Hemocromatosis: cómo puede afectar a tu organismo el exceso de hierro

El exceso de hierro en la sangre tiene peligrosas consecuencias para la salud, ya que puede afectar de gravedad a órganos como el hígado, los riñones o el corazón
Por Ramiro Varea Latorre 30 de enero de 2021
exceso hierro sangre

El hierro es un mineral necesario para el buen funcionamiento del organismo, pero el exceso de esta sustancia tiene peligrosas consecuencias para la salud humana, ya que puede afectar de gravedad a órganos como el hígado, los riñones o el corazón. Es lo que ocurre a los pacientes con hemocromatosis, una enfermedad habitualmente hereditaria que se manifiesta a partir de los 50 años, sobre todo en hombres, y que exige un tratamiento médico riguroso mediante flebotomías. Aunque esta dolencia no puede controlarse a través de la alimentación, los dietistas recomiendan seguir una dieta rica en frutas y verduras, y baja en hierro. A continuación te contamos más sobre todo ello.

¿Qué es la hemocromatosis?

El término hemocromatosis se refiere a un grupo de patologías provocadas por el exceso de hierro en el organismo. Cuando esto ocurre, el hierro genera radicales libres, una sustancia química muy peligrosa que lesiona de gravedad las moléculas con las que interacciona.

  • Esta acumulación de hierro puede deberse a una mutación puntual en un gen denominado HFE, que causa una disregulación en la absorción intestinal del mineral. Es lo que ocurre con la hemocromatosis hereditaria, una enfermedad genética que afecta a varones que superan los 50 años y, en menor medida, a mujeres y personas jóvenes.
  • Mientras, la hemocromatosis adquirida o secundaria afecta a pacientes que sufren de anemia crónica. En este caso, el exceso de hierro en el organismo procede de una acumulación paulatina debido a un número elevado de transfusiones sanguíneas. Las hemocromatosis adquiridas se  diagnostican en jóvenes con anemias graves de origen genético que requieren transfusión, así como en personas mayores con anemias crónicas adquiridas.

¿Cuáles son los principales síntomas de la hemocromatosis?

Durante la fase inicial (y reversible) de la enfermedad, los síntomas son muy imprecisos: cansancio, fatiga, somnolencia, dolor abdominal o articular…

“Cuando el paciente realmente presenta signos de hemocromatosis es cuando los órganos vitales sufren déficits funcionales por destrucción tisular secundaria a oxidación y fibrosis por hierro. Entonces se manifiestan los síntomas propios de la cirrosis, diabetes, destrucción articular (artritis y artrosis, fundamentalmente), insuficiencia cardíaca, impotencia…”, explica el presidente de la Asociación Española de Hemocromatosis, el doctor Albert Altés.

La enfermedad también puede causar problemas en la coagulación de la sangre, retención de agua en el abdomen (ascitis), hemorragias digestivas, alteración del nivel de conciencia y la desaparición de la menstruación en las mujeres.  En los casos más graves, la muerte suele sobrevenir por complicaciones derivadas de cirrosis hepática y cáncer de hígado.

¿Cómo se detecta y diagnostica?

La hemocromatosis solo puede detectarse a través de pruebas serológicas y genéticas, muy sencillas y bastante baratas. “El problema es que al paciente solo se le puede diagnosticar por casualidad durante la fase precoz, o de forma dirigida cuando es sintomático. Por desgracia, cuando la enfermedad se diagnostica en esta segunda fase ya es demasiado tarde”, advierte Altés.

En su opinión, la mejor estrategia para controlar esta dolencia desde el primer minuto pasaría por añadir el test de la hemocromatosis en la prueba del talón que se realiza a los niños recién nacidos. “De esta manera podríamos controlar al 100 % de los pacientes de una de las enfermedades genéticas más prevalentes en el mundo occidental”, añade. En España, una de cada 1.000 personas tiene un riesgo elevado de padecer esta alteración.

Tratamiento de la hemocromatosis

En el caso de la hemocromatosis hereditaria, se trata a los pacientes con flebotomías, un procedimiento que consiste en extraer alrededor de medio litro de sangre a la semana hasta conseguir eliminar la sobrecarga de hierro. Un paciente recién diagnosticado de hemocromatosis puede estar hasta dos años realizando flebotomías semanales. Lo habitual es que las flebotomías se inicien cuando la concentración de ferritina supera los 300 microgramos/litro en varones (200 microgramos/litro en mujeres). El tratamiento se mantiene hasta que la ferritina desciende por debajo de los 50 microgramos/litro.

Por norma general, se controla el nivel de hemoglobina cada cuatro o seis extracciones (para evitar que el paciente sufra anemia). Cuando consigue reducir sus niveles de hierro, se le practicarán flebotomías cada tres o cuatro meses durante toda su vida. En estos momentos, existe un ensayo clínico en el que se estudia si un fármaco puede controlar la enfermedad, con unos resultados muy esperanzadores.

En el caso de hemocromatosis secundaria o adquirida, debe recurrirse siempre al uso de quelantes del hierro (agentes farmacológicos capaces de fijarse al hierro de los tejidos y eliminarlo a través de la orina o las heces) mediante una terapia con deferoxamina. Este fármaco se puede administrar por vía intramuscular y subcutánea lenta. Otro nuevo tratamiento por vía oral, autorizado recientemente en España, es el Deferasirox, siempre bajo la supervisión de médicos especializados.

Recomendaciones en la alimentación

¿Se puede controlar la hemocromatosis a través de la alimentación? El doctor Albert Altés es tajante: rotundamente, no. “Cada día absorbemos un miligramo de hierro a través de nuestra dieta. Con mucha dieta extenuante quizá absorberíamos 0.7 mg, por lo que conseguiríamos reducir muy poco la absorción de hierro y, desde luego, no rebajaríamos los depósitos ni en un miligramo. La clave del control de la hemocromatosis no es la dieta, sino un buen tratamiento con flebotomías”, argumenta el especialista.

No obstante, sí existen recomendaciones dietéticas que conviene tener en cuenta, tal y como sostienen algunos dietistas-nutricionistas. Son las siguientes:

  • Seguir una dieta rica en frutas y verduras, con bajo contenido en vitamina C.
  • Prescindir del alcohol.
  • Limitar el consumo de alimentos ricos en hierro (carne roja, pescados, mariscos, vísceras, frutos secos como pistachos, pipas y piñones).
  • Aumentar la ingesta de fibra (unos 40 gramos diarios).
  • Consumir alimentos ricos en fitatos (legumbres, cereales integrales…), los oxalatos (espinacas, acelgas, lechuga…), el magnesio, los taninos, el té negro y el té verde.
  • La vitamina E, gracias a su poder antioxidante, puede reducir la actividad de radicales libres.
  • Si no existe insuficiencia hepática o renal avanzada, puede seguirse una dieta hiperproteica a base de productos lácteos como la leche, el queso o de proteínas animales como la clara de huevo. Esta dieta contiene calcio y proteínas y es escasa en hierro.
  • Huir de los alimentos enriquecidos o fortificados en hierro.
  • Freno al azúcar, a todo tipo de dulces y productos azucarados.
  • Ingerir alimentos que ayudan al hígado. Los vegetales con toque amargo como escarola, endibias, cardo, achicoria, boldo o cardo mariano son particularmente indicados en caso de niveles de hierro altos.
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