Las enfermedades de los pies

El 50% de los problemas en los pies se debe al calzado
Por Ignacio Fossati 20 de noviembre de 2003

¿Se acuerda alguna vez de sus pies? Es posible que sólo lo haga cuando le duelen. Sin embargo, los pies son la parte de nuestro cuerpo que más trabaja y que sufre el desgaste de soportar todo nuestro peso. Pie plano, cavo, callos, juanetes o pie de atleta son algunos de los trastornos más frecuentes del pie. La Asociación Española de Medicina y Cirugía del Pie asegura que éstos afectan al 70% de la población española. Gran parte de estos problemas están causados por el calzado, y muchos de ellos pueden prevenirse. Conozca cómo hacerlo de la manera adecuada.

Cimientos del cuerpo

Además de mantener el cuerpo en posición bípeda, los pies realizan otras funciones como la de amortiguación y bombeo para el correcto retorno venoso de la sangre. “Absorben las vibraciones que se producen en cada paso, al mismo tiempo que facilitan la irrigación sanguínea”, explican en el Colegio de Podólogos de Aragón.

Esto hace que sean elementos fundamentales de los sistemas locomotor y cardiovascular del cuerpo. Toda la atención que les podamos dar es poca, y más si tenemos en cuenta que su gran capacidad de adaptación hace que padezcan en silencio y que sus posibles afecciones no se manifiesten hasta que ya están en una edad avanzada.

“Los podólogos solemos comparar los pies con los cimientos de los edificios, ya que sustentan todo el cuerpo y cualquier alteración en el pie puede afectar a la columna, cadera, rodillas y articulaciones, que son imprescindibles para hacer una vida normal”, explica José Luis Muñoz Álvarez, presidente del Colegio de Podólogos de Castilla y León.

No debemos olvidar que los zapatos llegan, en algunos momentos, a ejercer presiones sobre puntos del pie totalmente antinaturales. De hecho, un estudio realizado por el Servicio de Reumatología del Hospital del Mar, en Barcelona, observó que la mitad de los pacientes tratados calzaba un número menos que el que les correspondía, lo que provocaba la aparición de durezas y callos en las partes blandas del pie y trastornos al caminar. “Se podría decir que un 50% de los problemas de los pies son por causa del calzado”, dice Muñoz Álvarez.

Afecciones comunes

Pie plano

Una de las alteraciones de esta parte del cuerpo más conocidas es el pie plano. Su aparición se debe a la ausencia o disminución del arco longitudinal sobre el cual se realiza el apoyo. Los síntomas más frecuentes son el dolor en el pie y que el talón se inclina lejos de la línea media del cuerpo, más de lo usual. “Este es uno de los problemas más habituales en los niños, que se agrava muchas veces por posturas inadecuadas y por lo poco que caminan los críos hoy en día, lo que hace que no se fortalezca la musculatura plantar”, asegura Muñoz Álvarez. “También influye el abuso de la utilización de zapatillas”, agrega.

En la actualidad, se acepta que el pie plano flexible, aquél que no genera molestias y al que se ha descartado mediante un examen físico cuidadoso la existencia de anormalidades importantes, no requiere tratamiento. Por el contrario, el pie plano rígido o doloroso requiere de un tratamiento ortopédico. “La confección de plantillas será la principal elección una vez explorado el paciente”, asegura Muñoz Álvarez. “Si es un pie plano infantil con poca musculatura, el tratamiento también tiene que complementarse con la realización de ejercicio. Y en los casos más graves se precisa la intervención quirúrgica”, añade.

Pie cavo

El pie cavo es lo contrario del pie plano. Se presenta cuando el arco que va desde los dedos del pie hasta el talón está demasiado elevado. También es un motivo frecuente de consulta, sobre todo en edad escolar a partir de los 4 años. Es mucho menos común que el pie plano y puede estar asociado con condiciones ortopédicas o neurológicas anormales, o con una enfermedad neuromuscular que provoca cambios en el tono muscular. “También puede ser un problema hereditario, al igual que el pie plano”, comenta el experto. Tiende a ser más doloroso que el pie plano, debido a que se ejerce más presión en la parte del pie que queda entre el tobillo y los dedos de los pies.

Este tipo de pie puede causar una discapacidad significativa y puede hacer difícil encontrar zapatos apropiados. “Para tratarlo, se incluyen modificaciones ortopédicas en los zapatos, como la inserción de un arco y una plantilla de soporte, y se recomiendan una serie de ejercicios específicos. Esto puede aliviar el dolor y mejorar los problemas para caminar”, señala el experto. En los casos leves, el calzado apropiado y los soportes para el arco pueden brindar un excelente alivio. Sólo en casos severos se opta por la cirugía para aplanar el pie.

Dolor y callos

En la edad adulta, uno de los motivos de consulta más comunes en los consultorios de los podólogos es el dolor del talón del pie. Muchas veces empieza sin una lesión aparente y se siente debajo del talón, generalmente cuando uno está de pie o caminando. Una inflamación del tejido que conecta la planta del pie y el hueso del talón es la causa más común de este dolor. Muchos casos se mejorarán a través de sencillos cuidados, dicen los especialistas consultados.

“El dolor del talón, como en general todos los problemas del pie, debe abordarse siempre a través de medidas conservadoras y, si esto fracasa, a través de procedimientos quirúrgicos”, señala Ángel Orejana García, podólogo de la Clínica Universitaria de Podológica y profesor de Podología de la Universidad Complutense de Madrid. “Cuando existe dolor en el pie y el componente de ese dolor es fundamentalmente mecánico, el tratamiento de elección es la ortopedia, utilizando plantillas y mejorando las características del calzado para controlar el dolor. Se puede ayudar de fisioterapia o de antiinflamatorios, pero la base la constituye la ortopedia. Si esto fracasara, se actuaría quirúrgicamente.”

Otro de los problemas más comunes en los pies son los callos, durezas de color amarillento que aparecen en los dedos del pie. Se producen como consecuencia de la presión ejercida en la piel de los pies. Suelen aparecer en la zona en la que el dedo roza el zapato u otro dedo, cuando los huesos del pie están apretados contra el zapato o cuando dos huesos están apretados juntos. Los lugares más comunes donde se encuentran los callos son el dedo gordo y el quinto dedo.

Los callos pueden causar gran incomodidad y dolor. El tratamiento puede incluir la colocación de almohadillas en la zona del callo para aliviar las presiones de los huesos y el uso de calzado más holgado y cómodo para evitar el roce. “También es importante encontrar la causa por la que se han producido, como por ejemplo alteraciones en la forma de andar o en la mecánica del pie”, explica Orejana García. En algunas ocasiones, la cirugía es necesaria para eliminar una protuberancia del hueso que está causando un callo. Para evitar la aparición de callos, los especialistas aconsejan comprar zapatos que calcen adecuadamente.

Los callos aparecen muy frecuentemente en las personas mayores. De hecho, un estudio realizado este año en 3.925 personas, con una media de 71 años de edad acogidas al programa de termalismo del Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (Imserso), reveló que el 61,8% de los pacientes sufría callos o durezas dolorosas y el 48,2% padecía juanetes. El estudio también indicó que más del 90% de los mayores de 65 años sufren algún tipo de dolencia en los pies. La pérdida de la capacidad de movimiento, agravada en muchos casos por la obesidad, el escaso tiempo en la consulta y la falta de costumbre de ir al podólogo explican esta alta incidencia. “En los ancianos, también son muy comunes los problemas relacionados con la sequedad cutánea, las uñas muy engrosadas, el dolor ortopédico y la artrosis en los pies”, señala Orejana García.

Similares a los callos son las verrugas, que aparecen en la planta del pie y que se diferencian de los callos en que crecen hacia dentro. La verruga no puede crecer hacia fuera debido al peso que se ha puesto cuando uno está de pie. Aparecen con más frecuencia en los jóvenes y son muy contagiosas.

El pie de atleta

Hasta el 70% de la población padecerá en algún momento de su vida el pie de atleta, una infección por hongos a la que no se le suele prestar la suficiente atención. Normalmente suele hablarse de “hongos en los pies”, lo que minimiza la importancia de esta enfermedad que no suele verse como tal. Puede desarrollarse por hongos ya presentes en los pies o bien por contagios de hongos procedentes de otras personas. Por ello, hay que tener especial cuidado para evitar andar descalzo en piscinas, playas o gimnasios.

Según los expertos, el calor, la humedad y el roce son los principales factores que predisponen a la infección. Por esta razón, suele aparecer en personas con sudor excesivo en los pies o que utilizan un calzado cerrado y calcetines que no transpiran. También es frecuente entre deportistas y personas que desempeñan trabajos en los que pasan muchas horas de pie o andando.

Más del 78,5% de los casos se produce en verano, según un estudio español desarrollado en 2001 en las consultas públicas y privadas de 130 dermatólogos españoles. Por eso, los expertos recomiendan extremar la higiene durante el periodo estival e intentar utilizar sandalias o calzado abierto, que facilita la transpiración. También se sabe que torno al 70% de los afectados practica regularmente algún deporte o ejercicio físico intenso. Los adolescentes y jóvenes son uno de los grupos más vulnerables y, de hecho, el 71% de los afectados son varones de entre 15 y 35 años, según el mismo estudio. Esto se debe al uso continuado de calcetines y de calzado deportivo.

Cuidados en la diabetes y consejos

El cuidado de los pies es de vital importancia cuando se padece diabetes. Los expertos explican que la ésta afecta a sus pies en dos formas:

  • El daño a los nervios puede provocar que se pierda la sensibilidad en los pies. En ese caso, un sencillo corte o una rozadura pasarán desapercibidos y darán lugar a problemas que pueden cambiar la forma del pie, provocando nuevos puntos de presión en los que se pueden formar ampollas, rozaduras y úlceras.
  • El mal aporte de sangre a los pies provoca que las lesiones se curen más lentamente.

“Los pacientes diabéticos deberían acudir periódicamente al podólogo para que éste evalúe el estado de sus pies”, asegura Orejana García. “Es muy importante que todas las actuaciones que tienen que hacerse sobre el pie se las haga un especialista, porque el riesgo de que se formen úlceras y que éstas se infecten, y se puedan generar amputaciones es muy alto, debido a la perdida de sensibilidad que sufren estos pacientes”, concluye.

Consejos

Los pies merecen ser tenidos en cuenta en todos sus aspectos. No en vano son nuestro medio natural de locomoción, a pesar de que a veces el sedentarismo o los hábitos cotidianos nos hagan olvidarlo. El Colegio de Podólogos de Aragón ofrece los siguientes consejos para el cuidado cotidiano de nuestros pies:

  • Lave diariamente los pies, y séquelos cuidadosamente, sobre todo entre los dedos.
  • Corte las uñas no demasiado largas ni demasiado cortas, de forma cuadrada, sin recortar las esquinas.
  • Cambie diariamente de calcetines.
  • Utilice zapatos que protejan el pie y lo sujeten, sin comprimir, y de materiales no sintéticos. El tacón no debe sobrepasar los 4 ó 5 centímetros. Y la puntera debe adaptarse a los dedos, sin ser puntiaguda. El zapato no será demasiado pequeño ni demasiado grande.
  • Si tiene exceso de sudor, utilice los remedios que encontrará en su farmacia. Si el problema persiste, acuda al podólogo.
  • Si tiene durezas, puede limarlas. Los callos profundos son más dolorosos y la lima no los elimina, pero no utilice productos cáusticos (callicidas), ni elementos cortantes. Si la dureza es muy gruesa o tiene callos, sólo pueden ser eliminados por el especialista.

La Clínica Universitaria de Podología añade algunos consejos más:

  • Debemos pensar, siempre que vayamos a comprar calzado, que éste no debe molestar al ponerlo por primera vez; nunca pensemos que ensanchará o dará de sí.
  • Es importante que el calzado esté limpio, conservar el buen estado de la textura de la piel, y tener 2 ó 3 pares usándolos alternativamente.
  • Los tacones altos y estrechos van a modificar la estructura de nuestros pies, trasladando los puntos naturales de apoyo y gravedad; ésta modificación no sólo afectará a los pies, sino que repercutirá indirectamente en rodillas, caderas y columna.
  • Debemos utilizar calcetines de hilo o lana, para favorecer la transpiración, y evitar que tengan asperezas, costuras o zurcidos gruesos.
  • “Se debe hidratar diariamente la piel y utilizar jabones que no sean muy agresivos, con PHs neutros, para lavar nuestros pies”, agrega Ángel Orejana García.
  • Conviene prevenir la obesidad, el aumento del tejido adiposo y la falta de tonicidad muscular. Estos factores pueden favorecer la aparición de problemas en los pies.
  • Los embarazos son etapas especialmente delicadas en las que debemos prestar una mayor atención a nuestros pies, piernas y columna. Durante este periodo, se produce una modificación importante de los puntos de gravedad, además de las alteraciones propias del sistema hormonal.
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