar, la clara de huevo no contiene colágeno sino proteínas (albúmina). Si se emplea sobre una quemadura, queda pegada a la piel y dificulta la limpieza del lecho de la herida. Por otra parte, con esta práctica lo que se hace es dar nutrientes a las bacterias que colonizan la piel y facilitar las infecciones.

Ante una quemadura, lo mejor es refrescar la lesión con agua a temperatura ambiente durante varios minutos (nunca aplicar hielo). Si la piel se desprende, se debe aplicar un apósito y, hasta su curación total, hay que conservar la herida resultante limpia y tapada, manipulándola lo menos posible. El dolor se controla con estas medidas y, si no es suficiente, con analgésicos de venta libre. Si el dolor es insoportable o la herida no evoluciona adecuadamente, lo mejor es acudir al centro de atención primaria correspondiente.

2. «Hemorragia nasal: echar la cabeza hacia atrás»

Ante una contusión, es muy práctico y económico aplicar frío con una bolsa de guisantes congelados

Echar la cabeza hacia atrás ante una hemorragia nasal no para el sangrado. Lo que ocurre es que la sangre, en lugar de salir por el orificio nasal, se dirige a la parte posterior de la nariz y va hacia la garganta y la boca. De hecho, hay que hacer lo contrario.

Para detener la hemorragia, hay que inclinar la cabeza hacia delante presionando la zona lateral del lado de la nariz que sangra, justo donde termina el hueso y empieza la zona carnosa. La presión debe ser firme y continua durante 10 minutos. Si se aplica un poco de frío en esta área, que tiene un efecto vasoconstrictor, también puede resultar útil.

3. «Golpear la espalda ante un atragantamiento»

Es una práctica casi instintiva. No obstante, esta acción tan bien intencionada puede ser desacertada ya que puede favorecer la impactación del cuerpo extraño y empeorar la obstrucción de las vías aéreas.

Ante un suceso de estas características hay que practicar la maniobra de Heimlich, que consiste en colocarse detrás del afectado y rodearlo con los brazos para hacer una compresión por debajo de la boca del estómago. De esta manera, se impulsa de forma brusca el aire hacia arriba, de modo que facilita la expulsión del cuerpo extraño.

4. «Provocar el vómito ante una intoxicación»

A pesar de que el vómito puede facilitar la eliminación del tóxico, no siempre es recomendable. Si la sustancia que se ha ingerido es corrosiva (lejía, amoniaco, etc.), devolver es contraproducente ya que lesionará la parte alta del tubo digestivo. También hay que ser muy prudentes al provocar el vómito en una persona semiinconsciente, porque pueden ocasionarse aspiraciones del contenido gástrico hacia las vías respiratorias.

5. «Sujetar a las víctimas de convulsiones»

En un ataque o crisis convulsiva se producen movimientos incontrolados de las extremidades que pueden ser relativamente violentos. Si se sujeta con fuerza al afectado, además de no evitarlos, se corre el riesgo de provocarle lesiones. Además, la inmovilización ni acorta el ataque ni reduce los efectos. De la misma manera, está contraindicado intentar introducir un objeto en la boca para que no se muerda la lengua, ya que puede causarle heridas en la cavidad bucal y se corre el riesgo de sufrir una mordedura involuntaria. Tampoco hay que administrar ningún tipo de medicamentos, aunque sean antiepilépticos.

Ante una crisis convulsiva, hay que sujetar con suavidad al individuo para evitar que se lesione y amortiguar la cabeza y voltearlo de costado para impedir que, en caso de vómito, se produzca una aspiración hacia los pulmones.

6. «Succionar el veneno en caso de mordedura de serpiente»

Ante una crisis convulsiva, está contraindicado intentar introducir un objeto en la boca para que no se muerda la lengua

¡Quién no lo ha visto en una película! La idea de que hay que succionar el veneno de una mordedura de serpiente está muy arraigada. Pero lo idóneo es no manipular demasiado la zona para no ocasionar lesiones más importantes. En la mordedura, además del veneno, se inoculan sustancias que lesionan los tejidos circundantes que facilitan la propagación del tóxico. Por este motivo, no hay que efectuar cortes y, en caso de succionar el veneno (medida muy controvertida según distintos especialistas), debe hacerse con mucho cuidado ya que puede ser peligrosa para la persona que la efectúa, pues, si tiene alguna lesión en la cavidad bucal, podría absorber la toxina. Tampoco deben practicarse torniquetes para evitar que el veneno se distribuya por el organismo, pues esto puede comprometer el riego sanguíneo de la herida y empeorarla.

En estos casos, lo adecuado es presionar de forma suave la herida para hacer brotar la sangre, inmovilizar el miembro afectado y procurar que se mantenga quieto y tranquilo, ya que el ejercicio y la ansiedad aumentan el riego sanguíneo y hace que el veneno se difunda con mayor rapidez.

7. «Poner un filete sobre una contusión»

Otro remedio «de película» es colocar un filete sobre un ojo morado u otro tipo de contusión. En este caso, el efecto beneficioso se produce solo por el frío, sin que intervengan para nada los componentes de la carne. El filete ayudaría a aplicar mejor el frío, ya que se adapta mejor a la zona afectada. Pero puestos a utilizar remedios caseros, es más higiénico y económico colocar una bolsa de guisantes congelados.

8. «Orinar sobre la picadura de medusa»

No hay evidencia científica de que funcione. En caso de picadura, de entrada, el agua salada puede ser un buen remedio para lavar la zona y calmar un poco el escozor. Es importante no aplicar agua dulce, ya que rompe las células urticariantes, lo que puede provocar una mayor liberación de toxina. El frío local (un pañuelo con unos cubitos de hielo) también atenúa las molestias, aunque no es conveniente darlo de forma directa. Una solución de vinagre al 50% o amoniaco puede ser efectiva para desactivar la acción de la toxina.

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