Los jóvenes en edad escolar son mayoritariamente sedentarios, pero el porcentaje es aún mayor en niñas. ¿Cuál es el motivo? ¿Por qué las niñas hacen menos deporte que los niños? Germán Ruiz Tendero, doctor en Ciencias del Deporte y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), lo explica: “Es multifactorial: intereses personales, cultura, biología, influencias de los iguales y la familia, el propio entorno físico, sistema educativo, las experiencias de vida…”. ¿Y cómo revertir esta realidad? El experto da algunos consejos a padres, madres y profesores.
Cómo conseguir que las niñas hagan más deporte
Son, sin duda, razones casi atávicas las que argumenta el experto consultado. Pero constatar esta realidad no debe eximir a la sociedad de buscar remedio para aminorar esta anomalía. Por eso, el propio Germán Ruiz Tendero, más que intentar dar con la causa, prefiere aportar algunas soluciones. Estas son algunas que menciona este doctor en Ciencias del Deporte.
Importancia de la madre activa
El interés de la mujer por el deporte crece cada año. Prueba de ello es que en la primera encuesta de hábitos deportivos que se hizo en España en 1968, un 6,8 % de las mujeres españolas practicaba algún deporte, frente al más del 18 % de los hombres. Hoy en día, un 44,4 % de españolas practican deporte habitualmente, pero son ellos todavía los que más deporte realizan: un 51 %.
Ruiz Tendero reconoce que “para que se produzca un giro en los porcentajes es importante poner en valor la figura activa y deportiva de la madre, ya que tendrá un mayor impacto en las niñas que si estas solo observan al padre”. El hecho de que el deporte masculino tenga más presencia mediática y que sean menos los referentes femeninos no ayuda tampoco a la hora de acabar con los estereotipos de género. Combatirlos comienza con una mayor aceptación social de la mujer deportista, comenzando por la figura de la madre activa. Aunque ambos, padre y madre, son referentes para sus hijos, por cuestiones de identificación y comprensión de las emociones, la madre es el modelo de conducta a seguir de la hija.
Compartir la experiencia
No basta con apuntar a las niñas a un deporte, hay que participar de esa experiencia, acompañándolas, viéndolas jugar o haciendo la actividad física juntos (incorporando hermanos y amigos). Como dice la neurociencia, si una actividad viene asociada a una emoción positiva, uno se siente acompañado y querido, por lo que nuestras opciones de éxito para la generación de hábitos saludables se verán incrementadas.
Introducir en nuestras actividades a las niñas desde muy pequeñas
Aún hoy en día, pese al gran avance de participación e implicación de las mujeres en el deporte, los padres tienen el convencimiento de que los chicos son “más activos” que las chicas, según destaca el estudio ‘La influencia parental en la motivación y participación de los alumnos en actividades físico-deportivas en edad escolar’, de la Universidad Complutense de Madrid. “No hay que preocuparse tanto por cuestiones ideológicas, como si nuestras hijas se inclinan más a los mal llamados deportes de chicos o chicas, sino que tengan libertad de escoger aquello que a ellas les gusta y les permita ser más activas, tener experiencias de éxito, pero también una educación en el fracaso, lo cual lleva a la superación personal”, apunta el profesor y autor del estudio Ruiz Tendero.
Imagen: RODNAE Productions
Buscar un equilibrio sin sedentarismo
En la adolescencia, los intereses cambian. En este punto, las amigas y amigos serán clave para permanecer activas: si el grupo de toda la vida no se mueve, habrá que incorporar entornos sociales activos de forma paralela, como apuntarse en familia a un grupo de montaña, animarla a formar parte de algún equipo de la zona para practicar un deporte…
La pubertad es un buen momento para hablar sobre la imagen corporal. Si el objetivo de practicar una actividad física es únicamente mejorar el cuerpo, al final las probabilidades de convertirse en mujeres activas a medio y largo plazo serán menores.
Incorporar referentes en el deporte femenino como modelos en las aulas
Son pequeños gestos que suman mucho. Los viajes de ocio activo desde el colegio también dejan una huella muy positiva en la infancia (esquí, natación, campamentos…). “Si hay que hacer una salida escolar, podemos ir a ver un partido de fútbol femenino para apoyarlo y, de paso, mejorar el pensamiento táctico a la vez que lo trabajamos en nuestras clases”, aconseja Germán Ruiz Tendero.