Infecciones del lagrimal

El mal funcionamiento de las vías lagrimales impide nutrir y proteger el globo ocular y todas sus estructuras
Por Núria Llavina Rubio 5 de julio de 2010
Img infeccion lacrimal
Imagen: Dplanet::

Un lagrimeo constante que puede llegar a provocar graves molestias, falta de lágrimas u obstrucción de la vía por la que transitan son afecciones de la vía lagrimal que constituyen el motivo de visita más frecuente al oftalmólogo hospitalario, sobre todo, en mujeres. El método habitual para resolverlas ha sido la intervención quirúrgica clásica, que no se ha modificado en casi un siglo. Sin embargo, un número importante de personas ya se han beneficiado de tratamientos con láser de diodo, un procedimiento menos invasivo y de menor duración.

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Las glándulas lagrimales son estructuras anexas al globo ocular. Están formadas por el sistema secretor y productor de lágrimas y el sistema excretor, a través del cual discurren hacia el exterior. Su buen funcionamiento permite nutrir y proteger el globo ocular (córnea, iris, cristalino, retina y nervio óptico). Pero en ocasiones, tiene complicaciones debido a accidentes, quemaduras, golpes o falta de higiene durante el envejecimiento, entre otros.

La enfermedad más habitual es la dacriocistitis, frecuente en una gran cantidad de recién nacidos. Consiste en una infección por obstrucción de la vía lagrimal. Se reconoce en el bebé por un lagrimeo constante y secreciones en el fondo del saco conjuntival. Su afección más allá de los tres meses se considera patológica, aunque en general no supera las tres semanas. En el caso de los adultos, la infección se desarrolla sobre todo en mujeres, estos casos suponen el 77% de las visitas al oftalmólogo, y se asocia a factores hormonales o genéticos.

Nuevos láseres

Para el tratamiento del ojo seco se recomienda humedecerlos con lágrimas artificiales tantas veces al día como sea necesario

La dacriocistitis se trata con antibióticos y antiinflamatorios, pero en la forma crónica de la enfermedad (con lagrimeo de larga duración) debe recurrirse a la cirugía. La intervención más habitual es la dacriocistorrinostomía, que consiste en la creación de una nueva vía de drenaje entre el saco lagrimal y el orificio nasal mediano: se crea una comunicación entre la vía lagrimal y la nariz, de modo que la lágrima salga por la segunda. Esta intervención requiere anestesia general e ingreso de los pacientes. Cuando hay una obstrucción más complicada, se lleva a cabo la inserción del tubo de Lester Jones, un delgado tubo de vidrio especial para abrir el canal.

Sin embargo, las nuevas tecnologías han permitido aplicar a este campo un nuevo tipo de láser, el de diodo. Esto ha supuesto un gran avance, ya que la intervención se realiza de forma ambulatoria (no requiere ingreso), es muy poco invasiva y dura mucho menos. Con todo, se acelera la recuperación y la incorporación a la vida cotidiana. Otras ventajas son la minimización del sangrado -debido a las propiedades hemostáticas de este láser- y la ausencia de cicatrices antiestéticas, además de ser una técnica que no causa fractura, no lesiona vasos angulares e implica anestesia local.

La endoscopia endonasal, como complemento del láser iodo, ha ayudado a impulsarla, ya que abre una luz directa a las estructuras de la cavidad nasal relacionadas con la vía lagrimal. La colaboración multidisciplinar ha supuesto de nuevo una mejora en el tratamiento de enfermedades. El procedimiento tiene como objetivo comunicar el saco lagrimal con la fosa nasal, que se establece mediante un pequeño orificio (osteotomía) en el hueso lagrimal con el láser diodo. Una vez perforado el orificio, se coloca un pequeño y fino tubo de silicona para dar permeabilidad a la apertura. Este tubo se retira cuando han pasado unos dos meses.

Otras afecciones

La dacriocistitis se puede complicar a menudo con una conjuntivitis crónica (infección de la conjuntiva), epíforas, úlceras corneales, etc. La epífora, una secreción excesiva de lágrimas, se origina por sí sola o puede derivarse de una infección previa de la vía lagrimal, como las conjuntivitis o las infecciones corneales. En este caso, se lleva a cabo un tratamiento específico de las infecciones oftálmicas, como la corrección quirúrgica de malposiciones palpebrales, una cirugía prevista para recolocar un párpado cuyo borde, por lo general, está girado hacia fuera. En epíforas por insuficiencias del drenaje se realiza un tratamiento parecido, aunque a menudo se combinan con otras terapias ante parálisis faciales.

En el lado opuesto destaca el ojo seco, con escasez de secreción y que se debe a causas relacionadas con parálisis del nervio facial o tóxicos, entre otros. En este caso, es necesario intervenir con la mayor brevedad posible, para evitar complicaciones como úlceras corneales. El ojo seco está muy relacionado con el envejecimiento y también es más frecuente en mujeres.

Para el tratamiento del ojo seco se recomienda humedecer los ojos con lágrimas artificiales tantas veces como sea necesario, aunque las ocasiones sean varias en una hora. Se ocluyen, de forma temporal o permanente, los canales de drenaje de las lágrimas para prolongar la cantidad de lágrimas en el reservorio lagrimal. Cuando se padece de ojo seco deben evitarse los habitáculos calientes, los secadores de pelo, los días ventosos y los irritantes que estén en suspensión en el aire, en especial, el humo del tabaco.

Por último, cuando la patología se debe a obstrucción de la vía lacrimal se aplica el mismo tratamiento que con la dacriocistitis, por lo que también se ha beneficiado de las nuevas técnicas láser.

SÍNDROME DE SJÖGREN

Al ojo seco acompañado de sequedad bucal se le conoce como síndrome de Sjögren, provocado por la destrucción de las glándulas secretoras, tanto de lágrimas como de saliva. Esta enfermedad autoinmune puede afectar a muchas partes del cuerpo, como riñones, pulmones y, con menos frecuencia, nariz y vagina en forma de sequedad. Como las infecciones de las vías lagrimales, este síndrome, del que se desconocen sus causas, se desarrolla sobre todo en mujeres de 40 a 50 años y es poco frecuente en niños.

Los primeros síntomas son: sensación diaria de sequedad ocular o de arenilla en los ojos con la necesidad de ponerse cada día lágrimas artificiales tres o más veces, sensación de boca seca -también a diario-, hinchazón de las parótidas y una necesidad de beber líquidos con frecuencia superior a la habitual para deglutir alimentos secos. El objetivo del tratamiento es minimizar los síntomas, que ante la sequedad bucal se completa con la ingesta de abundante agua y la masticación de chicles. Deben evitarse fármacos que causen sequedad bucal (antihistamínicos y descongestionantes) y el alcohol. También se recomiendan visitas frecuentes al odontólogo, ya que la sequedad bucal origina a menudo daños rápidos y graves en la dentadura.

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